Te tomo prestado romance Capítulo 51

El médico empieza a interrogarme y a rellenar el papeleo necesario. Estoy temblando como si se congelara en la habitación. Las respuestas a mis preguntas se pronuncian automáticamente.

Entonces miro casualmente detrás de la pantalla, tras la cual veo un trozo de mesa quirúrgica de metal. Sobre ella yacen espeluznantes instrumentos: ganchos, bisturí, tijeras en forma de hoz... Los utilizarán para cortarme mi angelito, al que ya estoy increíblemente unido.

¡No!

Eso no va a suceder.

La sangre de mi cuerpo hierve, convirtiéndose en lava. Los instintos se despiertan en mi interior: el instinto de conservación y el más poderoso, el instinto maternal.

¡No me importa nada! Que me maten, que me disparen a quemarropa, pero mientras esté vivo, lucharé hasta el último hombre. Hasta mi último aliento...

- Entonces, ¿estamos preparados? - El médico hace una pausa en los papeles y se dirige a la enfermera.

Por desgracia, no tengo un plan como tal, así que suelto lo primero que se me ocurre:

- ¿Puedo ir al baño? Realmente lo necesito.

Miro desesperadamente a la mujer de la bata blanca, removiéndome en mi silla, fingiendo que estoy desesperada por ir al baño.

- Eh, sí. ¡Muy bien! Natasha, hazme pasar.

Una joven enfermera abre la puerta delante de mí y me invita a seguirla. Una vez en el pasillo, miro nerviosamente a mi alrededor, buscando a mi verdugo personal con ojos asustados.

Bulat no se encuentra en ninguna parte. Probablemente se haya ido por negocios, dejándome al cuidado de sus chacales. De hecho, me fijo en uno de sus guardias, un hombre grande y voluminoso, en una silla de la sala de espera. Está inmerso en su teléfono. Aceleré mi paso para que no nos alcanzara.

Ahora sólo tengo que rezar para que el baño... esté en la planta baja. Rezo desesperadamente, como si realmente me llevaran a la pena de muerte y viviera los últimos momentos de mi vida.

- Adelante, segunda puerta a la derecha.

- Gracias.

La enfermera se aleja hacia la ventana del pasillo y yo entro en el baño. Cierro la puerta con fuerza tras de mí y miro a mi alrededor, estrujando mi cerebro. Mi cerebro empieza a trabajar aún más en una situación tan extrema.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado