Empecé a decirle a Nastya algunas tonterías sobre el hecho de que Vika no puede tener relaciones sexuales conmigo: los médicos se lo han prohibido. ¡Así que la llevaré!
Sí, eso, como motivo, era una mierda, porque no podía admitir mis verdaderos sentimientos ante Nastya. Tenía varias razones.
Uno: no debía, porque estaba comprometido y había hecho un pacto con mi prometida. La segunda era que yo era una persona seria, tenía muchos enemigos. Temía que a Nastya le ocurriera lo mismo que a Victoria cuando el coche de la novia fue atacado. Tercero, no quería que Nastya se enamorara.
Porque mi destino estaba sellado, ya estaba atado y prometido a otra persona.
No quería que Nastya me amara, pero de alguna manera, ¡me he lanzado!
Porque no podía parar...
Y ahora estaba dispuesto a aullar como un animal, a arremeter contra la presa más tierna y a disfrutarla al máximo.
- ¡Basta de hablar, Nastya! Quítate la ropa y ponte en la cama. Voy a cogerte. De verdad. Toda la noche. ¡No como en el vestuario! ¡Porque tengo mucha hambre de ti! Nastya es mía...
Quiero su hermoso cuerpo, quiero besarla y escuchar sus deliciosos gemidos mientras me muevo, encumbrado sobre ella, moviendo mis caderas y metiendo mi polla hasta el fondo de su hermoso y húmedo agujero.
Lo que hago...
Tomo lo que es mío.
Me abalanzo con avidez sobre mi hermosa chica y disfruto de lo que he estado soñando durante tanto tiempo.
Nastia gime. ¡Mierda! Sus gemidos son como mi droga favorita.
- Mi buen... Hermoso... ¡Tan jugoso! Deseable y caliente...
La beso.
La beso. La beso. La beso.
¡Quiero marcarla, quiero besarla! ¡Quiero devorarla!
Me olvido de mí mismo y me sumerjo en mi paraíso personal, susurrando cumplidos a la criatura más bella del universo.
Quería frotar su coño, meter mi dedo en su vientre caliente para ver si estaba húmedo y listo para recibirme.
Lo que sentí me robó la mente y me hizo el hombre más feliz del mundo.
Y luego tuvimos un sexo loco e irreal.
La penetré suavemente, pero lo quería rápido y duro. Tuve que contenerme para no lastimar al bebé.
- Me voy a correr. ¡Mi pequeño!
Estaba temblando en un frenesí infantil.
Nastya... mi droga personal.
- Yo también...
Los dos nos estremecimos como una fiebre y tuvimos un orgasmo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado