UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 61

Andrea no tenía palabras para describir aquellos días. Iban mucho a casa, a ver a Adriana, pero parecía que la bebé estaba encantada con los padres de Zack. La cabaña era perfecta en todos los sentidos, y lo que debían ser dos días se alargaron a casi toda la semana.

Cada día Zack y Andrea salían juntos a diferentes lugares para explorar. Hablaban sobre el mundo que los rodeaba, la familia, sus sueños y aspiraciones, sobre cualquier cosa que no fuera dolorosa y sobre todo, trataron de no hablar acerca de su futuro juntos.

Cada noche se sentaban juntos en la terraza a ver las estrellas, abrazados y cerca el uno del otro. Se quedaban allí hasta que uno de los dos arrastraba al otro adentro, donde hacían el amor con tanta pasión como si fuera la primera vez.

En esos momentos era cuando Andrea sentía que había encontrado algo especial. Zack no sólo la hacía sentir deseada, sino también segura y protegida. Cuando estaban juntos no podía evitar pensar en lo increíblemente afortunada que era de tener a alguien así en su vida.

Pero por fin el año terminó. La fiesta de Nochevieja fue muy especial, los Keller estaban felices por todo el tiempo que habían pasado con Adriana y Zack estaba en las nubes, como si viviera en el sueño perfecto.

Estaba muy emocionado presumiendo a Adriana con su vestidito de elfa, cuando vio a Andrea bajar la escalera y se estremeció.

Estaba preciosa esta noche, con un vestido que mostraba sus curvas y la hacía parecer una princesa. Llevaba el cabello largo y ondulado recogido y los mechones que enmarcaban su cara la hacían parecer muy elegante. Sus ojos brillaban a la luz suave de las velas, y sus labios eran de un suave color rosa que complementaba el rojo intenso de su vestido.

—Lilas y lavanda —murmuró Zack abrazándola y disfrutado de su perfume.

Su cuerpo desprendía un aroma floral que hizo que a Zack se le hiciera la boca agua.

Se inclinó para besarla y sintió que el mundo se detenía. Besar a Andrea era como probar el mejor vino: dulce, suave y embriagador, que aturdía con solo probarlo una vez.

Andrea era suave, tersa y cálida. Las manos de Zack se deslizaron por su cuerpo, captando la curva de sus caderas y la redondez de su trasero. Sus labios sintieron su piel y su beso, su aliento contra su boca y el suave calor de su cuerpo tocando el suyo.

—¡Me encantas, me tienes loco, de verdad que sí! —confesó y solo la escuchó sonreír suavemente.

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