¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 337

Capítulo 337 

– Alejandro dijo que se quiere bañar solo. ¿Quieres fruta? 

-Sí, por favor —respondió Elías de forma brusca. 

Por fortuna, Anastasia acababa de comprar cerezas frescas. Aunque eran costosas, las compro porque le encantaban. Después de lavar algunas, las puso frente a Elías. Ella no tenía nada más que hacer, así que se sentó a su lado y tomó una cereza para comerla. Justo cuando sus labios rojos estaban por morder la cereza, Elias se giró y tomó su nuca con una mano antes de que sus labios se acercaran a los de ella de forma dominante y le quitaran la cereza de la boca. 

«Me la quitó. Con su lengua…» 

Anastasia no podía reaccionar. Su mente se quedó en blanco por un momento y sus mejillas estaban sonrojadas. Cuando regresó a sus sentidos, Elías estaba masticando la cereza que debía estar en su boca. 

-iElías! 

Anastasia estaba tan molesta que comenzó a reírse. El hombre demasiado repulsivo y había estado jugando de forma ambigua con ella desde que se conocieron. 

-Está dulce. Igual que tú. 

Elías aún tenía el corazón para elogiarla. Para evitar que volviera a suceder lo mismo, Anastasia se hizo a un lado poco a poco y al final se sentó en el sofá a un metro de él. Ahora, Elías tenia que tomar las cerezas por su cuenta. Cuando Alejandro salió del baño, Anastasia le puso un abrigo grueso para mantenerlo calientito. Mientras tanto, Elías miró a la hora y se levantó antes de decir: 

-Debería irme ya. 

-Nos vemos mañana, señor Palomares -dijo Alejandro mientras decía adiós con la mano. 

-Nos vemos mañana. Duerme temprano -dijo Elías antes de salir por la puerta. 

Esa noche, Anastasia seguía sin poder dormir y se quedó despierta hasta el día siguiente. En la oscuridad, ella observó el brillo que reflejaban los diamantes de su brazalete, el cual parecia una estrella brillante en la noche sombria, iluminando su corazón y brindándole calor. A pesar de que no pudo dormir hasta mucho después, durmió tranquila y serena. 

Al día siguiente, estaba helado afuera cuando Anastasia y Alejandro salieron del departamento, provocando que se sintiera como si el invierno ya hubiera llegado. Incluso comenzó a llover cuando estaban a mitad de camino hacia el jardin de niños. La ciudad entera parecia estar atestada en la mañana ajetreada. 

Luego de dejar a su hijo en la escuela, Anastasia se apresuró hacia el atelier. Cuando llegó, todos en la empresa estaban discutiendo sobre algo importante con emoción; el traslado del Estudio de lovpria Burmies lo cual anería decir que el atelier se habia frisionado con el Cornorariun 

Palomares y que iban a trabajar en la sede. Todos estaban emocionados, como si trabajar en un lugar que estaba lleno de oportunidades y élite cambiaría sus vidas. Sin embargo, lo que ellos no sabían era que el destino del atelier había cambiado por Anastasia. Si Elías no hubiera comprado el atelier para estar más cerca de ella, se hubiera quedado como una marca doméstica clásica. Y ahora, su enfoque de mercadotecnia había crecido hasta duplicar su tamaño original y había obtenido impulso para hacerse más fuerte e internacional al mismo tiempo. De hecho, cada que cualquier industria del Corporativo Palomares quedaba a cargo de Elías, solo había éxito y nada de fracaso. En cuanto al traslado, el crédito le pertenecía a Anastasia, pues la decisión solo se tomó para que Elías la pudiera ver todos los días. Ella también anticipaba el traslado porque había calculado que la distancia entre el Corporativo Palomares y el jardín de niños de su hijo se reduciría por cinco kilómetros. 

A las 10:00 a.m., Anastasia se encontraba en la oficina haciendo los cambios finales a su trabajo para el evento de joyería, ya que los manuscritos de diamantes de La noche estrellada eran los que más le habían agradado. Mientras ella observaba los manuscritos con atención, alguien tocó su puerta. Justo cuando alzó la cabeza, un hombre la abrió y entró sin su permiso. Era Elías entrando con un ramo de rosas rojas brillantes en sus manos. 

-i Elías! 

Anastasia se levantó de inmediato con sorpresa y lo observó con una expresión tímida. Elías sujetó el ramo frente a ella y se lo entregó con cariño. 

-Es para ti. 

Anastasia miro detrás de Elías y notó que algunos de sus compañeros entrometidos estaban afuera de la puerta con sus cabezas inclinadas para echar un vistazo. Eso hizo que ella se quedara perpleja mientras preguntaba: 

-¿Por qué me trajiste flores? 

Los labios delgados de Elías formaron una sonrisa desde sus ojos negros y dijo: 

—¿Por qué más? Te estoy conquistando. 

– Gracias -dijo Anastasia con gratitud mientras tomaba las rosas con una sonrisa. 

rosas 

— Puedes regalarlas o quedártelas. No me molesta -dijo Elías con una sonrisa. 

—¿Tú las elegiste? —preguntó Anastasia con curiosidad mientras observaba las rosas. 

Io

 

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