UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 39

Andrea le dirigió a Zack una mirada interrogante cuando él tomó su mano y la guio hacia uno de los jardines de la casa. Dentro de la pequeña glorieta de madera estaba dispuesta una mesa con una cena romántica, música, velas, todo lo necesario para la mejor propuesta de matrimonio, y él estaba tan nervioso como si fuera una verdadera.

El cielo estaba pintado de un negro cerrado con algunas nubes, y el jardín estaba lleno de luces tenues.

—¿Zack? ¡No me espantes! ¿Qué es esto? —susurró ella.

Zack sacó una silla para Andrea y ambos se sentaron.

—Ahora te cuento, tú solo sígueme la corriente.

Ella se acomodó y miró la cena tan hermosa mientras Zack le servía champaña.

—Esto se ve delicioso... pero siento que me voy a ahogar con la comida —susurró Andrea, con los ojos brillantes de ansiedad—. ¿Por qué siento que me voy a ahogar con la comida, Zack?

Se miraron a los ojos y ella vio que él estaba igual de preocupado.

—¡Pues porque estamos en DEFCON 1, Pastelito! —replicó él.

—¡Ese significa que todo está normal, Thorcito! —le espetó ella en voz baja.

—¿¡Pues cuál es el de "Ataque Inminente"!?

—¡DEFCON 1! —le gritó Andrea en un susurro.

—¡Pues ese, joder! ¡DEFCON 1! —respondió Zack—. Mi padre quería que tuviéramos una cena romántica juntos, así que lo preparó todo para nosotros.

—¡Déjame adivinar! ¡Con segundas intenciones!

—¡Y terceras y cuartas!

Zack se metió la mano en el bolsillo y sacó una cajita negra. La abrió y dejó al descubierto un precioso anillo de esmeraldas. Andrea se quedó boquiabierta.

—Mi padre me lo acaba de dar —dijo Zack en voz baja—. Me exigió que te lo diera y que te pidiera matrimonio, ahora mismo, ya. —Ella lo miró azorada y él le agarró la mano—. Así que aquí va ¿me ayudarías a fingir que estamos comprometidos?

A Andrea se le aceleró el corazón al mirar el anillo. Era tan bonito, pero la idea de fingir que estaba comprometida con Zack la hacía sentirse como una traidora.

—¿Estás loco? —susurró con voz apenas audible—. ¿Ya pasamos del noviazgo al compromiso?

—¡Solo es un anillo! —murmuró él forzando una sonrisa por si los estaban mirando—. ¡A lo sumo una fiestecita para anunciar el compromiso, nada más!

—¡Zack!

—¡Ya estamos aquí, Andrea! —Él hizo un puchero y ella se mordió el labio—. Solo ayúdame, por favor. Tú dices que sí, yo te pongo el anillo, mi padre se pone contento y listo, todo termina aquí.

Andrea apretó los puños con indecisión. No quería defraudarlo, pero no podía evitar sentirse mal por aquello.

—Está bien... —suspiró cediendo—. Está bien. Te ayudaré.

Zack sonrió aliviado, con los ojos llenos de alegría. Sacó el anillo de la caja y se lo puso a Andrea en el dedo. Ella miró fijamente la brillante esmeralda y sintió que un estremecimiento le recorría el cuerpo.

Él la levantó con suavidad y la acercó a su cuerpo.

—¿Sellamos la escena? —le preguntó con una mueca divertida y ella asintió.

Un instante después Zack la envolvía con posesividad y asaltaba su boca con un beso dulce y profundo. Andrea le rodeó el cuello con las manos y se derritió en aquellos labios suaves. Sabía a vino y madera, y a algo dulce que mandaba un cosquilleo hasta sus piernas, haciéndolas ceder.

Zack había dejado de sonreír sobre su boca a los dos segundos. Era tan pequeña que parecía hecha justamente a su medida. Era tan suave y tan caliente a la vez que no podía evitar que algo más despertara en él mientras exploraba cada rincón de su boca, y cuando se escuchó el primer jadeo de necesidad se separó de ella, sorprendido.

—¿Bailamos? —preguntó viendo que Andrea se había quedado tan aturdida como él.

—Este... sí. Claro.

Era fácil evadir la vorágine de sensaciones mientras solo bailaban en el jardín, rodeados de la belleza de las estrellas y la tranquilidad del aire nocturno.

Cuando la noche llegó a su fin, Zack y Andrea caminaron de la mano de vuelta a su casa, listos para hacer el anuncio aunque imaginaban que ya los habían estado espiando por las ventanas.

Cuando le dijeron a la familia que se habían comprometido el alboroto fue casi general. Las gemelas los felicitaron con educación y frialdad, pero Milo y Loan casi la levantaron en hombros como si se hubiera ganado un premio.

La señora Luana se veía emocionada, pero sin dudas ninguno estaba preparado para el entusiasmo del señor Nikola.

—¡Esta es la mejor noticia del mundo! ¡Vamos a tener boda en la familia! ¡Luana, prepara todo! ¡No hay nada mejor que una boda en Navidad! —exclamó el hombre y Andrea sintió que su corazón se paralizaba.

Ella y Zack se miraron por un momento y él se giró hacia su padre.

—Papá, en todo caso, lo que corresponde es una fiesta de compromiso... —le dijo.

—¡Ya lo sé, hijo, pero los dos sabemos que estoy enfermo! ¡Verte casado sería la alegría más grande para mí! —exclamó el señor Nikola—. ¡Ya tienen una hija, no hay mucho que esperar entonces! Además aquí tenemos todo lo que necesitamos, podemos hacer una boda hermosa y tradicional... —Mientras el señor Nikola hablaba, Andrea sentía que sus piernas se hacían de mantequilla y que una piedra muy pesada se asentaba en su estómago. Podía casi saborear el regusto de la angustia y de la bilis en su boca, porque ella podía hacer cualquier cosa menos eso—. ¡Vamos, hijo, denme el gusto! ¡Si quieres hacemos una boda pequeña, solo con la familia y algunos amigos para presentar a mi nieta!

Zack pasó saliva, pero todos los ojos estaban sobre ellos y no había mucho que pudiera hacer. Apretó los labios por un momento y luego forzó una sonrisa.

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