UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 38

Y no se equivocaba al pensar que, en efecto, el señor Nikola no la estaba pasando bien con aquellas peleas.

—No importa cómo lo supe, lo que importa es que lo sé —le respondió a Zack vivamente—. Mi nieta no lleva mi apellido y quiero saber por qué.

Zack trató de explicar la situación y disculparse por no llevar el bebé su nombre. Apeló a la ciudadanía canadiense, al seguro, al santo y a dios, pero su padre no parecía entender razones.

—Fue mi elección —dijo Andrea con voz firme y clara y los dos se me quedaron mirando—. Lo siento, señor Nikola, pero esa fue mi decisión. Yo no tengo más familia, Adriana es lo único que tengo...

—Andrea...

—Lo siento, Zack, pero sabes que es verdad —replicó ella con determinación—. Mi hija es lo único que tengo en el mundo, y con independencia de lo bien que vayan las cosas entre Zack y yo, tener el control legal sobre mi hija me hace sentir... segura. Cuando Zack se establezca definitivamente en Canadá y obtenga su residencia y todo lo necesario, entonces podremos hablar de cambiarle el apellido, pero mientras tanto, prefiero no ahogarme en trámites burocráticos para cada cosa que mi hija necesite. Espero que pueda entenderlo.

El señor Nikola se le quedó mirando con atención por un segundo y luego asintió.

—Está bien, hija. Te entiendo. Las relaciones de pareja suelen ser complicadas, más cuando hay hijos de por medio, solo me gustaría que mi niña fuera una Keller como Dios manda. Sé que es mi orgullo hablando... ¿pero qué le podemos hacer al orgullo de abuelo? —le sonrió y Andrea le devolvió la sonrisa.

—Lo comprendo —murmuró ella tomando su mano—. Le prometo que en cuanto regresemos a Canadá, Zack y yo nos ocuparemos de eso. ¿Vale?

—Te tomo la palabra —le advirtió el señor Nikola—. Mientras tanto, para mí ya es Adriana Keller.

Andrea respiró profundo, aliviada de que hubieran sorteado bastante bien el asunto, pero apenas se fue a la terraza a buscar a la bebé, que estaba con sus tíos, cuando su padre se giró hacia él.

—Prométeme que vas a resolver eso, Zack. ¡Es tu hija! ¡No puede ir por el mundo como una niña sin padre! —le espetó—. Ya sé que la adoras y te desvives por ella, se te sale el amor por los ojos, muchacho, pero eso no basta.

—¿Qué me estás diciendo? —preguntó Zack.

—Lo sabes muy bien —señaló su padre—. No puede seguir así, con su madre y su hija metidas en una situación legal tan incierta. Andrea merece algo mejor, y la niña tiene derecho a tener los apellidos y el amor de sus padres. La familia es sagrada, muchacho, y hay que honrarla con los actos. Si realmente sientes algo por Andrea como para decir que es tu novia, entonces proponle matrimonio de una vez. Estoy seguro de que ella te dirá que sí.

Zack se quedó petrificado por un momento. ¿¡Matrimonio!? ¡Eso sí que no estaba en los planes!

—Papá, te dije que nos ocuparemos de lo del apellido de la bebé...

El padre de Zack le dirigió una mirada severa y luego le espetó.

—¿Ves? ¡Por eso tu hija no lleva tu apellido! ¿Ni siquiera le puedes proponer matrimonio? ¿Crees que Andrea no percibe esa inseguridad en ti? ¡Tienes que hacer esto bien, Zack, porque los padres no podemos equivocarnos sin consecuencias. Lo mejor que puedes hacer por tu hija es amar a su madre con todo tu corazón, así que hazlo. ¡Propón matrimonio a Andrea! —le aconsejó el señor Nikola—. Si le propones matrimonio, demostrarás a todos que quieres a tu hija y ella será una Keller para siempre. Además, así podrá obtener su residencia canadiense mucho antes de lo previsto y dejar de preocuparte por eso. Solo así podré estar tranquilo sabiendo que mi nieta está siendo cuidada como corresponde.

Zack quería que la tierra se lo tragara, pero terminó asintiendo y palmeando el hombro de su padre.

—Está bien, papá. Pensaré una forma romántica de hacerlo y antes de que nos vayamos a Canadá le pediré que sea mi esposa.

Salió a buscar a Andrea con el corazón acelerado, pensando en cómo iba a decirle que el teatro incluiría posiblemente fiesta de compromiso por todo lo alto, pero apenas llegó con ella y con Adriana se relajó. Podía contar con Andrea, lo sabía en su corazón, si había que hacer fiesta de compromiso, entonces fiesta de compromiso harían. Solo tenía que tomarse su tiempo para conversar aquello tranquilamente con Andrea y ver entre los dos cómo lo resolverían. En la noche le diría.

Sin embargo su padre no parecía tener intención de darle tiempo, ni mucho ni poco, porque apenas bajaron para la cena cuando Nikola lo lelvó aparte y le entregó aquella cajita.

—Hay una cena romántica preparada en la glorieta del jardín, y este es el anillo que llevaron tres generaciones de mujeres Keller —le dijo su padre—. Quiero ver este anillo en el dedo de Andrea antes de que termine la noche, Zack. ¡Ve y consíguelo!

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