¡SUÉLTAME, DIABLO! romance Capítulo 90

José tranquilizó con ternura sus emociones,

—No te voy a tocar, sólo quiero tratarte la herida.

—No me duele... no quiero...

La psicología refractaria de Daniela generó el desbordamiento de las lágrimas.

José la miró, frunció ligeramente el ceño y tuvo que inclinarse para besarla una vez más, con la suficiente suavidad como para tragar su conciencia. La estaba serenando, o tal vez engañando.

Tras el beso, sus alientos se quedaron aún más entrelazados.

—¡Daniela, sé buena y obedece! ¡Soy yo!

José se inclinó despacio a su lado. Sus dedos le acariciaron el cuello y desabrocharon lentamente el primer botón.

Daniela tembló y cerró con miedo los ojos.

¡Siguientes el segundo, el tercer... hasta que el camisón se despegó de ella, dejando al descubierto su bonito cuerpo lleno de chupetones!

—¿Te dolía mucho?

Observando las marcas en su cuerpo, de repente José sintió algo de dolor en el corazón. Las yemas de sus dedos frías la tocaron suavemente.

Daniela seguía con los ojos cerrados sin hablar, de la cual desprendía un miedo evidente.

¿Se estaba disculpando?

En el instante del trance, Daniela abrió los ojos con incredulidad. En su visión sólo había los labios delicados de José acercándose lentamente. Su mirada temblaba ligeramente. Parecía anticiparse a su beso, pero no tuvo fuerzas para evitarlo.

Un suave toque cayó sobre sus labios.

Se acercó otra vez. La mano recogió su largo cabello detrás de la nuca y su profunda mirada pasó atentamente por su cuerpo.

—Hay muchas heridas. Siéntate bien y me encargo de ello por ti.

O quizás fue porque sus acciones no eran agresivas que Daniela recibió un alivio.

En este momento, en la cama circular en el dormitorio se presentaba una escena: José sacó cuidadosamente polvo para sangrar y venda del botiquín y bajó la cabeza para encontrar las heridas sobre ella.

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