Te Quiero Como Eres romance Capítulo 153

Al escucharlo, todos a su alrededor exclamaron de forma unánime:

—¡Eso es! ¡Estos cantos son demasiados melodiosos y lindos!

—Vaya, nos da mucha presión...

Micaela puso una cara sonrojada por timidez al oír las palabras de la gente y se le acercó a Carlos preguntando:

—¿Cómo sabes que puedo cantar esta canción?

—Te escuché tararear en la cocina la última vez —le contestó Carlos mirándola a los ojos.

Micaela se quedó un poco sorprendida. Solo había canturreado en voz muy baja, no esperaba que este hombre lo escuchara.

—¿Pues te gusta justamente esta canción? —preguntó tentativamente Micaela.

—Sí, me gusta todo lo que te guste.

Al escuchar la respuesta del hombre, Micaela se sintió muy vergonzosa y apartó la vista.

Carlos rara vez escuchaba la música, y mucho menos la música popular, pero se quedó impresionado y atraído cuando escuchaba los tarareos de Micaela. Parecía que era Micaela quien había despertado su interés por esta canción y él aprendió poco a poco a cantar esta melodía después de escucharla cuantas veces durante la ausencia de Micaela.

***

De repente, una persona entre la multitud sugirió en voz alta:

—¡Vamos a jugar a Verdad o Desafío! ¿Les parece bien?

Todos presentes estuvieron de acuerdo con su propuesta al oírlo.

Micaela estaba un poco curiosa porque nunca había participado en este tipo de juegos.

Luego, un compañero apartó los bocadillos sobre la mesa a un lado y puso una botella vacía en el medio.

—Micaela, ¡tú gira primero la botella! Todos participantes tienen que obedecer las reglas estrictamente, ¿eh? —Ana dijo emocionada y la tomó de la mano a Micaela para que empezara a girar la botella.

Sin embargo, al momento siguiente, Ana se quedó estupefacto en el acto porque el cuello de la botella señaló justamente a ella misma después de darse unas cuantas vueltas.

¡Todos se quedaron muy emocionados al ver tal resultado!

—Ana, tienes que obedecer estrictamente las reglas, ¿eh? Ja, ja, ja...

—¿Verdad o reto?

Ana mostró una cara increíble porque realmente no esperaba tener tanta «suerte» de ser la primera en elegir verdad o reto.

Mirando a sus colegas tan cotilleros, ¡Ana no quería revelarles ningún secreto suyo y eligió finalmente el atrevimiento armándose de valor!

—¿Qué les parece si dejamos a Ana presentarse en la sala a nuestro lado? —de repente un colega dijo en voz alta.

—Ja, ja, ja, me parece muy buena idea.

—¡Ana, vamos, vamos! No te demores, ¿eh?

Bajo estas circunstancias, Ana no tuvo más remedio que dejarse empujar a la sala al lado por unos colegas.

Poco después regresó con una cara tan sonrojada como un tomate y los colegas a su espalda no dejaron de reírse a carcajadas.

—Ja, ja, ja, toda la gente en esa sala se quedaron estupefacta al escuchar la presentación repentina de nuestra Ana.

—Dios mío, casi me muero de risa. ¡Muy divertido es este juego! ¡Empecemos la siguiente ronda!

Mirando a sus colegas tan alegres y sumidos en el juego, Micaela parecía que era un juego bastante interesante y divertido. Al principio había estado algo preocupada y nerviosa, pero al ver que la botella nunca la había señalado hacia ella, se quedó mucho más relajada y mostró más interés por esta actividad.

Observando las reacciones graciosas de sus colegas al ser señalados por la botella, le daba mucha gracia a Micaela. Algunos secretos que revelaron ellos eran tan vergonzoso que Micaela quedó con la cara sonrojada y el atrevimiento que eligieron eran muy exagerados y ridículos...

En ese momento, Carlos se acercó a su oído y susurró:

—Cariño, no te regodees, ¿eh? Te tocará muy pronto...

Cuando Carlos terminó sus palabras, la botella vacía, que estaba girando encima de la mesa, se detuvo y el cuello de la botella señaló precisamente a Micaela.

Esta última lo miró con enojo y maldiciendo en su interior:

«¡Qué agorero es este tipo!»

Al ver que la botella señaló a su amiga, Ana saltó de emoción y gritó con alegría:

—¡Micaela, por fin, te ha tocado la «suerte»!

—Ana, has estado esperando que la botella señale a Micaela, ¿verdad? —dijeron otros compañeros.

Sin hacerles caso, Ana preguntó con una sonrisa astuta en la cara a Micaela:

—Micaela, ¿verdad o atrevimiento? Elige uno, ¿eh?

No importaba cuál eligiera Micaela, no le saldría a Ana: podría saber algún secreto de Micaela o podría dejar a ella y a Carlos hacer algo tímido.

Micaela echó una mirada quejosa al hombre. Recordando los desafíos que habían hecho sus colegas, ella creía realmente no poder aceptar tales atrevimientos tan exagerados y vergonzosos, por eso dijo de mala gana:

—¡Elijo la verdad!

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