¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 273

Capítulo 273

-¿Alguna modificación que creas pertinente? —preguntó Anastasia.

– No. Este boceto servirá. Envialo a Fernanda de inmediato y que comiencen a trabajar en él. – Elías dejó el boceto sobre el escritorio, en donde notó otra pila de papeles. —¿En qué más estás trabajando?

-Ah… E-en nada – tartamudeó Anastasia.

Ella camino hacia la ventana para abrirla un poco. Después de todo, quería sentir la refrescante brisa sobre sus mejillas, pero cuando la abrió, lo que sintió fue una ráfaga de viento que entró al cuarto. Esto ocasionó que los papeles sobre el escritorio terminarán esparciéndose por todo el cuarto, con la única excepción del que quedó hasta abajo.

-iAh!

Anastasia quedó abrumada por el pánico que sintió y se apuró a llegar a ese papel, pero el viento volvió a soplar y lo movió de su lugar, lo que le causó gracia a Elías. En ese momento, se dio cuenta de que uno de los papales que volaban frente a él no estaba en blanco. Extendió su brazo para tomarlo. Mientras tanto, Anastasia se encontraba recogiendo los papales, buscando con desesperación el único que no quería que Elías viera, pero cuando alzó la mirada, se dio cuenta de que él ya lo tenía en su mano.

-iNo, no puedes ver ese! Regrésamelo!

Anastasia se abalanzó contra el otro para quitarle el papel, pero Elias alzó su mano lo más alto que pudo para alejarlo de ella y que no pudiera alcanzarlo. A pesar de que aún no miraba lo que había dibujado, su desesperación le dio más curiosidad por descubrir que tenía. Por su parte, Anastasia trató de alcanzarlo dando saltos, pero fue inútil. Poco después, Elías alzó su mirada y se enfocó sobre el retrato. Al fin entendió por que ella estaba tan desesperada, puesto que lo había dibujado sobre el papel.

-Aquí está -indicó, devolviéndoselo.

-No pienses mucho en eso. Solo estaba aburrida – declaró Anastasia con el papel en su mano y sus mejillas sonrojadas por completo.

. -Sí, estoy seguro de que te acuerdas de mí cuando estás aburrida. – Elías curvó sus labios en una

sonrisa muy grande.

– No, eso no es verdad. Solo estaba… practicando mis habilidades de dibujo y, como tú eres tan atractivo, tu rostro es una opción perfecta para un retrato. Así de simple – tartamudeó Anastasia sin saber qué decir en realidad.

-¿Me estás diciendo que te resulto atractivo?

Elías cruzó sus brazos y se inclinó hacia ella, pareciendo presumir su apariencia atractiva. De momento, Anastasia concordó con él, aunque no era ningún secreto que la gente consideraba a

Elías como alguien muy atractivo.

– Miguel también es atractivo. ¿Por qué no lo dibujaste a él? -preguntó Elias con una sonrisa. Quería que ella admitiera que él le era importante

-Sí, sí, tienes razón. -Como no halló otra forma de solucionar eso, decidió admitirlo. – Me gusta dibujarte. Si te encantó tanto, puedes quedártelo.

-Sí, me encantó, iasí que supongo que lo guardaré! De hecho, lo colgaré en mi cuarto. Lo conservare y apreciaré como un gesto de tu… buena voluntad -indicó Elías y tomó el dibujo de sus manos.

Anastasia se quedó sin palabras al escucharlo. Después de todo, le fastidió el narcisismo del hombre, a pesar de que ella ya había dejado en claro que solo lo dibujó porque estaba aburrida.

-Veré cómo está Alejandro.

Anastasia se sentiría más avergonzada si se quedaba con él, por lo que salió con rapidez y se retiro. No se dio cuenta de que el hombre seguía admirando el retrato con un par de ojos conmovidos. Se quedó ahí parado cerca de una eternidad.

Como era sábado, Anastasia terminó su cena y supervisó a su hijo, quien hacia la tarea. Al mismo tiempo, se preguntaba en donde podría rentar un vestido de noche para el evento de mañana, puesto que solo tenía atuendos casuales y para el trabajo y no contaba con uno que fuese aceptable para la fiesta. Además, no le preguntó a su papá si Noemí y Erica lo acompañarían, ya que seguía pensando que eso era incumbencia solo de él.

En la noche, Elías relevó a Anastasia y puso a Alejandro a dormir, cansándolo con un cubo de Rubik. Por su parte, Anastasia se encontraba en su cuarto, leyendo unos mensajes de texto en su teléfono para pasar el tiempo antes de ir a la cama. A pesar de la distracción que le podían ofrecer todos los videos que estaban disponibles en el internet, ella se sentía vacía por dentro sin poderlo evitar. Después de todo, en el día estaba ocupada por su trabaja y la acompañaba su hijo, pero cuando el sol se ocultaba, comenzaba a sentirse sola.

 

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