Sollocé felizmente y me apoyé en él, olvidando por un segundo aquella desafortunada conversación. Bulat me acarició el pelo y me susurró algo en la parte superior de la cabeza cuando nadie miraba.
- Te echo de menos...
Yo también.
Susurro sólo con los labios y me alejo bruscamente al oír el timbre. Bulat también. Nos giramos y vemos a la chica de la limpieza. Se queda en la puerta y nos mira con ojos vidriosos. Luego gime distraídamente, se arrodilla y recoge el cubo de solución jabonosa que se le ha caído accidentalmente del suelo.
- ¡Tía despistada! ¡Limpia eso ahora! ¿Cómo te atreves?
Un hombre con traje, el gerente, se precipita detrás de ella y la castiga, casi golpeándola en la cara. Luego dirige la mirada a su amo y comienza a hacer un informe somero sobre lo que está ocurriendo ahora en la casa del millonario Bulat Basmanov.
- ¡Señor! Hemos comenzado los preparativos para las fiestas. Se acaba de entregar un espléndido arco con lirios y orquídeas blancas como la nieve.
- Llévalo a la sala. Pondremos la mesa allí. ¡Oh, ten cuidado! ¡Si algo se daña, te quitaré el sueldo o serás despedido deshonrosamente! ¡Estás al mando, Boris!
Él asiente, la chica se disculpa.
- Entendido, lo siento.
La criada se limpia rápidamente y sale corriendo a hacer sus necesidades.
Estamos frente a frente en silencio.
- Así que...
Hablamos juntos a coro.
La expresión del rostro de Bulat cambió: una frialdad se instaló en él. Las chispas de felicidad ya no bailaban en sus ojos negros. No sé qué decir de mí.
- Sí, la boda tendrá lugar en unos días. Nos hemos decidido. Victoria lo quería cuanto antes... No hay razón para esperar más.
- Ya veo.
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