Tenias que ser tu romance Capítulo 70

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Todo tenía más sentido ahora y a Paula y a Fernando les dolía que las cosas no resultaran mejor sino todo lo contrario. Natalia había sido víctima de un secreto que se había guardado por años y que, ahora, salía a relucir, como un cuerpo que hace mucho había sido enterrado en el mar y que acaba de llegar a la orilla para recordarles a todos que seguía ahí.

La historia que les habían dicho de pequeños era totalmente falsa y por ella, ambos, habían sufrido las consecuencias, una separación inminente y sobre todo les había provocado mucho dolor era hora de que todo esto terminara, que las cosas se aclararan y que ellos tomaran el sartén por el mango.

Así, fueron con Iván hacia la jefatura de policía, donde se supone que podrían encontrar el archivo sobre el accidente de sus padres. Era bastante raro para ellos llegar y preguntar sobre un tema que había pasado mucho años atrás pero, nada perdían con intentarlo.

―¿Los archivos del caso de Saramago y de la O?- volvió a preguntar hombre.

―Sí, precisamente eso― dijo Iván.

―Hmmmmm, pues la verdad, quien sabe… como ven este lugar es muy pequeño y seguro en uno de esos inventarios se lo llevaron para otro lado. Ya es muy viejo, y si es un caso que ya está cerrado es poco probable que esté aquí.

Los tres se vieron entre sí― ¿podría intentar buscarlo? ― le pidió Fernando.

El policía se secó el sudor de la frente y se puso de pie― pues puedo, pero la verdad…― y estiró la mano.

Fernando sacó de su bolsillo un billete de quinientos pesos y se lo dió― si lo encuentras te prometo que vendrán otros dos como este― le advirtió.

El policía le dio una sonrisa y sin decir una palabra más entró al archivo dejando a Paula, Iván y Fernando afuera. Si ese archivo existía, tendrían la oportunidad de saber aún mas respuestas de la muerte de sus padres. Hortensia tenía razón, resolviendo un caso se estaba reabriendo otro y esta vez sería para hallar la verdad.

Minutos después, el policía regreso con una carpeta no tan pesada y se las puso en frente. Adelante, por título, llevaba el nombre “Saramago - De la O”.

―¿Esto es todo? ― inquirió Paula.

―Lo es. Es un caso que ya está cerrado y no hay más que agregar, además de que fue muy evidente ― y esboza una sonrisa― ustedes debería saber cómo terminó esto, ¿no?, así que si quieren agregarle algo extra a la carpeta, ¿por qué no? ― comentó en tono de burla.

Paula la tomó ―¿entonces no le va a importar que me la lleve?― le respondió.

El policía vio a ambos lados y sonrío ― quiero cuatro billetes más como éste, y es toda suya.

Fernando, volvió a sacar de cartera los billetes, se los puso sobre la mesa y le sonrió ― hasta nunca.

―No esté tan seguro señor Saramago, por lo que he visto podríamos estar de nuevo frente a frente muy pronto― le comentó.

Los tres caminaron con el archivo en la mano y salieron de la estación sin ningún problema. En este puerto tan chico y caluroso, quedaba más que comprobado que la corrupción y el dinero eran las mejores armas para sobrevivir y que algunos debería sentirse muy afortunados de haber salido librados del brazo injusto de la ley.

Los tres se subieron al auto y antes de arrancar, por unos breves instantes antes de que el calor sofocara, Paula abrió el archivo para notar que solo había unas cuentas hojas y dos fotografías.

―No puedo creer que esta sea la única prueba del accidente ― murmuró Fernando― si tan solo hubiese estado mas grande en ese momento, habría hecho más preguntas y ampliado toda la investigación.

Iván tomó las fotografías y la vio. Ahí, se reflejaba el auto recién sacado del acantilado todo hecho añicos y en la otra las cosas que habían sacado del auto, esa fue la que le llamó la atención, por lo que hizo una mueca.

―¿Qué?― preguntó Paula.

― Tu madre, iba en ese auto, ¿no es cierto?

―Sí, ya lo sabemos Iván ― respondió como si fuera lógico.

―¿Entonces?, eso quiere decir que iban de “viaje de negocios”, ¿no es así?

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