¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 274

Capítulo 274

Anastasia apagó su teléfono y divagó por su mente hasta que, eventualmente, regresó a pensar en ese hombre. Lo comparó con los videos que vio antes, en donde salían hombres mostrando sus cuerpos, pero a esos videos les faltaba algo. A pesar de que estuviesen cargados de efectos especiales y filtros, Elias era muy superior a ellos.

«Oh! ¿Por qué volví a recordarlo en él?».

Cerró los ojos y esperó a que esos pensamientos salieran de su cabeza. La relación que tenía con él era un desastre. Se besaron y se mudaron juntos, pero solo eran amigos. Todo lo que él hacia y decia, incluido lo cercano que se hicieron, le era surreal. Ella no tenia la valentia necesaria para apartarlo o para acercarse a él, puesto que temia que todo lo que él hacia era solo para compensarle o para satisfacer un repentino interés romántico.

También había otra cosa que tenia que encarar: él durmió con Helen. Se sentó, frustrada, y comenzó a imaginar cosas debido a su insomnio. Terminó por abrir la puerta de su cuarto y bajar por unos tragos. Frente al refrigerador del primer piso, miró que estaba llenó de diferentes tipos de bebidas y se decidió por tomar una cerveza.

La abrió de inmediato y comenzó a beber, como si intentara reprimir sus frustraciones con el alcohol. Mientras bebia, subió las escaleras para volver a su piso. Esta era la primera vez que consumia tanta cerveza, aunque todo lo que quería era dormirse y deshacerse de esos desastrosos pensamientos.

A pesar de que la cerveza era agria, se sintió mejor después de beber media lata, aunque no tenía idea de que había una figura que la observaba detrás el barandal del segundo piso. La imagen de ella bebiendo se quedó incrustada en su mente. Antes de que se diera cuenta, ya casi se había acabado la bebida. Eructó y se dirigió a la sala del segundo piso, donde tiró la lata a la basura. Pensó que había bebido con disimulo, pero quedó sorprendida en el momento en que se giró.

-¿C-cómo llegaste sin hacer ningún ruido? Estás consciente de que las personas pueden morir de sustos, ¿cierto? – Ella entrecerró los ojos hacia él.

– ¿Estuviste bebiendo? -preguntó Elias, acercándose a ella con sus brazos cruzados.

-¡No! Nunca bebería alcohol – declaró Anastasia, negándolo de inmediato, ya que asumió que él apenas había llegado.

-¿De verdad?

Elías se siguió acercando con una mirada escéptica en su rostro. Ella retrocedió unos pasos en respuesta, puesto que sabía que apestaba a alcohol y él sería capaz de olerlo si se pegaba a ella. Por su parte, él no expuso su mentira y se sentó en el sillón. La miró y le preguntó:

-¿Hay algo que te esté molestando o preocupando? Puedes contármelo.

Se decía que, bajo la influencia del alcohol, las personas ganaban más valor y Anastasia ciertamente se sentia más valiente. Antes, él se había negado mencionar cualquier cosa de su

relación con Helen, pero, ahora, ella sentía la necesidad de averiguar más.

—¿De verdad? Sin importar lo que pregunte, ime responderás en serio? -Se sentó delante de el con sus cejas alzadas.

«Ella no podía dormir debido a mi?» pensó Elías con sus ojos brillando debido a la sorpresa que sintió cuando escuchó eso.

– Dispara -indicó, asintiendo.

– iHablemos de tu relación con Helen! -dijo de forma directa y mirándolo a los ojos.

-¿Por qué hablaríamos de esto? -preguntó, tensándose de inmediato y con una mirada que revelaba lo reacio que estaba ante ese tema.

– Tengo curiosidad sobre cómo durmió contigo -indicó, actuando como si solo fuera una espectadora desconectada de la situación.

– Alguien me engañó para que lo hiciera. Ocurrió cuando yo no estaba consciente -dijo con sumo cuidando mientras fruncia sus cejas.

– ¿Dónde ocurrió? ¿En un hotel?

-En un club.

Eso no la sorprendió. Después de todo, esos lugares eran ideales para incidentes tan ridículos como ese.

-Así que, chas estado tratando de compensarle durante estos últimos cinco años? —preguntó Anastasia.

– No. Apenas la acabo de encontrar este año -respondió con sinceridad.

-¿Cómo la encontraste? —Anastasia había quedado sorprendida por su última revelación.

– Antes de que me desmayase aquel día, le di un reloj. Ella lo vendió a una tienda de empeño hace unos meses, así que supe que la mujer de aquella noche era ella. -Con esto, había revelado todo sin quedarse con nada.

 

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