UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 57

Zack sintió que el corazón le subía a la garganta mientras el auto se acercaba. Era demasiado tarde para detenerse. Estaba demasiado lejos como para alcanzarla.

Ni siquiera le salió voz para gritar.

El auto la golpeó con fuerza y ella cayó al suelo. Se escucharon gritos y Zack corrió hacia ella. La vio parpadear despacio, aturdida, pero no la dejó moverse. Tras él alguien llamó a una ambulancia y enseguida su madre estaba a su lado.

—¿Qué pasó, Zack...?

—No lo sé, mamá, iba a buscar a Andriana y de repente... no miró, ella solo... no miró al cruzar...

—¿Está...? No se ve muy herida —murmuró porque ella parecía aturdida pero consciente.

—Sí. No lo sé... pero ya van a llegar...

—Gracias a Dios...

Ella miró a los ojos asustados de su hijo y tomó su mano con un gesto de seguridad.

—No es tu culpa. No es tu culpa. Es una mala suerte. Ella va a estar bien.

Zack no dijo nada. Se quedó en silencio mientras la ambulancia llegaba y los paramédicos lo apartaban para atenderla. En cuestión de minutos ya la habían subido y Zack se iba con ella, mientras Loan los acompañaba y Luana se llevaba al resto de la familia a casa.

Una vez en el hospital, los médicos se la llevaron para revisarla y Loan hizo que Zack se detuviera porque parecía un león enjaulado caminando por la salita de espera.

—¿Qué fue lo que pasó? —le preguntó y Zack negó.

—Recibió una llamada, se puso muy mal mientras hablaba con alguien y salió corriendo a buscar a Adriana —murmuró él rememorando lo poco que había pasado en solo unos segundos.

—¿Sabes quién la llamó? —preguntó su hermano y Zack negó.

—No, no tengo idea, pero por favor llama a Milo y dile que esté atento, que no pierda a Adriana de vista. ¿Está bien? —le pidió—. Este viaje ha sido un caos y yo solo quiero... solo quiero que ella esté bien.

Se mesó los cabellos con desesperación y Loan lo vio rumiar su angustia por otra media hora hasta que un doctor salió.

—La verdad es que tuvo suerte, los golpes que recibió fueron leves —dijo el médico y Zack suspiró aliviado al saber que no había sufrido daños graves—. Podrá llevársela a casa esta tarde, pero por favor, asegúrese de que mire por dónde va la próxima vez.

Zack asintió y Loan palmeó su hombro mientras lo abrazaba.

—Gracias a dios que todo está bien —murmuró.

—Yo voy a quedarme. Por favor ve a casa y tranquiliza a todos. No quiero que papá se asuste más.

Su hermano asintió y poco después el médico lo dejó entrar a la habitación de Andrea. Tenía algunos moretones sobre los brazos, y una bandita a un lado de la frente, pero estaba bien despierta. Sus ojos se encontraron con los de Zack y pudo ver la angustia en ellos.

—Lo siento... —murmuró mientras él se acercaba y Zack tomó su mano para besarla.

—Tranquila, Pastelito, fue un accidente.

—Pudo ser peor... pudo ser mucho peor y Adriana... ¡Dios, no quiero ni imaginarlo! —sollozó ella porque el miedo más grande de su vida de repente se había hecho realidad. ¿Y si ella moría? ¿Qué pasaría con su bebé si ella moría? ¿Quién podría cuidarla, quién la protegería?

Zack la abrazó fuerte y Andrea se aferró a él, buscando calma en el abrazo, pero él tenía algo más que no abandonaba su mente.

—Andrea, dime... ¿Quién te llamó por teléfono? —preguntó Zack con suavidad y Andrea se puso pálida.

Ella se quedó en silencio por unos segundos y luego inspiró profundamente antes de responder.

—Fue... Mason, el padre de Adriana —dijo al fin y Zack sintió que cada músculo de su cuerpo se ponía tenso.

—¿Qué quería?

Andrea le miró con tristeza y Zack supo que lo que iba a decirle no iba a ser bueno.

—Quería saber cómo estaba ella. Dijo que... dijo que quería saber si se encontraba bien —explicó Andrea con voz trémula—. Y luego dijo que me explicaría por qué se había ido.

Los dos se quedaron en silencio por un momento y Zack respiró profundamente intentando encontrar la ecuanimidad para preguntar aquello.

—Necesito que me lo cuentes —sentenció—. Lo que pasó entre él y tú. ¿Qué fue lo que pasó con el padre de Adriana?

Sabía que era difícil para ella, pero no podía seguir ajeno a la verdad. La escuchó sollozar por lo bajo pero no dejó de mirarla, esperando a que se decidiera.

—No hice nada mal... —exclamó ella intentando limpiarse el rostro—. ¡Teóricamente lo hice nada mal, eso es lo peor de todo! ¡Planifiqué mi vida como se supone que debía hacerlo! —Hizo una pausa y Zack asintió para animarla a seguir—. Me casé enamorada —susurró Andrea con los ojos cerrados—. Con Mason... éramos felices, durante varios años, y entonces me quedé embarazada de Adriana. Estaba tan emocionada... no podíamos esperar a verla, y me propuse hacer todo lo posible para tener una familia feliz. Trabajé duro para reunir un pequeño capital de respaldo, para poder estar solo con ella en su primer año... solo quería estar con mi hija...

Los sollozos le ahogaron la voz y Zack sintió que podía destruir el mundo de la rabia que le provocaba verla llorar.

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