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Todo tenía más sentido ahora y a Paula y a Fernando les dolía que las cosas no resultaran mejor sino todo lo contrario. Natalia había sido víctima de un secreto que se había guardado por años y que, ahora, salía a relucir, como un cuerpo que hace mucho había sido enterrado en el mar y que acaba de llegar a la orilla para recordarles a todos que seguía ahí.
La historia que les habían dicho de pequeños era totalmente falsa y por ella, ambos, habían sufrido las consecuencias, una separación inminente y sobre todo les había provocado mucho dolor era hora de que todo esto terminara, que las cosas se aclararan y que ellos tomaran el sartén por el mango.
Así, fueron con Iván hacia la jefatura de policía, donde se supone que podrían encontrar el archivo sobre el accidente de sus padres. Era bastante raro para ellos llegar y preguntar sobre un tema que había pasado mucho años atrás pero, nada perdían con intentarlo.
―¿Los archivos del caso de Saramago y de la O?- volvió a preguntar hombre.
―Sí, precisamente eso― dijo Iván.
―Hmmmmm, pues la verdad, quien sabe… como ven este lugar es muy pequeño y seguro en uno de esos inventarios se lo llevaron para otro lado. Ya es muy viejo, y si es un caso que ya está cerrado es poco probable que esté aquí.
Los tres se vieron entre sí― ¿podría intentar buscarlo? ― le pidió Fernando.
El policía se secó el sudor de la frente y se puso de pie― pues puedo, pero la verdad…― y estiró la mano.
Fernando sacó de su bolsillo un billete de quinientos pesos y se lo dió― si lo encuentras te prometo que vendrán otros dos como este― le advirtió.
El policía le dio una sonrisa y sin decir una palabra más entró al archivo dejando a Paula, Iván y Fernando afuera. Si ese archivo existía, tendrían la oportunidad de saber aún mas respuestas de la muerte de sus padres. Hortensia tenía razón, resolviendo un caso se estaba reabriendo otro y esta vez sería para hallar la verdad.
Minutos después, el policía regreso con una carpeta no tan pesada y se las puso en frente. Adelante, por título, llevaba el nombre “Saramago - De la O”.
―¿Esto es todo? ― inquirió Paula.
―Lo es. Es un caso que ya está cerrado y no hay más que agregar, además de que fue muy evidente ― y esboza una sonrisa― ustedes debería saber cómo terminó esto, ¿no?, así que si quieren agregarle algo extra a la carpeta, ¿por qué no? ― comentó en tono de burla.
Paula la tomó ―¿entonces no le va a importar que me la lleve?― le respondió.
El policía vio a ambos lados y sonrío ― quiero cuatro billetes más como éste, y es toda suya.
Fernando, volvió a sacar de cartera los billetes, se los puso sobre la mesa y le sonrió ― hasta nunca.
―No esté tan seguro señor Saramago, por lo que he visto podríamos estar de nuevo frente a frente muy pronto― le comentó.
Los tres caminaron con el archivo en la mano y salieron de la estación sin ningún problema. En este puerto tan chico y caluroso, quedaba más que comprobado que la corrupción y el dinero eran las mejores armas para sobrevivir y que algunos debería sentirse muy afortunados de haber salido librados del brazo injusto de la ley.
Los tres se subieron al auto y antes de arrancar, por unos breves instantes antes de que el calor sofocara, Paula abrió el archivo para notar que solo había unas cuentas hojas y dos fotografías.
―No puedo creer que esta sea la única prueba del accidente ― murmuró Fernando― si tan solo hubiese estado mas grande en ese momento, habría hecho más preguntas y ampliado toda la investigación.
Iván tomó las fotografías y la vio. Ahí, se reflejaba el auto recién sacado del acantilado todo hecho añicos y en la otra las cosas que habían sacado del auto, esa fue la que le llamó la atención, por lo que hizo una mueca.
―¿Qué?― preguntó Paula.
― Tu madre, iba en ese auto, ¿no es cierto?
―Sí, ya lo sabemos Iván ― respondió como si fuera lógico.
―¿Entonces?, eso quiere decir que iban de “viaje de negocios”, ¿no es así?
―Pues si no es el siguiente estaré desperdiciando la oportunidad de mi vida.
Una vez más trató y al tocar los números 5885 en móvil se desbloqueó de inmediato dándole acceso a toda la información que se encontraba ahí. Aitor, fue directo hacia los mensajes de texto para buscar si había alguna pista que pudiese darle un poco más de información, pero solo encontró mensajes de Mario y uno que otro de sus padres.
Después se fue a la galería de fotos, donde encontró muchas fotos de ella con Mario, una que otra del su hijo Pablo y unas que estaban algo subidas de tono que decidió que no era necesario ver, supuso que las estaba guardando para alguna ocasión especial.
Buscó en los videos y, de inmediato, abrió uno donde ella se encontraba en su habitación. Al encenderlo, pudo ver a Minerva entrar por la puerta mientras el móvil yacía escondido para que no se viera.
―¿Cuándo vas a dejar de molestarme? ― escuchó la voz de Minerva.
―Hasta que se me dé la gana. Tú fuiste la que me metió en esto y ahora ya no quieres saber más de mí. No te cansaste de aconsejarme de que me acostara con Fernando para quedar embarazada e incluso le adulteraste la bebida para que quedara más inconsciente y ¿ya no quieres nada de mi? Te ayudé incluso en contra de Paula de la O― dijo Natalia.
―Sí, pero pensé que eras una mejor mujer, no una tonta que no sabe conservar a su marido.
―Cuidado con lo que me dices porque si Paula de la O se entera que mataste a su madre por un arranque de celos hacia Fernando Saramago, te juro que no meteré las manos al fuego por ti― respondió Natalia.
Minerva suspiró ―Está bien, te daré el dinero pero un día se te acabará el teatro…
―El teatro se acaba cuando yo quiera― comentó Natalia.
Momentos después se veía a Minerva salir de la habitación y a Natalia terminar el video. Aquí había una prueba de lo que Hortensia decía y constaba la verdad, Minerva, era la culpable de la muerte de Fernando Saramago y con esto podría tener aún mas años de cárcel y pagar.
Se salió de las fotografías y antes de salir dejar el móvil al lado, se fue a más archivos para ver qué podía encontrar. Recorrió cada uno de los archivos, moviéndolo con los dedos de abajo hacia arriba hasta que encontró un archivo de audio que decía FMC.
―¿FMC? ― se preguntó.
Así, entró al archivo y al darle reproducir comenzó a escuchar el audio sin poder creer lo que era, esta era la conversación que resolvería todo, esta era la prueba máxima que despejaría todas las dudas y Natalia… la había encontrado.
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