Te Quiero Como Eres romance Capítulo 142

Eric sopesó sus palabras y dijo:

—No intento ponerte las cosas difíciles. Deberías haber visto las noticias sobre ti, puedes ahorrarte muchos aprovechando esta fiebre actual y debutando...

—Brillantella también se hizo un gran esfuerzo para mantener tu misterio en las noticias del finde. Me temo que si se prolonga demasiado, tu verdadera identidad será descubierta antes de tiempo y tu debut será menos impresionante...

No solo por eso, sino también por el miedo a que otras empresas la encuentren y la fichen primero.

Así que Eric pensó que debía tentarla diciendo.

—Además, ¿no te falta dinero? Si firmas el contrato, la empresa te pagará ochocientos mil euros de inmediato y puede esperar hasta que termines tu trabajo actual.

Después de pensar un momento, Micaela respondió:

—Lo siento, Sr. Eric, ya no necesito el dinero. Pero aún así aprecio tu sinceridad. Te prometo que me pondré en contacto contigo una vez que haya terminado con el trabajo —Tras una pausa—. Te aseguro que cuando firme, estaré aún más impresionada que antes.

Micaela tenía una confianza absoluta.

Eric estaba muy sorprendido.

«¿Cómo puede estar tan confiada una chica que acaba de graduarse?»

Pero su voz segura y su inteligencia hicieron que Eric apreciara mucho.

¡Valió la pena esperarla!

¡Y tuvo que firmarla!

—¡De acuerdo! ¡Te creo! Esperaré tu llamada.

Al colgar el teléfono, Micaela respiró aliviada.

Recogió su cuaderno y su carpeta, luego se dirigió a la oficina y vio a Carlos sentado frente a su mesa, al parecer también acababa de terminar una llamada.

Al ver a Micaela, dejó el teléfono, se acercó, le puso las manos sobre los hombros y le preguntó:

—¿No puedes dormir sin mí?

Iris se sonrojó al instante:

—¡Qué va! Sr. Eric acaba de llamarme y no he podido dormir.

A Carlos le gustaba mucho su timidez y preguntó con una sonrisa:

—Bueno, ¿Cómo has dicho?

Micaela lo miró y confesó:

—Me instó a firmar el contrato. Le dije que me pondría en contacto con él cuando terminara el trabajo en cuestión.

—¡Muy bien, qué inteligente!

Con una simple apreciación, Micaela no pudo evitar sentirse un poco alegre, floreciendo una sonrisa encantadora.

Carlos la abrazó, queriendo que ella fuera su exclusiva. Pero estaba a punto de convertirse en modelo...

—Carlos, ¿puedes darme un papel? Quiero hacer un dibujo.

—¿Necesitas un portátil? —la soltó y preguntó.

—No, me gusta dibujar con las manos.

—Bien.

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