No tardó en llegar Tomás acompañado de Elisa Abasto. Micaela la saludó, pero ella seguía con la cara indiferente.
La expresión de Tomás se volvió impotente.
Micaela pensó en la situación de Bianca y se preocupó un poco por ella.
Tan pronto como los despidió, el teléfono de Micaela sonó. Era la llamada de Alba para apremiarla que se marchara.
Después de acordar la hora de encuentro en el aeropuerto, Micaela subió a empacar algunas cosas. En ese momento se sintió agradecida a Carlos por prepararla con lo que necesitaba dondequiera que vivieran...
Apenas pasaron un día juntos desde que él regresó de su viaje, pero iban a separarse otra vez...
El corazón de Micaela rebosaba de triste y lamento. Carlos entró cuando ella pensaba en eso.
Micaela se le acercó y le rodeó la cintura con sus brazos.
—Carlos, no quiero separarme de ti...
En comparación con la antigua, que era demasiado tímida para expresarse, la presente le hizo sentirse alegre a Carlos y cada vez más enamorado de ella.
Carlos le pellizcó la mejilla y le preguntó con una sonrisa:
—¿Quién dijo ayer que iba a romper conmigo? ¿Vas a casarse con un hombre que gane 200 euros al mes? ¿Eh? Sabes bien causarme problema, ¿cómo consigo que el número sea exactamente 200?
Muy avergonzada, Micaela frotó la cabeza en su pecho.
—Pues lo sucedió tan de repente que solo puedo ganar con la sorpresa, si no, el abuelo me llevaría de nariz.
Carlos le levantó la barbilla y le dio un beso en la frente.
—Bien hecho.
Micaela miró a Carlos y le preguntó:
—De hecho, adivinaste que podría haberme pasado algo, ¿no?
Carlos asintió con la cabeza.
—Pero no tuve tiempo de pensar en eso, lo único que podía pensar era que aceptaste a casarse conmigo, que por fin podría llevarte a tramitar la licencia, y que no podrías ir a ningún sitio aparte de estar a mi lado...
Micaela estaba muy emocionada, le abrazó con más fuerza y dijo naturalmente:
—Carlos, te amo mucho...
El corazón de Carlos se aceleró involuntariamente cuando escuchó las palabras. Cada su demostración de amor le hizo palpitar el corazón. Entonces apretó los brazos y le besó en la oreja.
—Querida, ¿me quieres muerto?
Micaela se encogió tímidamente el cuello y trató de empujarlo hacia atrás.
—Debo marcharme, o llegaré tarde.
Carlos tuvo que soltarla. Luego arrastró su maleta con una mano y la sujetó con la otra.
—Vamos.
Cuando Micaela llegó al aeropuerto, se quedó impresionada por la escena.
Una gran cantidad de seguidores, con pancartas y carteles luminosos, llenaron el aeropuerto hasta los topes.
En la pancarta se leían las bendiciones:
—El primer paso de Micaela hacia el escenario internacional, ¡venga!
—¡Que Micaela se convierta en una famosa modelo internacional!
—Micaela, ¡siempre te apoyaremos!
Micaela se quitó las gafas de sol y la máscara, se conmovió tanto que casi lloró. ¡Qué grupo de fans, qué encantador!
Estaban ordenados y no causaban ninguna molestia a otros viajeros. Cuando vieron a Micaela llegar, aunque estaban muy excitados, no se acudieron de golpe, sino que retrocedieron conscientemente hacia los lados para dejar paso a Micaela y Carlos. En los ojos de todos brillaba la felicidad y la pasión de ver a Micaela.
Teniendo a Micaela protegida a su lado, Carlos también se sorprendió un poco de la escena.
Alba y Eric corrieron hacia ellos, seguidos por Ernesto, que había llevado a Alba aquí.
Eric aún estaba limpiando las lágrimas.
Aunque solo fue un beso sencillo, los fans quedaron satisfechos. La imagen era tan hermosa que se le derritió el corazón, y ¡todos se apresuraron a tomar fotos con sus teléfonos!
La cara de Micaela estaba sumamente colorada por ser rodeado así, y quería subirse al avión y esconderse pronto.
Carlos miró a Eric y Alba, volvió a decir lo mismo:
—Que cuidéis bien a Micaela.
Eric afirmó con la cabeza.
—No te preocupes, señor Aguayo.
Ernesto también se despidió de Alba con la mano sonriendo.
Alba se sintió un poco incómoda. No se veía nada lamento en la cara de ese hombre, ¿dónde estaba la tristeza que habían mostrado cuando se habían despedido en Bahía de Yeosu?
Los tres pasaron la seguridad uno tras otro. Micaela no se atrevió a darse la vuelta, estaba un poco deprimida porque tenía la sensación de haber dejado a Carlos solo en el aeropuerto...
Sentada en la cabina de primera clase, Micaela aún se sentía sumamente desanimada. Ella, Alba y Eric se habían salido, y aunque había mucha gente en el aeropuerto, creía que Carlos no encajaba con ellos. Él era tan particular...
¿Pero por qué era tan emocional?
Volverían en unos días...
Ella se burló a sí misma, pero no pudo evitar a volver a pensar, ¿dónde iría Carlos por la noche cuando ella no estaba?
¿Regresaría a Nyisrenda o Barrio Fanslaño? Como ella no estaba, ¿si trabajaría hasta altas horas de la noche sin descansar?
Alba, que estaba a su lado, se alejó, pero Micaela no lo prestó mucha atención, pensando que debería ir al baño. Agachó la cabeza y se escupió a sí misma por empezar a extrañarlo con solo unos minutos separados...
Se sentó en el asiento vecino alguien que no era Alba por sus instintos, entonces ella miró hacia su lado diciendo:
—Perdone, este asiento ya está ocupado...
Los profundos ojos del hombre estaban llenos de risa. Se acercó y le dio un picotazo en los labios que se habían abierto por la sorpresa. Sonó su voz baja:
—Querida, qué casualidad, también tengo misiones en Nación Fracimon.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te Quiero Como Eres