Tenias que ser tu romance Capítulo 11

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A la mañana siguiente cuando Iván fue a buscar a Paula, se encontró con la sorpresa de que su amiga se encontraba indispuesta para ir a trabajar y por más que Eugenia le insistió en que no podía verla, Iván se aferró hasta el grado que subió las escaleras para poder verla en el corredor; Paula salió con el labio hinchado y un morado cerca del ojo.

―¡Fue tu padre!― Aseguró él con furia.

―Sí, pero…

―¡Pero nada!, en este momento verá quién soy.

―¡Basta Iván!, no hagas nada. No empeores la situación por favor.― Le rogó ella mientras lo tomaba del brazo.

El instinto protector de su amigo era increíblemente alto cuando se trataba de Paula y ella suponía que era debido a que Iván había sido testigo de tantas situaciones con respecto a su vida que ahora era ya no le era posible pasar nada por alto.

―Metí una denuncia temprano, no creo que haga nada la policía pero al menos ya están avisados.― Le consoló ella.

Iván la tomó del rostro y la observó por unos momentos. El hermoso rostro de la mujer que amaba se encontraba lastimado y de nuevo sus ojos se veían tristes, era evidente que otra vez Paula había llorado por una situación que su propia familia había provocado.

―Vente a vivir conmigo, a mi casa, mi hermana y mis padre estarán de acuerdo, te alejarías de aquí, y ya no te enfrentarías a esto.

―No Iván―negó Paula de inmediato― sabes que no es correcto, además Eugenia se quedaría sola.

―Pues la llevamos a la casa y ya, le daríamos el trabajo y todo estaría bien.

A Paula le daba una inmensa ternura todo lo que le ofrecía Iván y a veces se sentía una tonta por no tomarlo. Con él tendría un esposo amoroso, trabajo, dinero, una casa linda llena de amor y todo eso que cualquier mujer deseaba pero, había dos problemas, el primero era que ella no era cualquier mujer gracias a todas las habladurías y situaciones que la rodeaba y segundo, quería a Iván pero como un hermano, no como algo más. Paula no sentía más que una ternura infinita y un gran agradecimiento hacia él. En el pasado había intentado quererlo, incluso se habían besado, pero no había nada, ni una sola pizca de deseo.

―Iván, gracias… pero prefiero quedarme aquí. Además si me voy, las cosas empeorarán, pero te prometo que si se vuelve a repetir, en ese mismo momento tomó mis cosas y me voy contigo.

―Eso espero― respondió mientras acariciaba su rostro― y ¿por qué pasó esto?, ¿fue el alcohol?

Paula volvió a negar y en un murmuro contestó― ayer Martina y yo fuimos con Fernando a la playa y regresamos un poco tarde.

―¿¡Qué?!― Preguntó Iván sorprendido.

―Sí, llegó de pronto y nos llevó a San Carlos.

Celos, esa es la palabra envolvía los sentimientos de Iván, celos absolutos e irremediables al saber que Fernando Saramago había pasado la tarde a solas con la mujer que amaba.

―Sabes que no puedes tener contacto con nadie de esa familia― le advirtió tratando de que no se notaran sus celos entre las palabras que le decía― que es mejor para ti no salir todo el tiempo.

―Pero no lo pude evitar, además Fernando es mi amigo al igual que tú,¿qué no tengo derecho a salir?, ¿a disfrutar?,¿debo quedarme todo el tiempo encerrada en esta casa cuando es el mismo infierno adentro que afuera?― preguntó un poco molesta.

Iván de pronto se sintió mal, ella tenía razón, una salida con alguien que anteriormente había sido su amigo no tenía nada de malo, además, Fernando Saramago se iría al final del verano y ya no lo volverían a ver jamás.

―Tienes razón―respondió― pero tu padre no lo ve así y mucho menos doña Minerva.

―Pues no me importa cómo lo vea ella, después de todo lo que ha hecho en este lugar con sus chismes esto ya no me interesa.

Iván abrazó a su amiga fuerte y luego la volvió a ver al rostro―si quieres no vayas a trabajar.

―No, no, iré prefiero mil veces irme a trabajar e inventar cualquier cosa que quedarme aquí encerrada con mi tía y mi padre, mejor vámonos.

―¿Seguro? ― Insistió Iván, sabiendo que tan solo pisara fuera de su casa la gente comenzaría a hablar.

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