—Cariño, después de dejar de la hipnosis, las secuelas desaparecieron, y no lo pudiste adaptarte por el momento. Relájate y quédate dormida poco a poco —dijo Carlos con deseo reprimido.
—¿Dices que solía dormir muy rápido debido a la hipnosis?
—Sí.
Aunque no podía entenderlo por completo, Micaela asintió con la cabeza. En el momento en que quería cambiar su posición para dormir de nuevo inconscientemente, Carlos lo abrazó:
—Micaela, ¿has considerado mis sentimientos cuando das vueltas en la cama frotándome así?
Pues...
Micaela se sonrojó. Afortunadamente, no podía ver nada después de apagar la luz...
Carlos enterró la cabeza en su cuello, y el fragante aroma de ella le hizo que la temperatura aumentara. Recordó la noche de dos años antes, Micaela era tan seductora que se quedó fanático por ella...
—¡Carlos, no me abraces tan apretadamente! Me duele mucho.
Micaela se sintió ahogada, abrazada por el hombre.
La voz de Carlos era increíblemente baja, y dijo a ella al oído:
—Micaela, ayúdame...
***.
A la mañana siguiente, Micaela estaba cociendo la sopa de arroz en la cocina, cuyo rostro aún estaba sonrojado...
La noche anterior, excepto el último paso, todos los demás antes de tener sexo se habían hecho, ¿verdad?
Micaela miró la mano que revolvía la sopa de arroz, lo que sintió...
¡Resultó que le ayudó como así!
«Espera, ¿qué estás pensando en la mañana, Micaela?»
Micaela estaba tan avergonzada que dejó la cuchara al lado. Fue al refrigerador a buscar algunos ingredientes adecuados para cocinar los platos adaptados adecuadamente con la sopa de arroz.
Más tarde, ella finalmente se durmió en sus brazos, muy profundamente. Cuando se despertó y vio el rostro dormido de Carlos, pensó en todo lo que pasó la noche anterior, y bajó las escaleras como un escape...
Hacía mucho tiempo que ella no cocinó...
Es mejor que el desayuno sea ligero. Pues a Carlos no le encantaban las zanahorias...
¡Pero no!
Debería poner zanahorias, ya que él se le jugó y le hizo que le doliera la mano hasta ahora...
«¡Micaela, no pienses en esto!»
—¿¡Qué haces!? —la voz baja del hombre se llevó el susto.
¡Carlos agarró su mano que sostenía el cuchillo!
¡Qué peligroso! ¡Casi cortó sus propios dedos en vez de zanahorias!
Micaela no se recuperó hasta que escucho lo que dijo Carlos. ¡Casi hizo daño a sí misma por la distracción!
Carlos llevó a Micaela de la cocina:
—¡Es demasiado peligroso! ¡No cortes nada con el cuchillo en el futuro! ¡No, no entres en la cocina más!
—Carlos, es tan exagerado. Solo acabo de distraerme. Estoy bien —Micaela no sabía terner que alegrarse o enojarse.
Ella quiso liberarse de su mano y volvió a la cocina para continuar.
—¡No! ¡Siéntate en el sofá y deja que Sofía venga a hacerlo! —¡Carlos lo dijo con mucha firmeza!
Cuando se acercó a la cocina, quería abrazarla por detrás, pero antes de que pudiera hacerlo, vio que su mano derecha, que sostenía un cuchillo casi le cortó la mano izquierda.
La imagen le hizo estremecerse...
La constitución física de Micaela era diferente. Tenía la alta resistencia de medicina, por eso deberían evitar que se lastimara en absoluto.
Micaela sabía que él sintió cariño por ella y se preocupaba por ella, por eso le dijo en tono suave inconscientemente:
—Pero, tengo ganas de cocinar para ti. Tendré mucho cuidado.
Micaela miró a Carlos con los grandes ojos húmedos inocentemente, lo que hizo a Carlos sentir que le dio un choque a su corazón...
Si ella lo miraba con los ojos como tal y hablaba con él en tono suave como tal todos los días, y no dudaría en quitarlas para ella aun cuando ella le pidiera las estrellas...
—¿De acuerdo? Hace mucho tiempo que no cocino...
Cuando los dos desayunaron dulcemente, la otra pareja no era tan armoniosa.
En el apartamento de Ernesto.
Alba se sentó a la mesa del comedor, tomó un desayuno abundante y regañó a Ernesto:
—No prepares tanto los platos la próxima vez. Limita la cantidad, ¿entiendes? ¡Si sigue tomando tanto, me convertirás en un cerdo dentro de un mes!
Ernesto vio que ella desayunaba con alegría y parecía que quería comer todo lo que había en la mesa, pero le dijo que preparara menos, así que no pudo evitar reírse:
—Señorita, no importa cuánto hago el desayuno, ¡puede optar por dejar de comer tanto!
Alba le dio una mirada desdeñosa:
—¡Desperdiciar la comida es vergonzoso! ¡Si cocinas menos, comeré menos!
Debía decir que la habilidad culinaria de Ernesto era excelente. Alba ya había tomado los platos que él cocinaba durante tanto tiempo, ¡pero no sintió ningún cansancio!
El desayuno era ridículamente rico. Fruta, nueces, sushi, y rollos de huevo. ¡Era delicioso!
—Piénsalo. Si me convirtieras en un cerdo, te avergonzarías de llevarme afuera, ¿verdad?
—No me importa. No está mal —Ernesto tomó un sorbo de café y dijo con calma.
Alba dejó de comer...
Algo estaba fermentando en su corazón...
Si este diálogo hubiera ocurrido en el pasado, ella habría dicho que él era astuto, y debería decir lo mismo a muchas otras chicas.
Pero después de llevarse durante mucho tiempo, ella sabía que él hablaba en serio...
Ernesto miró a ella y descubrió que solo comió la mitad del rollo de huevo y dejó la otra mitad en el plato.
—¿Estás lleno? —preguntó Ernesto.
—Pues, sí. No puedo tomar más… —Alba levantó los ojos y lo miró.
Al ver que Ernesto extendió la mano con el tenedor para coger la otra mitad del rollo de huevo en el plato de la chica, se la llevó a la boca y la comió...
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