¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 361

Capítulo 361

– Pero no le digas que fui yo quien la recomendó. Anastasia y yo no estamos en buenos términos de momento –comentó Alma para fortificar su excusa.

– Muy bien, necesitaré el nombre de la clienta y la dirección donde agendaste la reunión.

Alma de inmediato llamó a Raúl para pedirle la dirección y cuando Fernanda obtuvo el nombre y la dirección en mano, llamó a dicho contacto para confirmar la reunión. La persona que contesto fue una chica que dejó muy en claro que queria un encuentro muy personal, donde el diseñador se reuniera con ella fuera del edificio de la compañía. La variedad de tipos de negocios disponibles en el mercado estaba inmovilizada en una agotadora competencia en ese momento y con el presupuesto de la clienta de cinco millones, Fernanda no quería perder ese trato. Como tal, se apresuró a ir a la oficina de Anastasia y la encontró soñando despierta después de haber perdido su transporte al trabajo. Al escuchar sobre el presupuesto que le dio la clienta, Anastasia estuvo de acuerdo y se puso de pie detrás de su escritorio.

-Entonces sí iré-anunció, pues se dio cuenta de que le vendría bien respirar aire fresco y cambiar de ambiente.

Ya me puse de acuerdo con la chica respecto al lugar y la hora. ¿Por qué no llevas a Gabriela contigo? ¡Vayan con cuidado! -dijo Fernanda, asintiendo con la cabeza.

respondió Anastasia, ella siempre había sido la más entusiasta cuando se trataba

-Entendido del trabajo.

Una vez que salió de su oficina, Alma regresó a la oficina de Fernanda y le preguntó si Anastasia ya se había ido y al escuchar que estaba a punto de salir del estacionamiento, Alma se apresuro a marcarle a Raúl con felicidad. Mientras tanto, Anastasia no estaba consciente del peligro que le esperaba y Alma estaba segura de que podía deshacerse de la irritante chica para el final del día. Por ende, abriría el paso para poder entrar a la vida de Elias y consolarlo, mientras que él estaría dolido por la muerte prematura de Anastasia, ganándoselo así con su amabilidad. Al mismo tiempo que esto pasaba, Anastasia y Gabriela salieron del edificio de la compañía y durante el viaje, Anastasia llamó a la supuesta clienta y confirmó que se reunirían en un café para proseguir con los detalles de la orden. En el transcurso del camino, ella y Gabriela mantuvieron una plática divertida para pasar el tiempo y en efecto, no pasó mucho antes de que el satélite de navegación les indicara que se estaban acercando al café. Anastasia se estacionó en un área que estaba junto a ese lugar; solo había un sitio disponible y tuvo que regresar, pero no notó que, al mismo tiempo, los hombres en las camionetas negras estaban a cada uno de los lados del auto.

Esto fue un plan de Raúl, pues tenía arreglado que aquellos hombres llenaran la mayoría de los espacios en el estacionamiento del café, para dejar asi nada más ese espacio en particular. Anastasia y Gabriela acababan de agarrar sus bolsos y salir del auto cuando las puertas de las camionetas se abrieron; sin advertencia alguna, arrastraron a ambas a la camioneta negra más cercana a ellas. El hombre que hizo esto fue tan rápido que no le dio oportunidad a ninguna de siquiera gritar por ayuda; en poco tiempo, los secuestradores se fueron del estacionamiento con una de las camionetas guiando a las otras. Dos hombres fornidos sujetaron a Anastasia en el asiento trasero mientras que trabajaban con velocidad para atarle las muñecas y los talones; seguido de eso, la amordazaron y la sostuvieron para evitar que luchara o protestara de cualquier

forma posible. El miedo y el asombro brillaron en sus ojos, pues se suponía que se iba a reunir con una clienta y no podía entender como fue que la emboscaron a propósito y luego la secuestraron.

«¿Qué hay de Gabriela? ¿Qué le pasará a ella? Si algo me llega a pasar, ¿quién cuidará de Alejandro?”

Aquel pensamiento la hizo luchar con violencia, pero en ese momento, el hombre al lado de ella tomó una jeringa y le inyectó algo en el brazo; la droga hizo efecto y la inundaron casi de inmediato, dejándola débil. Después de unos momentos, quedó inconsciente y su mente se sumergió en una oscuridad; cuando las camionetas se alejaron conduciendo, un vehículo utilitario deportivo color negro se puso detrás de ellos, dentro iban los guardaespaldas de Elías. Habían estado siguiendo a los subordinados de Raúl y nunca pensaron que encontrarían con un caso de secuestro; además, la cámara que tenía en el auto logró captar una vista completa de los secuestradores y las víctimas. En ese momento, el guardaespaldas que estaba en el asiento de copiloto estaba revisando los videos de seguridad, pauso y acercó la imagen donde se encontraba la cara de la mujer.

-iEs la señorita Torres! -exclamó.

-Rápido, pon al presidente Palomares en la línea -dijo el otro. Elías acababa de regresar al Corporativo Palomares cuando su teléfono empezó a sonar de repente, miró el identificador de llamadas y contesto con indiferencia.

– Hola

– Presidente Palomares, estuvimos siguiendo a los subordinados de Raúl y nos encontramos con que secuestraron a la señorita Torres y a su asistente -informó. Elías apenas acababa de pasar por la puerta de su oficina cuando sintió como sus tripas se revolvían.

-¿Qué?

–Sí, estamos seguros de que los secuestradores tomaron a la señorita Torres y a su asistente; ahora los estamos siguiendo a una de las dos camionetas.

-Muy bien. Vigilen de cerca a los autos e incluso si ella está en el más mínimo peligro, entonces ustedes deben hacer lo posible por salvarla ordenó Elías, mientras que su miraba se tornaba tranquila de una forma aterradora, aunque tal vez se pondría furioso y preocupado en cualquier momento.

«¿Por qué Raúl secuestró a Anastasia? ¿Es porque ella es la mujer de la cual estoy enamorada?».

El no tenía tiempo de mortificarse por el razonamiento retorcido de Raúl tuvo para llevar a cabo esta operación; sin decir otra palabra, él convocó a Ray y a ocho de sus guardaespaldas antes de que se apresuraran a seguir la dirección en la cual los secuestradores se estaban moviendo.

 

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