"Cariño, ¿tu esposo ya volvió al país?"
Silvia Martí acababa de terminar una cirugía de retina y, al salir del quirófano y desinfectarse, encendió su teléfono justo cuando Emilia López llamó.
"No me respondiste cuando te invité a comer hoy, ¿cómo es que no me avisaste que tu esposo regresaba?"
Silvia cerró la puerta de su casillero, salió y dijo: "Acabo de salir del quirófano. No sabía que él regresaría hoy."
"¿Qué?" Emilia siempre fue directa, "Ese hombre, regresa al país y ni siquiera te informa, ¿eh?"
Silvia preguntó: "¿Cuándo ha informado alguna vez?"
Apenas medio año después de casarse, Samuel Méndez se fue a Nueva York, sin siquiera discutirlo con Silvia.
Regresaba una o dos veces al año, y siempre se enteraba cuando él ya había aterrizado.
Samuel realmente tenía una mente brillante; en pocos años, su banco de inversión Fortuna creó un mito entre los latinos de Wall Street.
A los 27 años estaba en la lista de las 50 personas más influyentes en el mundo financiero y apareció en la portada de la revista "Banquero". Silvia se enteraba de todo esto a través de las noticias financieras.
"Vaya, tu esposo vuelve al país y es noticia, las chicas de nuestra empresa han estado hablando de eso toda la mañana, y tú ni enterada."
Emilia envió una captura de pantalla de la noticia principal y continuó con sus comentarios: "Mira, dejando de lado su carácter, ¡tu esposo es realmente guapo!"
La prominente familia Méndez de Santa Luz siempre había sido el foco de los medios financieros locales, y en los últimos años, los movimientos de Samuel habían sido aún más seguidos, con los medios nacionales sabiendo más de él que Silvia, su propia esposa.
La foto era una instantánea en el aeropuerto, con el jet privado Gulfstream G650 estacionado en su lugar exclusivo, y un hombre de gran estatura bajando las escaleras.
La cara de Samuel era tan hermosa que una sola palabra no sería suficiente para describirla. Tenía rasgos faciales definidos y contornos profundos en ojos, cejas y nariz, y bajo la brillante luz del sol de la tarde, su apariencia era deslumbrante.
Un traje perfectamente ajustado envolvía su impresionante estatura de hombros anchos y piernas largas, mostrando una elegancia innata en cada movimiento.
El asistente, que estaba medio paso detrás de él, informaba algo mientras caminaba a su lado, y la secretaria empujaba las maletas con una expresión seria detrás de ellos.
En cuanto a Samuel, se veía relajado; tal vez el viaje largo en avión lo había cansado, y su perfil en la foto reflejaba un matiz de indiferencia y cansancio.
Silvia miró la foto.
¿Samuel había vuelto?
Silvia dudaba si guardar la comida que se había enfriado cuando, revisando las redes sociales, vio una publicación reciente de Guillermo Francella.
La leyenda decía simplemente: 【Bienvenido】
Al abrir la foto, parecía ser algún club, un ambiente opulento y lujoso, y todos los amigos de Samuel estaban allí.
Incluso Samuel estaba presente.
Se había quitado la chaqueta del traje y había desabrochado un par de botones de su camisa de tela fina, revelando un escote ligeramente abierto, añadiendo un aire de despreocupación y desenfado.
La foto fue tomada desde un ángulo lateral de Samuel, mostrando sus piernas largas y cruzadas y su mano apoyada en el reposabrazos, sosteniendo casualmente un cigarrillo.
Una mujer con una falda corta y ajustada estaba sentada junto a él, mirándolo con ojos llenos de emoción.
Samuel parecía estar muy relajado, con una leve sonrisa en sus labios.
Silvia cerró su red social, tomó los cubiertos y comenzó a comer su comida ya fría. Después de terminar y ordenar la cocina, se fue a su habitación para tomar una ducha y descansar.
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