—¡Nunca la tuve atrapada, fue ella misma quien voluntariamente se quedó a mi lado!
José levantó la mirada a ella y sonrió levemente.
—Daniela, si Leticia alguna vez me ha mencionado, ¿crees que se iría de mí?
—Realmente te ama...
«¿No me atrevo a pensar en lo triste que estará Leticia si conoce sus pensamientos?»
Sus preocupaciones dejaron al descubierto en sus cejas.
José le lanzó una ojeada. Su mano le acarició de repente las mejillas, se inclinó y dijo con voz suave:
—Daniela, ¿cómo puedes ser tan amable? ¿Por qué tienes que proteger a tanta gente? Tú y Leticia no sois tan íntimas, no necesitas protegerla.
—¡En mi opinión, ella es una familiar mía!
—Ja... ¡Serás herida algún día por tu familia en la que crees, al igual que Jaime!
Sus palabras siempre se encontraban directamente con las debilidades de su interior.
Daniela se mordió ligeramente los labios y sus ojos se humedecieron gradualmente,
—José, lo que acabas de decir... Si realmente puedo ser completamente dócil como tu amante, ¿mantendrás tu promesa?
—¿Se incluye que no le hago nada a Leticia?
—No la amas, no tienes razón para atraparla, a menos que...
—¿Eh? ¿A menos qué?
José enarcó las cejas, pareciendo muy interesado en mirarla estar en dilema.
Daniela sólo sintió que no podía mantener regular a su respiración y se detuvo mucho tiempo antes de decir:
—Si tu relación con Leticia no es una venganza a mí, ¿será porque... necesites otra amante? ¿O sea Leticia la novia verdadera a tu lado?
—Quieres decir...
—Sólo necesito una persona a mi lado y eres tú. Sé buena, ¡nadie puede ocupar tu lugar!
José se le acercó lentamente y su aliento paseó por su alrededor. Casi llegó su beso.
Daniela se puso ligeramente rígida. Él estaba retorciendo sus palabras, pero el resultado fue lo que ella esperaba. Así que lo aceptó obedientemente sin refutación.
Este movimiento complació inesperadamente a José, en el momento en que le escapó una sonrisa, su beso le vino de repente.
Le costó algo respirar e inconscientemente le apartó el pecho. Tan pronto como extendió la mano, descubrió que había desaparecido su fuerza sorprendentemente. Este beso había consumido gran energía de ella...
—Daniela...
José no estaba satisfecho con sólo un beso, su mano le acarició la espalda, manoseándola tiernamente a lo largo de las curvas del cuerpo.
El toque de la palma conmovía suavemente el deseo interior por ella. El beso se movió gradualmente hacia abajo, causando un calor...
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