Te Quiero Como Eres romance Capítulo 39

—¿Cómo supiste que fui a la reunión de anoche?

—Ernesto te vio —Carlos respondió brevemente.

Seguramente Ernesto estaba muy agradecido a Carlos porque se había embolsado aquel proyecto en la Zona Este, así que le llamó para decírselo en cuanto vio que Micaela y la empresa se reunían a la vez en el hotel. Mientras hablaba por teléfono, vio a Adriana en la misma habitación, así que también se lo contó a Carlos.

Carlos pensó que Adriana no era una buena persona, por lo que inmediatamente hizo arreglos para el resto.

Cuando se terminó la sopa, Carlos le dio un empujón al plato.

Micaela lo notó inmediatamente.

—¿Quieres más?

—Sí.

Micaela añadió inmediatamente otro plato para él.

Carlos se rio del gesto de la chica.

—¿Ernesto? ¿Es el hombre que te llamó en el vídeo de anoche? Bueno, entonces por qué...

Micaela quiso preguntarle a Carlos por qué no le aceptaba su solicitud por Whatsapp, pero no pudo.

—Gracias por lo de anoche...

La muchacha quería dar las gracias por el gasto del hombre, pero sintió que no sería bueno para ella ser tan calculadora cuando este hombre era tan generoso...

Pero para ella ra extraño que aceptara la ayuda tan abiertamente...

Carlos le levantó la barbilla y la miró con ojos profundos.

—Tontita, no necesitas darme las gracias.

Micaela le miró y de repente se olvidó de lo que tenía que decir...

Carlos retiró la mano con satisfacción.

Micaela se sonrojó y bajó la mirada mientras seguía comiendo.

Aunque tenía una expresión tímida en la cara y se movía un poco precipitadamente, seguía mostrando mucha clase.

Realmente no parecía una pobre chica viviendo en casa ajena en absoluto...

Pensando en ello, los ojos de Carlos adoptaron una mirada más indagadora.

—¿Qué tienes planeado para después?

Micaela se quedó helada, sin esperar que le hiciera esa pregunta, y respondió sin entusiasmo:

—Tengo una cita con Ana, mi colega, vamos a hacer la compra esta mañana.

Carlos asintió con la cabeza y terminó su plato de sopa, junto con una gran parte de los demás platos.

No era el desayuno más delicioso, pero era el más feliz que había tenido.

Carlos vio que la chica también había terminado de comer y se movió con naturalidad para recoger los cubiertos. Sorprendida por esto, Micaela se detuvo.

—¡Carlos, yo sóla haré esto, tú vete a descansar!

Ella realmente no había esperado que este hombre actuara de esa manera.

—Tú cocinas, yo limpio, ¿hay algún problema?

«Así es como se llevan algunas parejas, ¿verdad? ¿Y un tipo rico como él realmente lava los platos?»

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