Tenias que ser tu romance Capítulo 12

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Después del desmayo de la madre de Fernando y de que el doctor le comentó que debía quedarse en cama, fue evidente que los planes que tenía el joven de salir a visitar a su tío y preguntarle sobre las cartas, tuvieron que posponerse. Fernando, se quedó todo el día en casa, viendo su padre madre cada cierto tiempo y explorando los jardines mientras pensaba en Paula de la O, en el día que había pasado con ella en la playa y todas las cosas que habían platicado.

Era evidente ella le interesaba, no sabía todavía de qué forma pero no podía dejar de recordarla al grado que pensaba más en ella que en su propia prometida, Natalia Martí que había pasado a segunda instancia. Él le había dicho que iría a visitar a su madre para avisarles sobre la boda que tendrían en Barcelona en diciembre, anuncio que todavía no había hecho ya que había llegado directamente a disfrutar de sus amigos y de la vida que llevaba ahí.

Sin embargo, Natalia no planeaba ser olvidada muy pronto y mientras él caminaba por los jardines volvió a llamarle para encontrarse con la sorpresa de que su prometido en si se encontraba finalmente en su casa y podría hablar con él; Fernando no estaba muy contento al respecto.

―¿Diga?

―¡Amor!― expresó la chica emocionada― ¡qué milagro que te encuentro!, ya te extrañaba.

―Igual―respondió él mientras veía los libros en la oficina de su padre dónde había tomado la llamada ―¿cómo va todo?

―Muy bien, el proyecto en Nueva York va tomando forma y pronto deberemos ir a la inauguración, incluso creo que me dará tiempo para poder comprar mi vestido de novia en los locales de la Quinta Avenida, estaba pensando en un Vera Wang, ¿qué te parece?

―Pues…― respondió el un poco confundido― si ese es el diseño que te agrada puedes comprarlo.

―Estuve viendo ya unos modelos que creo irían perfecto con mi tipo de cuerpo, aunque estaba espantado que tal vez debería ser un poco más abrigado, ya sabes hará frío en Barcelona cuando nos casemos. También ya aparté el lugar, tan Gaudí, tendremos unas fotos maravillosas.

―Ya me imagino.― Responde seco mientras saca la caja donde el telescopio de su padre se mantiene guardado.

―¿Ya le dijiste a tu madre? ― Pregunta animada.

―Aún no, he estado un poco ocupado y ella se ha sentido muy mal estos días, ya sabes la presión.

―¡Uy!, qué mal plan, aunque ella no me ha dicho nada en estas dos últimas veces que le he hablando.

―No le gusta decirlo, piensa que es de mal gusto.

―Tu madre tan decente, espero pronto poder verla, ya la quiero saludar.

―Y yo quiero que la saludes― contesta Fernando tratando de termina la llamada para poder salirse de ahí y alcanza a Paula antes de que llegue a su casa―amor, tengo que irme, debo comprar la medicina de mi mamá antes de que cierren la farmacia.

―Si, lo comprendo― suspira― ¿Fer?

―Dime.

―¿Aún te quieres casar conmigo verdad? ― Le preguntó con una voz chillona y en un tono de ruego que no fue mucho de su agrado.

―Claro que si.

―Te amo.― Murmura la joven y Fernando sonrió.

―También te amo― respondió y en cuanto escucho que su novia terminaba la llamada, colgó el teléfono y entre sus manos tomó el telescopio que había revisado durante la plática. Estaba perfecto, tal y como su padre lo tenía cuando él era pequeño.

Salió de la oficina y sin avisarle a nadie, salió de su casa para ir directo a ver a Paula de la O, ya que le había prometido que le tendría una sorpresa que él estaba seguro que le fascinaría. Subió a la camioneta que antes había sido de su padre, una Pick Up de color rojo, que estaba sumamente bien cuidada a pesar de los años que llevaba y acomodó el telescopio en la parte de atrás, para luego manejar hacia casa de ella que justamente iba llegando cuando la intercedió antes de abrir la puerta.

―Buenas noches señorita de la O― le dijo simpático haciendo que ella volteara― ¿qué te pasó? ― preguntó al ver el labio lastimado.

―En el almacén, me pegué con la orilla de una caja― dio de pretexto y aunque no estaba acostumbrada a mentir, no quería que él se enterara de lo que había pasado por haber salido la noche anterior.

―Qué lástima, tus bonitos labios no se merecen ese golpe― respondió. Paula abrió la puerta de su casa y Fernando se bajó de la camioneta para evitar que entrara― ¡No!, espera… quiero que vengas conmigo.

―¿Qué?

―Recuerdas que te comenté que tenía una sorpresa para ti, y tiene que ser esta noche no puede ser ninguna otra.

―Fernando― murmuró ella acordándose de lo que había sucedido y las consecuencias que le había traído el juntarse con él― esta noche no puedo tengo que…

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