¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 152

Capítulo 152 

A ese punto, Lidia se estaba rompiendo la cabeza para descubrir una manera de obtener el perdón de Elias, por ende, cuando Anastasia le echo leña al fuego de repente, no pudo evitar mirarla en secreto. Por el otro lado, cuando Elias escuchó las palabras de Anastasia, su expresión se volvió aún más fría, haciendo que Lidia se pusiera más nerviosa. 

–Lo siento, señor Palomares, no fue intencional. Creí que a la señorita Torres le gustaría ese café –dijo intentando salvar su propia imagen, al fin y al cabo, Elias era el primo de Miguel, asi que, ino podía darse el lujo de arruinar su imagen enfrente de él! 

–Senorita Heredia, ¿qué le parece esto? Estoy dispuesta a dejar esto de lado con tal de que se disculpe conmigo y me regrese el dinero del café – propuso Anastasia, revelando una sonrisa. Lidia se rehusaba a aceptar su oferta, pero estaba consciente de que la sugerencia de Anastasia le podia ayudar a salir de esta situación vergonzosa, así que, sin opción alguna, suprimió su enojo y asintió. 

–Está bien. Me disculparé contigo. Nada más olvida lo de la indemnización y te daré el dinero del café. 

Al ver que Anastasia nombró sus condiciones, Elías se quedó callado y no tuvo objeción alguna; se miró como ella sacó su teléfono y tecleó en la pantalla para obtener un código QR que la dejara recibir el dinero. Después, Lidia usó el suyo con rapidez para escanearlo y transferirle los 5,888 y al mismo tiempo, respiró profundo y dijo: 

–Señorita Torres, lo siento. Por favor, perdone mi grosería. 

–Está bien, la perdono –contestó Anastasia después de revisar su teléfono y confirmar que había recibido el dinero, sin siquiera voltearla a ver. Cuando el hombre miró que la mujer revisaba con impaciencia la transferencia con la cabeza agachada, la frialdad en sus ojos se reemplazó por una sonrisa cariñosa. 

«Pareciera que sus ojos están pegados al dinero». 

–Señor Palomares, lamento haber malgastado su preciado tiempo. Tengo otro asunto que atender, por lo que ya debo irme –comentó Lidia agarrando a su acompañante femenina con ella. Rápido abrieron la puerta y dejaron la antesala con miedo de que hubieran podido ofender al hombre si es que se quedaban un segundo más. 

– Presidente Palomares, gracias por defenderme – le dijo mirándolo mientras agarraba su teléfono 

–Agrega otro platillo para esta noche –respondió levantando sus cejas hacia ella, dándole a entender que el prefería que ella mostrara su gratitud a través de acciones; contuvo la risa y dijo mientras se quedaba parada en la puerta: 

–Claro. ¿Qué tal dos platillos extra? ¿Eso será suficiente, presidente Palomares? –dijo terminando con un tono largo, pero ella no tenía en lo absoluto idea de que sonaba en especial seductora cuando lo llamaba por ese nombre. Se sentia como una pluma que cepillaba con gentileza su corazón. 

–No olvides cocinar más arroz –respondió con las cejas alzadas, mientras que su corazón se 

detenia por un segundo

– Claro! –añadió Anastasia, quien estaba avergonzada al hablar de esto en la oficina, asi que, de inmediato, abrió la puerta y se fue. A pesar de que todo el día había estado enojada, todo el incidente terminó de una manera que la hizo sentirse aliviada; por su parte, Lidia, quien ya había regresado a su carro, estaba tan enojada que golpeó el volante, mientras que su acompañante femenina se sentó a su lado con una mirada de disgusto. 

–Me pregunto que hizo Anastasia para permitir que Elías la defendiera. 

–En definitiva, encontraré la oportunidad de vengarme de ella por la humillación que tuve que soportar hoy —comentó Lidia tan enfurecida que casi se desmaya. 

Fernanda se encargó de la situación que involucraba a Lidia de una forma tan buena que nadie en la oficina supo que en verdad fue Elías quien tomó la iniciativa de dejar las cosas en claro para a Anastasia; de otra manera, ella hubiera hecho que todos se murieran de la envidia. De hecho, Anastasia, quien era de carácter despreocupado, no se molestó en lo absoluto por el incidente, ya que había obtenido de vuelta su dinero; aprendió que las cosas que no le incumben no iban a malgastar su tiempo. A las 3:00 de la tarde, después de platicar un poco con Fernanda, abrió la puerta de su oficina y, de forma inesperada, se encontro con Miguel, quien estaba silla. Al ver que ella había regresado, Miguel giro en esta y le dedicó una sonrisa brillante, revelando sus deslumbrantes, aperlados y blancos dientes. 

—¿Por qué estás aquí? ¿Ya terminaste con la renovación del trabajo? –preguntó Anastasia mientras entraba a la habitación. 

–Estoy aquí para dar una revisión al lugar y visitarte, también para ir a cenar contigo y Alejandro esta noche. 

–¿Eh? ¿Esta noche? ––cuestionó con el corazón en la boca, pues tenia que cocinarle la cena a Elías esa noche. 

–Estoy sediento –comentó Miguel, luego extendió su mano para agarrar el vaso de agua que estaba en su escritorio. Los ojos de Anastasia se abrieron de par en par, por lo que, a velocidad de la luz, le arrebató el vaso. 

–No ples beber de mi vaso. 

–iNo seas tacaña! iDarle un sorbo no me hará daño!–exclamó mordiéndose los labios, luciendo como sí su reacción lo hubiera lastimado. 

 

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