Nastenka...
Esas dos palabras fueron suficientes para enviarme al nirvana y provocarme una amnesia temporal. Si antes había empezado a enfadarme con él por venir a aprovecharse de mí, ahora, cuando me llamó por mi nombre, perdí todo recuerdo.
Sobre todo cuando Bulat se abalanzó sobre mí con un gruñido, me tumbó en la cama y sofocó mis sollozos con un beso hambriento y brutal.
Me cubrió todo el cuerpo de besos húmedos y febriles y me susurró algo, algún cumplido silencioso que no pude escuchar. Empezó con mis labios, luego bajó a mi cuello, a mis pechos. Me quitó la bata, casi la hizo pedazos, y se abalanzó con avidez sobre mis pechos.
Arqueando la espalda, gemí y, como siempre, le obedecí.
Sólo fui débil...
¡Un débil, un tonto enamorado!
Que no puede decirse a sí misma o a él que no.
Porque los sentimientos que se han apoderado de mí son tan fuertes, que me dan ganas de llorar por lo hermosos que son cuando me encuentro en su fuerte, hambriento y codicioso agarre.
- Mi buen... Hermoso... ¡Tan jugoso! Deseable y caliente...
Un beso. Un beso. Un beso.
Un billón de besos calientes sin descanso en mi suave piel, haciéndola suave y flexible.
Eso es todo.
¡Más duro, más rápido, más caliente!
¡Quiero gritar a todo pulmón!
Mi cuerpo ya no me pertenece.
No obedece a mi mente.
Es como meter dos dedos en un enchufe...
¿Qué me está haciendo?
¡Bastardo, sexy, tentador de serpientes!
Juega con mi cuerpo como una marioneta que responde de buen grado a los generosos golpes de su amo.
Ya estoy buscando sus labios y disfrutando de su increíble sabor. Lentamente, tomándome mi tiempo. Chupar. Disfrutando cada segundo. Tratando de recordar cada momento como si fuera el último...
Me cubre y dejo que mis manos exploren su cuerpo. Empiezo por su espalda, recorriendo con la punta de los dedos sus firmes hombros y sus grandes y fuertes bíceps. Por enésima vez, observo que Bulat está perfectamente construido. Pero es imposible cansarse de este hombre. Un pecho musculoso, hombros anchos, abdominales con cubos, piernas macizas...
Toda esa bondad, puedes admirarla durante horas y horas. Es un dios. En todo el sentido de la palabra. Me excita y me manda al borde del universo absolutamente todo lo que tiene este hombre.
- ¡Maldita sea! ¡Nastya-ya-ya-ya! ¡Te deseo tanto!
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado