Te tomo prestado romance Capítulo 69

- ¿Y bien? ¡No te quedes ahí como un huérfano! Yo digo que cojas lo que quieras. No hay límite en mi tarjeta para ti.

Como el rey del mundo, se encaramó en un trono acolchado -en una silla de tienda- y me admiró. La forma en que estaba empezando a ser transformado. Para él...

Me quedé allí, sin saber por dónde empezar. No estoy acostumbrado a este tipo de excesos. No estoy acostumbrado a aceptar regalos como si fueran una especie de limosna para los pobres. Estoy acostumbrado a trabajar y a ganarme la vida honradamente.

Aunque, podría verse como un regalo. Pero un regalo parece demasiado generoso. No necesito mucho. Sólo puedo tomar un par de cosas. Si valen mi dinero y son de tan excelente calidad, podría usarlos la mitad de mi vida. Sin embargo, en mi posición, mi vestuario tendrá que actualizarse a menudo.

Una consultora salta hacia nosotros. Con un uniforme estricto pero sexy que abraza su forma por todos lados. Toda su atención se dirige a Basmanov, y le mira con una sonrisa coqueta, como si hiciera ojitos deliberadamente, seduciendo.

- Estoy a su servicio. Te escucho con mucha atención", y mueve las tetas hacia delante.

- Ni siquiera mira a la rubia brillante, sólo asiente en mi dirección.

Los ojos oscuros ahora brillan como fuegos artificiales. No recuerdo haber visto ese tono de iris en el formidable Basmanov.

- ¿En qué estilo?

- Lo mejor. ¡Todo de la última colección! ¡Ahora!

Grita tanto la belleza que me estremezco junto con ella. Está gritando porque ella está bloqueando su visión de mí.

Basmanov tuvo que asomarse por detrás de su figura para encontrarme en el mismo momento en que llegué a los estantes y comencé a examinar cautelosamente las prendas.

Una sensación desagradable le pinchó en las costillas cuando la señora casi le pincha en la nariz con sus feas tetas. Me di la vuelta y me aparté. Una pesada tristeza envolvió mi conciencia...

¿Fueron los celos?

Para no estropear el ambiente, decidí concentrarme en la belleza que tenía ante mis ojos.

Aunque no sirvió de mucho...

No todos los días se puede ver y mucho menos tocar. Al menos pude disfrutar un poco. A mí no me habrían dejado entrar sola en una tienda así, me habrían echado con una puta escoba, pero aquí me dejaban hasta tocarla. La segunda chica, vestida más modestamente, se acercó a mí y me susurró:

- "¡Siéntelo, no seas tímido! ¡Mira qué tela tan aireada y elegante! ¿Algo interesante?

Sonrió mientras me mostraba uno de sus mejores modelos.

- Voy a echar un vistazo...

Sinceramente, tenía los ojos dispersos.

- Entonces no me estorbaré.

No quise darme la vuelta para no ver las tetas coqueteando con Bulat.

¿Por qué?

El maldito corazón resulta ser celoso.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado