¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 307

Capítulo 307

– Me gustó muchísimo! —respondió Alejandro

«¿Por qué no está descansando en casa?. Preguntó Anastasia en silencio después de que vio que ya eran las 9:40 de la noche. «¿A qué habrá venido?. Ella hizo su mejor esfuerzo por no sonar que lo estaba corriendo cuando comenzó:

-Ya es noche, presidente Palomares. Necesito darle una ducha a Alejandro y tiene que ir a la escuela mañana. Debería ir a casa a descansar. – Podía ver que Elías no estaba en su mejor humor ese día y sabia que no debía hacerlo enojar en un momento como ese.

– Alejandro, ve a bañarte, ya jugare contigo cuando hayas acabado. Luego puso al chico de regreso sobre el piso y fue a sentarse en el sofá, por lo que no le quedó más opción a Anastasia que dejar a Elias por su cuenta mientras que llevaba a su hijo al baño. Después de que quedó bien limpio, salió corriendo hacia el sofá una vez más para jugar con el cubo de Rubik junto a Elías; ella veía como el hombre mantenia a su hijo entretenido, por lo que fue hacer unos cuantos quehaceres de la casa hasta que se hicieron las 10:00 de la noche, la hora en la que Alejandro tenía que irse a la cama.

– Alejandro, ya es hora de dormir – le pidió.

– Pero yo todavía quiero jugar.

-Yo te mantendré compañía hasta que te quedes dormido. -En cambio, fue Elías quien levantó la voz mientras que cargaba al chico que vestía pijamas con dibujos de caricaturas hacia su dormitorio. Anastasia estaba un poco impactada por sus acciones.

*¿Por qué se mantiene aquí y no se va a su propia casa?».

Al mismo tiempo que ocurría eso, las personas que estaban afuera del edificio reportaban la ubicación de Elías a Alma y ella supo al instante que se trataba del área residencial de Anastasia tan pronto como escuchó el nombre de la calle.

«¿Acaso ella fue la razón por la que Elías se fue de la cena? ¿Lo llamó para que se marchara a propósito? ¿Por qué había dicho que no se sentía atraída por él de un lado, pero termina saboteando mi cita por el otro?». Alma se encontraba sentada en su condominio y la frialdad de su mirada era atroz mientras que las preguntas le llenaban la cabeza. «Anastasia se quiere morir, ¿verdad? Todo aquel que se ponga en medio de los planes de mi padre morirán.

Eran las 10 con 10 minutos de la noche para el momento que Anastasia terminó con la gran mayoría de los quehaceres y cayó rendida sobre el sofá con un vaso de agua en la mano. Tuvo la necesidad de abrir la puerta del cuarto de su hijo y vio que él ya se había dormido bajo la poca luz; Elías hizo un sonido callado para decirle que bajara la voz para que luego se levantara lentamente y saliera de la habitación. Anastasia retrocedió para darle espacio para caminar, pero fue en ese momento que recibió un mensaje de texto en su celular. Eso la alteró y le echó un vistazo, pero lo único que vio fue que se trataba de un mensaje de parte de Mario.

«Anastasia, tu papá ya está en casa sano y salvo».

Gracias, señor Salcido.

*No me llames asi, isimplemente llámame Mario!.

Al ver el mensaje, le contesto de manera cordial con un breve está bien. Ella era sumamente cordial con Mario porque sabia que dependeria mucho de el con respecto a los temas que correspondían a la toma de responsabilidad sobre la empresa. De repente, Elias le arrebato su celular de la mano y de pura coincidencia, Mario le mandó otro mensaje de texto: a la vez que su gelida mirada se disparaba hacia el contenido del mensaje nuevo, la expresión de su rostro se congeló de inmediato.

Anastasia, me la pasé bien esta noche. Gracias por darme una noche fantástica

-¿Una noche fantástica? ¿Qué fue lo que hizo ella para hacerlo sentir tan “fantástico”?». La frente de Anastasia se frunció de inmediato y dijo con rapidez:

– Dame mi celular. -El hombre que fácilmente la superaba en fuerza por mucho entrecerró la mirada al verla y la cuestionó:

-¿Qué es lo que estabas haciendo con Mario?

– iFuimos a cenar! -Estaba atónita después de escuchar su pregunta, pues ¿qué más podrían haber estado haciendo los dos si es que no se trataba de una cena juntos? Pero como Elías aún no confiaba en sus palabras, le pregunto:

– ¿Y solo eso? -El mensaje de texto parecía tener un significado oculto en él.

-Elias, deja de jugar y regresame mi celular. -Anastasia no tenía la más minima intención de que alguna otra persona viera sus mensajes privados; otro mensaje volvió a aparecer:

«Buenas noches, Anastasia. Que duermas bien. Nos vemos en la siguiente ocasión.

El también lo leyó y sus delgados labios se doblaron cuando le preguntaba:

-¿Cómo es que se volvieron tan intimos con solo una noche?

-Dame mi celular. -Ahora se había vuelto seria mientras que lo veía con una mirada desconcertante.

-Si lo quieres. -Elias levantó su celular por encima de su cabeza y contesto: Ven y tómalo.

Ella no iba a caer por un truco tan mediocre que utilizaban los hombres con frecuencia para engañar a las mujeres.

-Olvídalo, entonces. ¿A qué hora planeas irte?

-Esta noche no me iré; me quedaré aquí hasta más noche – declaró con arrogancia con sus brazos cruzados y Anastasia por fin se sintió exasperada por haber escuchado sus palabras, por lo que expresó con rabia:

 

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