Te Quiero Como Eres romance Capítulo 134

Ana miró el contenido del documento con Micaela y murmuró:

—Es un conjunto de joyas de boda. ¡Vaya, es un gran pedido!

—Srta. Carballo se puso en contacto conmigo ayer. Pide una cita con ella lo antes posible para discutir los detalles del diseño. Este encargo será tu último diseño en Nubcanción. ¡Venga! —dijo Kiki.

Micaela asintió, cerró la carpeta, con su decisión tomada, y dijo:

—Hoy, entonces.

Kiki asintió, admirando su franqueza.

Luego, Micaela y Ana salieron juntas del despacho de Kiki.

Al sentarse en su asiento, Micaela hojeó inmediatamente su perfil, encontró su número y lo marcó desde el teléfono fijo del escritorio.

—Hola —la llamada se respondió rápidamente, con una voz agradable.

—Hola, soy la diseñadora de Nubcanción, Micaela. ¿Te conviene ahora hablar de los requisitos de diseño?

Katarina hizo una pausa y respondió:

—Bien, a las diez, en Flores de Verano, de Calle Ramón y Cajal.

—Sí, ¿qué tal a las 10 en punto, en Flores de Verano, de Calle Ramón y Cajal?

—Bien.

—Pues, ¡hasta luego!

Como el lugar que Katarina dijo estaba un poco lejos, Micaela iba a llevar sus cosas y esperarla allí temprano.

Una vez que hubo empacado, se levantó para irse.

—Micaela, ¿ya estás lista?

—Sí.

Ana sacó su propio sombrero y su máscara desechable del cajón y se los entregó.

—Ahora eres más llamativa y es mejor que te cubras. Por cierto, creo que cada vez estás más guapa por el amor.

Micaela sintió un poco de tímido y los tomaron:

—Gracias, me voy.

—¡Adiós!

Aunque le pareció que lo que decía Ana era un poco exagerado, se los puso y cogió un taxi para llegar.

Flores de Verano, era una cafetería con mucha clase. Parecía que a Katarina le gustaba mucho el café, porque sus dos encuentros fueron en cafeterías.

Como hoy era lunes, no había mucho cliente en la tienda. Encontrando un rincón, se sentó, se quitó la máscara y miró la hora, llegando media hora antes.

Miró a su alrededor y vio asientos de cuna entrelazados con enredaderas florecidas, vegetación vibrante por todas partes, y el estilo general de la tienda era muy adecuado para mujeres, resultando un buen lugar para una cita...

De repente se acordó de Carlos, entonces le envió un mensaje:

—¿Adivina dónde estoy?

No tardó en responder:

—En mi corazón.

Ella de tomar un sorbo de agua y casi lo escupe.

Se sonrojó un poco, pero por suerte no había nadie más alrededor.

Entonces, sin dudarlo, envió:

—¡Tontita!

—¿Es este el alias cariñoso para mí?

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