Te Quiero Como Eres romance Capítulo 150

Micaela sacudió la cabeza, sin permitirse pensar en esto.

—Es una pena que lleve tantos años trabajando como guardia de seguridad aquí y nunca haya visto la verdadera cara de Sr. Aguayo...

Él hablaba con gran entusiasmo, pero Micaela se dirigió hacia la puerta, ignorando su curiosa pregunta...

Todavía no pudo evitar pensar en lo que estaba pasando hoy. Tanta Amelia como Bianca, amaban a Carlos, y una es de Familia Atenas que Carlos apoyó, y la otra es la Familia Dávalos, una de las tres grandes familias...

Cuanto más rápido camina Micaela, tratando de desechar los pensamientos en su cabeza. Y en este momento, el teléfono en su bolso sonó y Micaela se detuve, deseando que fuera Carlos.

Sacó el teléfono y vio que era Kiki:

—Hola, Kiki.

—Micaela, el pago final de Srta. Carballo ha llegado. ¡Felicidades por la finalización exitosa de su pedido!

—Gracias...

—Hay algo que quiero hablar contigo, ¿puedes volver a la oficina ahora?

—De acuerdo.

Al colgar el teléfono, Micaela volvió a Nubcanción en taxi.

***

Carlos dejó el bolígrafo en la mano, cogió su teléfono, miró la cara sonriente de Micaela en la pantalla, y pensó que debía estar en Nubcanción. ¡Pero ella estaba cerca de su propia empresa!

Después de volver a localizar el lugar, ¡estaba en la compañía!

Carlos se levantó bruscamente. «¿Quería sorprenderme?»

«Bueno, me gusta esta sorpresa. Últimamente ella estaba ocupada con su diseño, no me prestaba mucha atención.»

Se quedó un rato frente a la ventana, pero ella aún no había entrado, así que frunció el ceño y encendió su teléfono para localizarla.

«¿Qué ha pasado? ¿Estaba en el edificio hace un momento y luego se ha ido?»

Carlos se dirigió a la puerta, la abrió, y vio a Diego sentado en su propia mesa, donde hubo una sopa.

Cuando vio a Carlos, Diego se levantó apresuradamente y se apresuró a explicar:

—Srta. Bianca vino. Aún le dije que tenías una reunión, así que esperó dos horas y se fue.

Incluso Diego estaba muy impresionado por sus sentimientos por Carlos.

Cada vez que venía estaba callada, trayendo sopa o bocadillos hechos a mano. Sin embargo, Carlos casi nunca la veía, a menos que sucediera, la dejaba entrar en la oficina, pero rara vez se comunicaba. A pesar de eso, ella apreciaba esos momentos.

Muchos homres la querían, pero a ella solo le gustaba Carlos.

Si no fuera por la aparición de Micaela, Diego tendría que preguntarse si el corazón de Carlos era de piedra...

—¿Acaba de salir?

Diego se sorprendió un poco... En el pasado, no le habría importado eso...

—Sí, tomó tu ascensor exclusivo hacia abajo.

—¡Quién le dijo que tomara ese ascensor!

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