¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 151

Capítulo 151 

– Por favor, idile a Anastasia que también venga! Espero que le puedan recordar la manera apropiada en la que se trata a los clientes –exigió Lidia con actitud condescendiente, intentando tomar ventaja de su identidad como clienta para humillar a Anastasia, al fin y al cabo, los clientes eran Dios. 

– Claro, por favor, espere un minuto –respondió Fernanda para después salir de la sala y llamarle a Elías. 

– Hola –sonó una voz baja y ronca. 

– Presidente Palomares, ya llegó la señorita Heredia. Se encuentra en la antesala número tres. 

– Por favor, dile a Anastasia que también vaya –instruyó antes de colgar el teléfono, por lo que ella obedeció y la llamó. 

–La señorita Hereda está aquí, por favor ve a la antesala número tres –dijo en cuanto la otra respondió la llamada. 

–No quiero verla. 

–¿Segura que no quieres ver el drama encantador? 

–¿Cuál drama encantador? 

–Lo sabrás cuando estés alli –contestó Fernanda con misterio. 

«Bueno, ino hará daño ver cómo Lidia planea algo para difamarme ahora que estoy aburrida!», pensó Anastasia. Sosteniendo su teléfono en la mano, se levantó y se dirigió a la antesala número tres, tocó la puerta y luego entro; sin embargo, todo lo que vio fueron dos señoritas sentadas en el sofá, pero no miro a Fernanda por ningún lado. 

–¿Estaba bueno el café? –se burló Lidia mientras que la esquina de su labio se curvaba para arriba. 

–No, lo tiré – respondió Anastasia al mismo tiempo que tomaba asiento en el sofá al lado de Lidia; justo en ese momento, se abrió la puerta y se pudo observar a Fernanda, quien estaba parada en la puerta, mientras que le decía algo al hombre que estaba detrás de ella. 

–Presidente Palomares, por aquí. 

Lidia y su acompañante femenina levantaron sus cabezas atónitas, solo para observar a una figura delgada entrar al cuarto. A primera vista, pudieron reconocer quien era: Elías Palomares, el presidente del Corporativo Palomares. 

–Señor Palomares, es una grata sorpresa verlo aquí comentó Lidia de inmediato, fingiendo amabilidad y lo saludó con una sonrisa. 

–Hola, señor Palomares –dijo la acompañante con los ojos llenos de emoción y admiración. 

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Ellas nunca pensaron que en realidad se toparían con el hombre que rara vez tiene la 

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oportunidad de reunirse, por lo que estaban determinadas a portarse de la mejor manera para dejar una muy buena impresión con él. Elías se sentó en el sofá, bajo sus pestañas gruesas yacian sus ojos profundos e indescifrables, incluso parecía que tenían un aire dominante. 

–Señorita Heredia, por favor, discúlpese con mi empleada, Anastasia Torres –gruñó, dedicándole una mirada perforante a Lidia, la cual, estupefacta, respondió al instante. 

–Señor Palomares, quizás no esté enterado de la situación. La cosa es que su empleada fue la primera que incumplió el contrato, así que ella debería ser quien se disculpe conmigo. 

–Considerando la relación entre mi tía y sus padres, estoy dispuesto a dejar pasar las cosas mientras que usted se disculpe con Anastasia. De otra manera, su reputación quedará manchada si es que tomamos el camino del proceso legal –refutó Elías con frialdad, mientras que la otra estaba pasmada. 

«¿Por qué Elias defiende a una empleada tan insignificante como Anastasia?». 

Anastasia, quien estaba mirando todo de lado, por fin entendió lo que Fernanda quiso decir con. «drama encantador», por lo que se dio la vuelta para ver de frente al hombre, quien estaba emanando una presencia intimidante. De hecho, él ni siquiera le dirigió una mirada hacia ella y aun así estaba defendiendo sus intereses. 

–Señor Palomares, n–no tengo idea de lo que hice mal, así que, ¿por qué debería disculparme? –preguntó Lidia, por supuesto, se rehusó a echarse para atrás y disculparse, en especial cuando la parte contraria era Anastasia, su rival en el amor... 

–Para empezar, usted oprimió a mi empleada en el trabajo; luego, tomó ventaja de la situación para chantajear a nuestra compañía por daños y perjuicios. Por último, sus acciones afectaron de gravedad a la moral de mi empleada –declaró Elías. Lidia estaba atónita, admitió las primeras dos quejas que hizo él, pero ¿cómo era posible que ella fuera responsable de la tercera? 

–IN–n–no lo hice! De hecho, no tengo planes de demandar, después de todo, en serio quería un set de joyas personalizado. ¿Qué tal si hablo con la persona principal que está a cargo para que me consiga a otro diseñador? –propuso cuando se dio cuenta de que tan seria era la situación e intento salvarla. 

–Señorita Heredia, creo que todavía no comprende lo que quise decir. Primero que nada, necesito que se disculpe, siguiente, nuestra compañía jamás volverá a aceptar ninguna orden de usted otra vez –obligó Elías a que ella se disculpara sin darle oportunidad de echarse para atrás. Mientras tanto, Anastasia se quedó de pie a un lado, cruzada de brazos en su pecho, esperando la disculpa de Lidia y de paso aprovechó la oportunidad para exponer otra maldad que le hizo. 

–Señorita Heredia, es mejor pensar en las consecuencias antes de molestar a los demás. Por ejemplo, no es algo sabio ordenar un café que cuesta más de cinco mil a mi nombre y sin mi consentimiento para después pedirme que lo pague. Después de todo, usted no sabe lo que me gusta ni lo que prefiero, así que no me quedó opción más que tirar aquella fina taza de café. 

 

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