Antes de que Micaela pudiera pensar en algo, e incluso mirarlo, recibió más mensajes:
—Jajajaja, te engañé.
—¿Cómo pude enamorarme de un hombre tan frío? ¡Me da miedo el frío!
Micaela soltó una carcajada.
—¡Te digo que ahora mismo el profesor estaba a mi lado y tú te has atrevido a llamarme!
—Pero hablando en serio, ¡voy a volver a trabajar como tu asistente en unos días! No puedo confiar en nadie más a tu lado.
Con una calidez en su corazón, Micaela respondió:
—Bien, todas mis ganancias, las dividiremos a la mitad.
La otra parte respondió en segundos:
—¡Vaya, entonces seré una mujer rica pronto!
—¡Vamos! Convirtámonos juntas en la persona más rica de Teladia!
Micaela sonrió aún más feliz.
«Me siento muy rica ahora, porque cuento con Carlos y Alba.»
Carlos vio a Micaela reírse tan alegremente,y no pudo evitar sentirse alegre y en este momento recibió un mensaje de Alba:
—Sr. Aguayo, gracias por enviar a alguien a verme. Era la intención de Micaela, ¿verdad? He estado ocupada con mi tesis últimamente y lo que quieras preguntar, hablemos cara a cara cuando vuelvas en unos días.
La sonrisa de Carlos se desvaneció, dejando el teléfono.
No importaba quién fuera, ¡nadie podría hacer daño a la persona que más le importaba! ¡Definitivamente lo encontrará y lo cortará en pedazos!
***
A la mañana siguiente, Carlos se despertó temprano. Tras de lavarse, fue a la habitación de Micaela, que dormía profundamente, sosteniendo una almohada.
Carlos pensó con cierta envidia con esa almohada...
Después de darle un beso en la frente, Micaela se despertó tranquilamente y vio a Carlos sentada en el borde de la cama. Entonces iba a arreglarse el pelo…
—Cariño, ¿cuándo empezaste a preocuparte tanto por la imagen?
Micaela se cubrió la cara:
—Gracias...
—¿Qué?
Con una carita roja, ella continuó:
—Gracias por llevarme a mi habitación.
Ni siquiera sabía que cuando se quedó dormida anoche charlando con sus amigas.
—Me gustaría llevarte a tu habitación por el resto de mi vid. ¿Cuándo puedo llevarte a mi habitación?
Ella murmuró:
—Has hecho eso antes.
—Jajaja, la primera vez que volvemos, te llevé a mi habitación.
Micaela estaba tan avergonzada que su cara se puso roja.
Carlos le frotó la cabeza y su voz era baja y magnética:
—Te mostraré algo cuando te levantes.
Inmediatamente, Micaela sintió curiosidad y preguntó:
—¿Qué es?
Carlos se levantó:
—Baja y lo sabrás.
Dijo y salió primero.
Ella sintió tanta curiosidad que se cambió inmediatamente de ropa, se lavó y bajó a toda prisa.
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