Micaela admitió con una leve sonrisa.
—Sí, ¡antes pensaba lo mismo que usted!
Con el poder de Víctor, era fácil averiguar su identidad, así que no se sorprendió en absoluto.
Víctor ya estaba impresionado por su sonrisa tranquila, y se extrañó aún más por lo que dijo.
—No le voy a mentir, me dediqué al modelismo porque quería llegar a un nivel acorde con él. Pero después descubrí que Carlos era demasiado bueno, y no habría podido alcanzarle con unos cientos de años más.
Víctor se alegró de oír esto.
—Por supuesto, Carlos es el mejor joven de la familia Aguayo.
Micaela asintió con la cabeza.
—Pero señor Víctor, no se puede comparar a la gente en términos de dinero, estatus, poder o riqueza, especialmente a mí y a Carlos.
Víctor frunció el ceño, miró a Micaela con ojos agudos.
—De hecho, supongo que sé lo que quiere decirme, y puedo darle la respuesta ahora mismo. Lo amo, y no lo abandonaré. Tiene muy claro de la capacidad de Carlos, él no necesita fortalecer el negocio familiar apoyándose en el matrimonio. Desde luego, no estoy con él por su estatus. Si puede pedirle que solo eligiera a uno entre la causa y yo, te puedo decir que me elegiría sin duda.
Víctor se quedó asombrado al escuchar sus palabras, y dijo sin rodeos:
—No me interesan las palabras lindas, pero lo último que dijiste, no lo creo. Carlos siempre se ha concentrado mucho en su carrera, ¡cómo es posible que la abandone por una mujer!
Micaela sonrió y preguntó:
—Entonces, señor, hagamos una apuesta, le preguntaré de inmediato y veremos cómo responde, ¿vale?
Con el ceño fruncido, Víctor esperó que Micaela pusiera condiciones, tal como no les podría obstaculizar si Carlos le eligiera o algo así, pero no.
No tenía más que respeto por él en los ojos de ella.
—Hazlo.
Micaela asintió, sacó su teléfono y llamó a Carlos, poniéndolo en altavoz.
Fue contestado enseguida.
—¿Me echas de menos?
Micaela se sonrojó, pero no le importó porque Víctor la estaba mirando y esperando que hiciera la pregunta.
Organizando rápidamente sus palabras en su cabeza, Micaela dijo con voz fría:
—Carlos, separémonos.
Se oyó en el teléfono el sonido de un vaso cayendo al suelo, que le apretó el corazón a Micaela. Sentía que había presionado demasiado, pero aun así dijo todo de una vez:
—Eres tan excelente que me da demasiada presión casar contigo. Aunque gane el Concurso Mundial de Modelos, todavía soy como un grano de arena frente a ti. Quiero casarme con un hombre corriente, que reciba 200 euros al mes y lleve una vida ordinaria.
Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea, luego preguntó con voz grave:
—Si no tuviera en Grupo Aguayo y fuera una persona normal que reciba 200 euros al mes, casarás conmigo, te casarías conmigo enseguida, ¿verdad?
—Exacto.
Se produjo un silencio otra vez, luego se oyó la voz de Diego.
—Señor Aguayo, ¿me ha llamado?
Carlos dijo con pulcritud.
—Ve a transferir inmediatamente todos mis bienes inmuebles y participaciones a Tomás, yo me iré sin nada.
Víctor casi se quedó sin aliento. ¿Carlos iba a abandonar todo el Grupo Aguayo tan imprudentemente?
Muy conmovida, las lágrimas cayeron de los ojos de Micaela. Qué villano...
Se suavizó la voz sin darse cuenta:
Ninguna de ellas había conocido a Víctor, pero según su rostro y su aura podían deducir que sería un pariente del señor.
No se atrevieron a desatender, se apresuraron a servirle agua.
Rara vez venía a Teladia porque, por un lado, era demasiado viejo para andar por ahí, y por otro, Carlos no le había invitado. Se tragó el orgullo y vino una vez, pero se sintió que no fue bien recibido. Así que perdió el interés y dejó de venir.
Víctor se sentó en el sofá y miró a su alrededor.
La última vez que vino aquí, Carlos no le invitó a quedarse aquí, sino que le alojó en un hotel. Se enfadó tanto que volvió a Salamentro directamente.
A través de la llamada telefónica, Víctor ya sabía que no podía separar a los dos, entonces tuvo que buscar una solución alternativa, y dijo:
—Micaela, obviamente no puedo dejar que Carlos vaya a trabajar como una persona ordinaria que recibe 2000 euros al mes. Ya que él ha seleccionado a ti, no voy a impedir más. Sin embargo, si quiere entrar en mi familia, no sigas con este trabajo que siempre está en el ojo público, déjalo…
Micaela rechazó.
—Lo siento, señor, no puedo aceptarlo. Continuaré en esta carrera hasta el final de mi contrato.
—No te preocupes sobre el incumplimiento del contrato, el dinero no es un problema.
Micaela sonrió y dijo:
—No tiene que ver con el dinero. Me gusta el trabajo y Carlos me apoya, así que seguiré haciéndolo.
¡Víctor estaba un poco impaciente, la chica desafiaba repetidamente su autoridad! ¡Era la presencia más autoritaria de la familia Aguayo!
—Señorita Noboa, entre carrera y Carlos, ¡solo puedes elegir una!
Micaela se sonrió, muy francamente.
—Señor Víctor, creo que no has escuchado bien lo que acabo de decir. Dije, si puede pedirle que elija entre yo y su empresa, pero lo que pasa es, no puede. No me culpe por ser tan directo, le puedo asegurar que puedo hacerlo, y usted, no.
Víctor se sorprendió mucho, pero Micaela no había terminado su frase.
—Y yo también. No puede hacerme elegir lo que debo hacer, porque tomo todas las decisiones por mí, en vez de usted. Y ahora mi respuesta es que no voy a dejar a Carlos, y tampoco la carrera de modelo.
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