Tres Años de Guerra del Amor romance Capítulo 4

Mientras comía, Silvia recibió una llamada de Andrea Frigerio, pidiéndole que regresara a casa ese día.

Silvia asintió, colgó el teléfono y comenzó a jugar con su arroz blanco. De repente, perdió el apetito.-

Tras la jornada laboral, el chofer Brandoni la recogió y Silvia se subió al auto.

El patio de estilo tradicional mexicano, con casi un siglo de historia, era un lugar muy familiar para Silvia; había crecido allí desde niña.

Después de que sus padres fueron asesinados, pasó varios años en un orfanato, hasta que fue "adoptada" por la familia Méndez. Era más un patrocinio que una adopción.

Si Santa Luz fuera una pirámide social, la familia Méndez estaría en la cima, un estrato inalcanzable para la mayoría.

Siendo una huérfana, fue una suerte increíble ser acogida por la familia Méndez, ¿cómo podría ella aspirar a figurar en su registro familiar?

Nadie habría imaginado que su buena suerte continuaría, y que más tarde se casaría con el Sr. Samuel, lo que finalmente la incluiría en el registro familiar.

Silvia esperó un rato en la sala de estar hasta que Andrea bajó las escaleras, vestida con un elegante vestido largo.

"¿Así que echaste a Gimena?", preguntó Andrea.

Silvia no le sorprendió que Andrea estuviera al tanto y le respondió con una pregunta: "¿Vino a quejarse con usted?"

Después de casarse con Samuel, la familia Méndez envió a Gimena como ama de llaves. Era eficiente y atenta.

Con Samuel fuera la mayoría del tiempo, Silvia y Gimena se veían a diario, y Silvia la trataba con cariño, compartiendo con ella los alimentos y suplementos que sobraban en casa, y dándole regalos en festividades.

El trabajo de Gimena era bastante relajado; Silvia, ocupada con su trabajo, pasaba poco tiempo en casa y solía pasar por alto los pequeños detalles.

En una ocasión, Silvia no encontraba un documento importante para el hospital y Gimena no estaba en casa ni contestaba el teléfono. Finalmente, Silvia la encontró en un juego de dominó.

Una de las compañeras de juego comentó: "¿No temes que tu señora te regañe por llegar tarde?"

Andrea se sentó y dijo: "Gimena solo habló mal a tus espaldas, aunque no es aceptable, no es gran cosa. Eres la esposa de Samuel, la joven dama de la familia Méndez, si ni siquiera puedes manejar a una ama de llaves, ¿cómo esperas que la gente no te mire por encima del hombro?"

Silvia forzó una sonrisa.

No sabía qué exageraciones había añadido Gimena en presencia de Andrea, pero fuera cual fuera la situación, ya fuera o no su culpa, Andrea siempre mostraba descontento hacia ella, así había sido desde su infancia.

Silvia ya estaba acostumbrada a no dar explicaciones; total, aunque las diera, Andrea nunca tomaría su lado, sería humillarse sin más.

"Ya tú déjalo, ahora que Samu ha vuelto, ni sabes cocinar, ni puedes manejar las tareas del hogar, ¿acaso planeas que él te atienda cuando llegue a casa?"

Silvia pensaba para sí misma que no era como si no lo hubiera atendido alguna vez.

Pero esas palabras no se atrevía a pronunciarlas frente a Andrea.

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