Tenias que ser tu romance Capítulo 18

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―¿Qué haces aquí Natalia? ― le preguntó Fernando sorprendido.

Natalia, aún con una sonrisa sobre su rostro se acercó a él y cuando estaba a punto de abrazarlo se paró en seco al ver su rostro.

―¿Qué te pasó? ― Preguntó preocupada.

―Nada, no pasó nada― negó con la cabeza.

Natalia acarició su rostro con cariño y luego lo besó en los labios― ya estoy aquí para cuidarte.

―¿Qué haces aquí Natalia? ― volvió a repetir.

―Bueno, hablé con tu madre hace unos días y me invitó a venir al puerto, tenía muchas ganas de conocer el lugar donde creciste, así que ayer que te llame ya me encontraba cerca de aquí y quisimos darte la sorpresa― habló emocionada.

Fernando vio a su madre a los ojos y ella simplemente esbozó una sonrisa ― No me habías comentado Fernando que Natalia y tú se iban a casar, no sabes el gusto que me dio.

―Sí, cuando le enseñé el anillo gritó de felicidad― agrega Natalia mientras lo muestro de nuevo.

―Es precioso― dijo su madre― me recuerda al que me dio el padre de Fernando.

―Madre…― trató de decir él para zafarse y poder irse a su habitación, se sentía cansado y muy adolorido.

―Ven hijo, cuéntame como es que te le declaraste.

Natalia lo tomó de la mano y sin prestar atención a lo demás lo llevó hasta la sala para sentarlo sobre el sofá. Fernando, no podía creer lo que estaba viviendo en este momento, él venía decidido a enfrentar a su madre y ella le había salido con un truco barato de invitar sin su permiso a su prometida a visitarlo al puerto.

―Fue en el Parque Güell― empezó a explicar ella ― lleno de colores al atardecer, Fernando se arrodillo y con esa voz tan bonita que tiene me lo pidió, claro que iba a decir que si― afirmó Natalia tomándolo del brazo.

―Hermosa declaración y qué bien escondido lo tenías, hijo, no entiendo porqué no habrías querido compartirme una noticia así.

Fernando permaneció en silencio mientras observaba a su madre con detenimiento, ¿cómo era posible que ella hubiese hecho tanto daño a una mujer?

―¿Qué no vas a decir nada?― Preguntó Minerva a su hijo que la observaba fijamente.

―Madre, Natalia, en este momento estoy un poco cansado, como ven tuve un accidente y tuve que ir al hospital.

―¿¡Accidente!?― Reaccionó por fin su madre y se puso de pie.

―Estoy bien, muy bien… sólo que me dieron analgésicos y me los acabo de tomar, así que con su permiso iré a mi habitación.

―Nuestra habitación, porque vamos a dormir juntos― aclaró su prometida con una sonrisa.

―Sé que va contra las reglas de la casa pero dije, si ya están próximos a casarse, ¿por qué no?

―Natalia, no es por llevar la contraria, pero hoy me gustaría dormir solo, tengo la mano lastimada y cualquier movimiento podría empeorarla― habló con sinceridad Fernando mientras fingía una sonrisa y la miraba tiernamente.

―Tienes razón, no pasará nada con que yo duerma en otra habitación.

―Pero… la de visitas no…― Interrumpió Minerva.

―Madre, Natalia y yo hemos tomado ya la decisión, si no está lista la habitación de visitas yo puedo dormir ahí esta noche― habló en tono firme mientras ponía un rostro más duro hacia ella.

Minerva sintió la mirada fulminante de su hijo y supo que algo no estaba bien, y que la visita de Natalia había empeorado las cosas en este momento.

―No, ve a tu habitación y descansa hijo― dijo en tono tierno―en este momento le pido a Hortensia que haga el cuarto de invitados para que Natalia se sienta como en su casa.

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