UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 58

—¿Y qué pasó?

—Todo fue perfecto hasta el último día antes del parto... Mason había estado inquieto las últimas semanas, pero yo también, supuse que era normal —recordó Andrea—. Cuando la bebé llegó Mason me llevó a urgencias... —Se detuvo un momento como si le costará trabajo continuar, y Zack sabía que lo peor estaba por venir—. Adriana llegó prematura, y el parto fue complicado. Luego de lo que parecieron muchas horas por fin me llevaron al quirófano para hacerme una cesárea de emergencia. Adriana nació sana, pero yo no me recuperé tan fácilmente... Estuve varios días en coma y cuando desperté Mason no estaba conmigo. Una enfermera dijo que después de dejarme en Urgencias no volvió a aparecer. Mason me abandonó en el hospital... pero esa no fue la peor parte.

Zack escuchó atentamente el relato mientras apretaba los puños. Estaba destrozado por ella, sentía todo su dolor, pero no tenía palabras para consolarla.

—Cuando volví a casa con mi hija recién nacida en los brazos, me la encontré vacía. Mason desapareció, dejó de contestar mis llamadas, y cuando revisé la cuenta del banco, se había llevado hasta el último centavo que había ahorrado para Adriana —murmuró Andrea con los ojos perdidos en un punto sobre la sábana blanca—. No se quedó para enterarse de si nos encontrábamos bien, solo se fue sin mirar atrás... Nadie sabía dónde había ido o por qué se había marchado, pero nunca volvió a aparecer. Vendió todo, absolutamente todo lo que teníamos y se largó. Desde entonces todos los días pensaba en él, sin comprender qué fue lo que sucedió para que nos abandonara... y luego dejó de importar. Adriana estaba primero, mi hija siempre está primero, pero ni por ella puedo perdonar lo que Mason nos hizo, sin importar cuáles sean los motivos.

Zack asintió con el corazón encogido, pero no se atrevía a abrazarla, porque la lástima que sentía por ella en aquel momento no era algo que quisiera transmitirle.

—Todo va a estar bien. Y Adriana está segura y protegida no tienes que preocuparte por eso —le dijo, pero Andrea no podía deshacerse de aquel sentimiento negativo.

Mason había dicho que iba a regresar, y eso no era bueno.

El resto del tiempo que estuvo en el hospital los médicos se encargaron de monitorearla, pero al final de la tarde la dejaron ir a casa. A Andrea se le aceleró el corazón cuando vio a aquella familia tan hermosa esperándola, como si siempre hubiera pertenecido a ella.

Los Keller la rodearon de amor y de cuidado y ninguno la dejó mover ni un dedo hasta el día de Navidad, cuando Andrea por fin se rebeló y la dejaron hacer los postres.

Mientras tanto, Zack la mantenía ocupada a fuerza de besos. Besos calientes, sexo desenfrenado y abrazos que duraban toda la noche. Andrea se sentía protegida cuando estaba con él, se sentía segura y eso era algo que no había sentido en mucho tiempo, y por primera vez comenzó a creer eso de que diciembre podría tener mil días solo por quererlo.

La noche de Navidad la familia volvió a reunirse para la cena, pero apenas las gemelas entraron cuando Luana las detuvo en el recibidor.

—Si abren la boca una sola vez, una sola, para cualquier cosa que no sea decir que la cena está sabrosa, les garantizo que no heredarán de su padre ni los cordones de sus zapatos. ¿Entendido? —Chiara y Noémi se miraron con impotencia, pero la expresión de su madre era decidida—. Es eso o pueden largarse por donde vinieron.

Finalmente las vio asentir en silencio y la cena transcurrió en paz y armonía.

Zack bailaba con Andrea abrazados en medio de la sala como si nada más importara, y las gemelas honraban el trato que le hicieron a su madre hablando solo para halagar los platillos. Loan y Milo se divertían adivinando los regalos bajo el árbol de Navidad y el señor Nikola disfrutaba de la bebé mientras contaba anécdotas graciosas sobre sus hijos cuando eran pequeños.

La melodía de la música calaba hasta el alma de todos aquellos que estaban ahí esa noche y cuando llegó el momento de los postres Andrea sacó un pastel que ella misma había hecho, repleto de frutas coloridas y lleno del aroma a mantequilla con vainilla que tanto le gustaba a Zack.

Fue una noche maravillosa que quedaría grabada para siempre en la memoria de todos los presentes. Un momento dorado e irrepetible que atesorarían porque quizás jamás se volvería a repetir.

A pesar de todo Andrea sintió que su corazón se llenaba de paz, y sobre todo que se aceleraba cuando por fin Zack la inclinó debajo de una ramita de muérdago y la besó.

—Pastelito... quiero preguntarte algo, pero a lo mejor es muy pronto —murmuró preocupado.

—¿Qué cosa, Thorcito? —respondió ella con curiosidad—. Si es muy pronto esperaremos, pero quiero saber.

—Bueno, estos días aquí contigo... han sido increíbles —dijo él—. Eres una mujer espectacular, y la verdad me gustaría alargar esto. Lo que sea que tengamos... ¿podemos intentarlo en serio?

Andrea contuvo el aliento mientras su corazón se desbocaba.

—Zack... ¿me estás pidiendo que sea... que sea tu novia?

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