- Oh..." Me puse la mano en el estómago, tambaleándome.
- ¿Qué?" Bulat se estremeció, sus ojos se oscurecieron, expresando miedo. Cubrió mi mano con la suya, preguntando con entusiasmo: - ¿Se encuentra mal? ¿Duele?
Apreté más mi mano.
- No, no -sacudí la cabeza, sintiendo que se me aceleraba el pulso-. - El bebé... Parecía empujar. Por primera vez.
Y entonces una ligera sonrisa se dibujó en mis labios. Miré a Bulat con ojos cariñosos, olvidando todos mis insultos, levantando un poco mi blusa, dejando al descubierto mi vientre, puso su cálida y ligeramente áspera palma justo debajo de mi ombligo.
El bebé se movía más activamente y yo gemía.
- Escucha. ¿Puedes sentirlo?
El rostro severo de Basmanov se transformó en calidez en una fracción de segundo. ¡Incluso me sorprendió y me estremeció! Después de todo, nunca lo había visto tan suave y completamente diferente.
Los rasgos ásperos y gélidos del rostro severo se suavizaron, y los labios carnosos y tentadores plasmaron una leve sonrisa. Casi imperceptible. Y en ese momento sentí una increíble ternura mientras Bulat me acariciaba muy reverentemente el vientre con su palma grande, rígida y fuerte.
Fue una experiencia inolvidable.
Me lanzaron por todas partes como si fuera hasta el techo.
No tienen precio.
- ¡Sí, Nastya! Me siento..." no lo dijo, sino que murmuró mientras se tapaba los ojos.
Entonces Bulat me cogió la barbilla con sus dedos calientes, me acercó a él, a sus labios. Apretó con fuerza.
Ni siquiera escuchó la conversación por teléfono, dejando que el diálogo de Basmanov pasara por sus oídos, concentrándose sólo en su boca que le hacía señas.
Bulat dejó la llamada, frunció el ceño y me miró.
- Nos vemos esta noche, Nastya. ¡Un asunto muy urgente! Cuídate y descansa mucho -dijo Bulat con soltura, y luego me dio la espalda y se escabulló rápidamente hacia la salida.
Me quedé mirando tras él, me toqué los labios con el dedo y me invadió un sentimiento de decepción.
Porque no nos habíamos comunicado realmente desde aquella frase aguda que había dicho en la tienda. Estaba triste y no quería verlo. Luego me tranquilicé y me dije que sólo era ese tipo de persona.
Podría ser grosero, emocionalmente, y luego arrepentirse. Supongo que... Porque después de esas palabras empecé a evitarle, y él me observaba desde la distancia, con esa especie de mirada... llena de tristeza.
Y entonces, justo cuando estaba a punto de acariciarme, una estúpida llamada telefónica lo arruinó todo.
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