¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 329

Capítulo 329

Sin embargo, el incidente no había sido del todo malo. Al menos, ella había visto la verdadera personalidad de Alma y trataria de mantener distancia con ella en el futuro. En definitiva, no había necesidad de que alguien como Alma trabajara con ellos, lo cual queria decir que solo habia llegado por una sola razón: Elias. Sin embargo, Anastasia comprendia por qué las mujeres se esforzaban por impresionar a Elias.

Helen acababa de salir del auto en el aeropuerto cuando, de pronto, respiro profundo antes de sacar su teléfono y llamar a Elias. Luego de siete segundos, una seductora voz masculina sono del otro lado de la llamada.

-Hola, Helen. Sucede algo?

-Elias, me iré de vacaciones al extranjero por tres meses. Queria despedirme.

-Bien, adelante. Ve con cuidado – le recordó Elias.

-Elias, quizás me veas diferente cuando regrese -añadió Helen de forma misteriosa.

– Si? Bien Cuidate.

Al escuchar eso, un toque de decepción apareció en los ojos de Helen. Ultimamente, Elias habia sido muy formal con ella y solo podia sentir que la trataba como una amiga normal por la forma en la que le hablaba.

-Bien Te extrañaré -añadió Helen de forma dulce. Sin embargo, Elias solo respondió:

– Mm. Nos vemos.

Helen se sentia decepcionada por su respuesta seca, pero pronto, esa decepción se convirtió en determinación al pensar en toda la vida que tenía por delante. Para empezar, aún tenía muchas oportunidades de cambiar su destino, pues sería una persona nueva cuando regresara al pais.

– Vámonos, señorita Sarabia!

Había un grupo pequeño de tres personas a un lado de Helen. Ella se giró para mirarlos y pregunto:

-¿Su soborno fue suficiente? Quiero al mejor cirujano.

-Asi es respondió un hombre de mediana edad-. Hemos contratado al mejor cirujano plástico. Su satisfacción está garantizada.

Ellos hicieron lo mejor que pudieron con la cantidad generosa que Helen les habia pagado.

– Bien.

Helen comenzó a caminar dentro del aeropuerto antes de ver un espejo a su lado. Luego, apreto

su quijada cuando se giró para observar su rostro ordinario. Ella lo detestaba, pues pensaba que sus facciones apagadas eran la razón por la cual Elias no podía admirarla y estaba segura de que recibiría su amor si tuviera las facciones de Anastasia. Para conseguir a Elías, ella no estaba asustada de los peligros y efectos secundarios que pudieran surgir con el procedimiento. Lo único que queria era que Elías la quisiera. Podía ser un amor superficial que solo durara un tiempo, pero a ella no le importaba.

Su amor por él era demasiado profundo como para que se arrepintiera, pues era el tipo de amor que le hacía perder el sueño por las noches. Se sentía perturbada de forma constante por la imagen de Elías y Anastasia en su mente y nunca pudo descansar desde que regreso del banquete de cumpleaños. Con tan solo pensar en ellos siendo cariñosos y cómo Anastasia había conseguido toda su atención era suficiente para que Helen se volviera loca de celos. Helen necesitaba un rostro diferente para tener a Elías. En cuanto al rostro que quería, ella no estaba interesada en

les hermosas, sino que quería tener el rostro que a Elías le encantaba; quería tener el rostro de Anastasia. Mientras apartaba su mirada del espejo, una sonrisa amenazante y de satisfacción apareció en el rostro de Helen.

Por otro lado, Elías estaba sentado en un sofá en su chalé mientras cuatro de sus guardaespaldas le daban informes.

– Presidente Palomares, el señor Raúl Palomares ha insistido en no irse del país. Ya le hemos dado una advertencia, tal como nos indicó.

– ¿Se ha puesto en contacto con alguien últimamente?-preguntó Elías.

-Se ha reunido para comer con algunos de sus viejos amigos. Nada más que eso.

-Vigilenlo de cerca. Quiero saber de cada uno de sus movimientos en el país -dijo Elías mientras su mirada se oscurecía de forma peligrosa.

La muerte de sus padres había sido una lección. Raúl era mucho más cruel de lo que Elías podia imaginarse. Estaba seguro de que Raúl seguía teniendo rencor de la vez que la abuela de Elías lo sacó del país. Había una gran posibilidad de que Raúl quisiera causarle daño a los Palomares ahora que había regresado. Por ello, Elias no podía ser lánguido al monitorearlo, pues también tenía sus maneras de vigilar a Raúl, quien había estado en el extranjero.

Cuando el fin de semana llegó, Anastasia pasó un día normal pero cálido con su hijo. Para alguien que llevaba una vida normal, poder pasar cada día de forma feliz y tranquila era la mayor alegría de la vida.

 

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