Te Quiero Como Eres romance Capítulo 505

A medianoche, en el Barrio Fanslaño.

Micaela tenía sed, el cuerpo de Carlos era muy cálido como un horno, ¡y sentía que le estaba chupando toda la humedad de su cuerpo!

Se dio la vuelta aturdida e intentaba incorporarse, pero las grandes manos que la rodeaban por la cintura no se lo permitieron y la tiraron aún más hacia sus brazos. Carlos preguntó con sueños:

—Cariño, ¿qué pasa?

Micaela murmuró:

—Carlos, tengo sed...

Los finos labios de Carlos se posaron en su frente.

—Bueno, acuéstate y te traeré un vaso de agua.

Carlos encendió la lámpara de la mesilla de noche y se acercó a la mesa para coger el agua.

Micaela todavía se despertó, se incorporó y observó sosteniendo la manta a la alta figura que estaba de pie junto a la mesa, cogiendo la jarra de cristal para verter agua fría en un vaso, después, cogiendo el termo para añadirle un poco de agua caliente. Finalmente tuvo un vaso de agua tibia y se le dio a Micaela.

Micaela levantó la cabeza para mirarlo y se sintió conmovida.

Recordó vagamente que también hubo momentos en el pasado en los que sintió sed, pero como si estuviera soñando, quiso levantarse, pero no lo hizo, después de un rato, tuvo agua para beber y volvió a dormirse.

Resultó que no eran los sueños, fue él quien...

¡Carlos era tan atento con ella!

Lo hizo todo por ella, incluso era obvio que ella misma podía hacerlo.

—¿Por qué no bebes el agua?

Carlos vio que ella no lo tomó, así que se sentó y le llevó el vaso a los labios.

Micaela se sonrojó un poco antes de cogerlo y dio un pequeño sorbo al agua, que tenía la temperatura justa.

Bajo la luz tenue, Carlos la miró con los profundos ojos y sintió que su mero movimiento de levantar ligeramente la cabeza para beber el agua también era especialmente encantador...

Micaela se sintió un poco avergonzada por su mirada y sólo bebió medio vaso de agua y le devolvió el vaso.

Carlos lo cogió y también dio unos sorbos antes de ponerlo en la mesa.

Volvió a acostarse en la cama y la mujer se metió conscientemente en sus brazos. Carlos le cogió la barbilla con una mano y la besó suavemente...

Micaela gimió, tratando de desviar su atención.

—Bueno, Carlos, déjame preguntarte algo.

Carlos respondió con la voz baja y ronca:

—¿No lo preguntaste antes de acostarte y lo hiciste deliberadamente a la medianoche?

Micaela se puso enojada y lo empujó.

—¿Me diste la oportunidad de hacer preguntas antes de dormir?

Carlos miró a la mujer sonrojada y levantó las cejas. Parecía que era cierto que Carlos no le había dado la oportunidad, porque en aquel entonces, los dos...

—Vale, dime.

Micaela se sonrojó aún más y se apresuró a ir al grano:

—No le das lecciones a Adriana a propósito, ¿verdad?

Carlos era tan inteligente que ni siquiera necesitaba ella decirlo en detalles y lo entendía.

Micaela se lo preguntó de todos modos.

Carlos recostó en la cabecera de la cama y también cogió a la pequeña mujer en brazos.

Si él no satisfacía su curiosidad, no podría dormir.

—Sospecho que hay una persona que le da órdenes a Adriana y estoy esperando que aparezca esa persona.

Micaela se sintió curiosa y levantó sus ojos para mirarlo.

—¿Por qué? ¿Por qué está tan callada si es así?

—Cariño, ¿te has preguntado alguna vez por qué puede mantener la boca cerrada durante tantos años, aunque sabe claramente que eres de Salamonsa?

Micaela lo pensó detenidamente y respondió de repente:

—¡Tiene miedo! Hay algunas razones para que mantenga el secreto.

Carlos asintió con la cabeza.

—¿Te acuerdas de nuestra primera vez de hacer amor hace dos años?

—¿Y qué podemos hacer?

Satisfecho con su confianza en él, Carlos le susurró al oído con la voz seductora:

—Sólo necesitas confiar en mí, seguirme y mantenerte en mi visión periférica.

Micaela le dirigió la vista y se sintió angustiada:

—¡Es imposible! Yo también tengo que trabajar.

—Sí, por eso, pagaré tu incumplimiento de contrato y serás mi secretaria...

Micaela se le ocurrió la conversación que los dos tuvieron en el coche por la noche, dio un gemido y se dio la vuelta para acostarse.

—¡No quiero!

Carlos se le acercó y la tomó en sus brazos.

—Trabajarás conmigo cuando se acabe tu contrato, ¿vale? Abriré un estudio para ti, sólo dibujarás los diseños y yo haré todo lo demás, ¿de acuerdo?

Micaela vaciló inmediatamente y se dio la vuelta para enfrentarse a él.

—¿De verdad? Entonces no quería abrir uno tan grande ni a mi nombre, y sólo haría diseños para clientes que me gusten...

Carlos le besó en la frente.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo.

—Quería que Alba trabaje conmigo, y Kiki y Ana también...

—Con tantas personas capaces, ¿estás segura de que sólo vas a abrir un pequeño estudio?

En su mente, el estudio de diseño se encontraría en su salón de descanso...

Micaela imaginó el futuro maravilloso y se quedó dormida...

Carlos le frotó la cabeza. La distracción había funcionado y lo hizo porque Micaela no podría dormir con todas esas preocupaciones en la cabeza.

Era fácil contentar a Micaela.

Carlos planificaba todas esas cosas, y Micaela sólo tenía que ser feliz estando a su lado y buscarlo cuando tuviera sed o hambre. En cuanto lo echaba de menos, él estaría allí para que lo viera cuando se diera la vuelta...

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te Quiero Como Eres