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Iván no podía creer lo que su amigo le estaba diciendo, ¿cómo que estaba enamorado de Paula?, eso no podía ser posible, sobre todo sabiendo que ella era su novia y estaban empezar a salir.
― ¡Qué acabas de decir! ― Exclamó Iván molesto por lo que acaba de escuchar.
―Lo que escuchaste, estoy enamorado de Paula y no pienso perderla.
―¡Pues eso ya lo veremos! ― habló el novio de la chica para después caminar hacia él y darle un empujón que lo aventó hacia la puerta de madera que estaba justo atrás de Fernando.
La tía de Paula se hizo a un lado fingiendo que esto que estaba pasando no le divertía, pero muy a sus adentros se alegraba de que su sobrina no se había salido con la suya.
―¡Basta! ― gritaba ella mientras Iván se le iba a golpes a Fernando y él le respondía con otros más.
―¡Eres un maldito!, ¡sabes que estaba enamorado de Paula y aún así quieres conquistarla! ―le dijo Iván.
―Paula está enamorada de mí, sólo está contigo por lástima ¡¿qué no entiendes?! √ respondió Fernando hiriendo algo más que su ego.
Fernando le dio un puñetazo en el rostro para liberarse de él y poder salir del rincón en el que estaba escondido. Abrió la puerta de madera y justo cuando estaba por salir, Iván con otro empujón lo aventó a la mitad de la calle haciéndolo caer sobre el asfalto. Una señora que iba pasando por ahí fue la primera víctima de los hombres, ya que Iván sin darse cuenta terminó por provocar que sus cosas se cayeran al suelo.
―¡Auxilio!, ¡se van a matar! ― gritó Francisca con tal de llamar la atención de todos los transeúntes ― ¡alguien haga algo!
Pero era imposible, la gente del pueblo estaba más metida en el chisme y en saber quién de los dos iba a salir más herido que nadie se acercó ni siquiera a separarlos. Iván, con su amplia experiencia en todo lo que tenía que ver con peleas le llevaba mucha ventaja a Fernando sin embargo, no lo graba propinarle tantos golpes como él esperaba, ya que su rival era un poco más rápido y lograba esquivarlos.
Parecía que la pelea terminaría cuando uno de los dos matara al otro y lo dejara tendido en medio de la calle e inconsciente. No fue hasta que Iván sintió una mano sobre su hombro que se separó de Fernando.
―¡Qué estás haciendo! ― escuchó el grito de Paula que se había enterado de la pelea y había corrido desde casa de Eugenia para ver lo que sucedía.
Iván se hizo para atrás tirando a Paula sobre el asfalto, estaba cegado por los celos, por la idea de que alguien más le quitara a la mujer que él consideraba perfecta para él. Después de tantos años de insistir, de amistad, de relación con ella no iba permitirlo.
―¡Déjalo ya! ― gritó Paula.
―¡Ves lo que provocas con tus jueguitos! ― gritó la tía Francisca a todo pulmón mientras los presentes seguían entretenidos con el espectáculo.
Paula no le hizo caso y siguió concentrada en tratar de separarlos aunque se veía claramente imposible. De pronto se escuchó un disparo al aire y todos voltearon asustados solo para ver a Iñaki, el padrastro de Fernando, arriba de la pick up con el arma apuntando hacia arriba.
Iván y Fernando dejaron de pelear de inmediato y voltearon a protegerse mientras Paula se pegó a la puerta de su casa. Se sentía completamente perdida y una vez más avergonzada.
―¡Basta ya!, ¡¿qué no ven el espectáculo que están haciendo?! ― gritó el padrastro de Fernando.
El silencio reinó por completo en el lugar. Las pocas personas que se quedaron después del disparo al aire veían atentos a Fernando e Iván que con trabajos se habían puesto de pie y se limpiaban con el antebrazo al sangre que corría de las heridas. Ambos voltearon a ver a Paula de la O, quien con un rostro de furia se dio la vuelta y se metió de nuevo a su casa en espera de que ellos dos le siguieran y dejaran de hacer ese espectáculo en medio de la calle que al final sólo daría más material a que ellos siguiesen hablando de ella.
―¿Qué es lo que te está pasando Fernando? ― preguntó Iñaki mientras caminaba hacia él― tu madre…
―No metas a mi madre en esto― respondió e ignorándolo entró a casa de Paula de la O junto con Iván para que los dos pudiesen hablar con ella.
Tan sólo se cerró la puerta de madera Paula, a pesar del dolor que sabía que los dos sentían, les dio una bofetada a cada uno para luego verlos a los ojos ― ¡qué demonios les está pasando! ― les gritó furiosa― ¡qué no ven el espectáculo que acaban de hacer en medio de la calle!, ¡no les da vergüenza!
Ambos se le quedaron viendo en silencio. La tía Francisca trataba de esconder la sonrisa apretando los labios fuertemente mientras veía a los ojos al padrastro de Fernando que estaba atengo a la situación.
―Paula…― empezó Fernando.
Fernando e Iván como niños regañados salieron de la casa junto con el padrastro de Iván que sin decir nada abrió la puerta de la pick up y le dijo a Fernando que subiera. Paula, ya no quiso decir nada, simplemente cerró la puerta para encontrarse de frente a su tía Francisca que no dejaba de sonreír ante lo que había sucedido.
―¡Y tú dónde estabas ayer por la noche! ― gritó Paula furiosa y aprovechando el rush de adrenalina que tenía enfrentó a su tía que yacía como si nada en la casa.
―Por ahí…
―Por ahí nada… ― respondió Paula ―¡Qué no te enteraste de lo que pasó con mi padre!, ¡de los usureros!, ¡qué estamos a punto de perder esta casa!, ¡dónde estabas!
―¡Por ahí ya te dije!
Así, Paula en un arrebato le dio una bofetada a su tía que provocó que ella se sentara en uno de los sofás que había en el recibidor. Ella se llevó la mano hacia la mejilla tratando de apaciguar el dolor que sentía.
―Todo esto es tu culpa, todo, sólo te apareces para hacer desastres y luego reíste de ellos. Has sido así desde le primer día que pisaste esta casa después de que falleció mi madre y seguirá siendo así toda la vida. Estoy harta, muy cansada de ti y quiero que te largues de este lugar ahora mismo.
La Tia Francisca se quedó en silencio mientras escuchaba a su furiosa sobrina hablar con una rabia que había acumulado en el paso de los años. Sin embargo, no estaba dispuesta a dejarse vencer tan rápido, así que comenzó a reírse en frente de ella como si se burlara de lo que ella le pidiese.
―¿Qué es tan gracioso? ― preguntó Paula enojada.
―¡Ay Paula!, si supieras que tú y yo somos igual de parecidas no estuvieras tan enojada conmigo, en lugar de correrme podríamos ser aliadas.
―¡Jamás sería tu aliada!, y tú y yo no tenemos nada en común.
―Eso crees. Las dos somos dos mujeres solitarias y amargadas dentro de un lugar que no nos pertenece. Ambas tenemos la marca de ser la peor escoria y ambas somos producto de una aventura.
―¿De qué estás hablando?, yo no soy producto de la aventura de nadie.
―Claro que sí… ¿por qué crees que Minerva de Saramago te odia tanto Paula?, por que tú eres hija de su ex marido, producto de la primera aventura que tu madre tuvo con Fernando Saramago, así que oficialmente, eres media hermana de Fernando― pronunció haciendo que su mundo cambiara por completo.
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