Te Quiero Como Eres romance Capítulo 542

Ese día, en el supermercado, Ernesto empujaba el carrito, ya fuera para comprar alimentos o bocadillos, lo hacía todo de acuerdo con los gustos y preferencias de ella, y cuando pasaba por la sección de libros, incluso compraba todos los cómics de serie que a ella le gustaban.

En ese momento, Alba todavía estaba enfadada con él, y lo ignoraba sin importar lo que dijera, pero este hombre seguía siendo muy amable con ella...

Alba se sintió repentinamente feliz, con la mente llena de los momentos dulces que había pasado con él.

Cuando recuperó la consciencia, lo olvidó a él. Preguntándose por qué había podido venir sola al supermercado, se dio la vuelta y se marchó. Tras pagar la cuenta, Ernesto se giró con la intención de irse con ella, pero vio que había desaparecido de la nada.

***

Alba se recostó contra él, giró la cabeza para mirarle, se sacó la piruleta de la boca y se disculpó:

—Siento mucho haberte preocupado tanto...

Ernesto le besó la frente y la consoló:

—Tonta, no es tu culpa...

Alba la miró con los ojos llenos de culpabilidad y dijo:

—No, la culpa es mía. Ernesto, casi has perdido la vida por mi culpa. Si no fuera por mí no habrías ido a Nación Catyblaca y no habrías quedado atrapado en tal situación. No entiendo por qué a todos que quiero siempre les ocurren accidentes...

Ernesto la besó en los labios.

Después de un largo rato, Ernesto la soltó y dijo con voz apagada:

—Cariño, este beso es muy dulce...

Alba se acordó del lolipop que tenía en la mano y dijo inconscientemente:

—Porque me comí el loli...

—No, es por ti.

Muy conmovida ante las palabras cariñosas de Ernesto, Alba tiró la piruleta a la papelera, lo miró seriamente y pidió:

—¿Puedes abrazarme así esta noche?

A Ernesto se le faltó el aliento y dijo:

—Oye, ¿tienes que ser tan extravertida y directa?

Alba se rio por lo bajo, con el corazón latiendo un poco rápido, y luego replicó:

—Puedo ser más directa. Si te atreves a rechazarme de nuevo, te lo haré a la fuerza, ¿eh?

Ernesto sintió que el corazón le latió aún más violentamente después de oír las palabras de la mujer.

—Te olvidas de mí cada vez que te sientes feliz. Tengo miedo de que a la mañana siguiente me vea tirado a su lado y llames directamente a la policía...

Ernesto solo estaba bromeando, pero Alba tenía los ojos tan llorosos que Ernesto se afligió y le besó la mejilla, diciendo:

—Cariño, solo estaba bromeando. No te lo tomes en serio...

Inesperadamente, Alba le preguntó:

—¿Realmente quieres que otro hombre saque provecho de mí?

«¿Qué?»

Ernesto se quedó pasmado.

Alba explicó en voz baja mirándolo seriamente:

—Si te olvido por completo, tal vez me case con un hombre que no me gusta. ¿Realmente quieres que yo dé mi primera vez a otro hombre?

«¡¿Qué otro hombre?!»

Ernesto se puso tan celoso al oírla decir que se casaría con otro hombre que inmediatamente la tiró en el sofá y la besó fuertemente en los labios.

«¡Esta mujer es mía y solo puede ser mía! ¡Nadie puede codiciarla! Incluso si realmente se olvida de mí, ¡no la dejaré ir! ¡No permitiré que se case con otro hombre!»

Los movimientos de Ernesto se volvían cada vez más violentos y excitantes, y en este momento, la alarma en su mente volvió a sonar: «Ernesto, si realmente la deseas hoy, sin duda alguna, acelerarás el proceso para que ella te olvide.»

Ernesto intentó ponerse de pie, pero Alba le rodeó el cuello con sus brazos, y le susurró suavemente:

—Ernesto, no quiero tener remordimientos y quiero entregarme a ti completamente...

Ernesto respiraba con dificultad.

¿Cómo sería posible que él pudiera negarse a ella? Había soportado mucho para resistir su deseo en el fondo del corazón. Ahora que ella se confesó tan directamente, Ernesto ya no podía contenerse más. La quería conquistar, tanto el corazón como el cuerpo...

«¿Esta chica tonta carece por completo de sentido común en este ámbito?»

Ernesto tosió secamente unas cuantas veces, la apartó suavemente, se levantó y contestó:

—No estarás embarazada en circunstancias normales.

Alba se mostró al instante decepcionada y preguntó:

—¿Por qué?

Ernesto tomó su celular en la mesita de noche, se lo entregó y dijo:

—Ve a buscar en Google qué es un periodo seguro.

Se cambió y entró en el cuarto de baño, y luego dejó escapar un enorme suspiro de alivio.

«Afortunadamente, ella no se ha olvidado de mí.»

***

En la sala de descanso de Brillantella, Micaela estaba de pie frente a la ventana, mirando los copos de nieve que caían lentamente.

Este año, la primera nevada en Teladia era más tardía de lo habitual.

Micaela tenía miedo al frío, pero este año no lo sentía porque tenía a Carlos a su lado.

Micaela no pudo evitar dibujar una ligera sonrisa al pensar en el hombre.

La temperatura se había bajado mucho en los últimos días y se acercaba la Navidad. Micaela se quedó un poco melancólica al pensar en ello...

En este momento, el teléfono que llevaba en el bolso sonó. Ella se dio la vuelta para cogerlo y se congeló ligeramente cuando vio el nombre que aparecía en él.

¡Qué casualidad! Recibió la llamada de ella justo cuando pensaba en Marta y Sergio.

La persona que la llamaba no era otra que Adriana.

Micaela contestó a la llamada y acto seguido oyó la voz de Adriana llegó desde el otro lado del teléfono:

—Micaela, sí que mi madre y yo te odiamos, pero mi padre siempre te ha tratado bien, así que al menos deberías ir a visitarlo, ¿no?

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