UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 73

La gente podía darse un día para llorar, pero Andrea no se dio ni un minuto, no podía, porque lo único que quería era recuperar a su hija. La trabajadora social los acompañó a la residencia de Mason esa tarde y Andrea sintió ganas de vomitar al ver la mansión en la que vivía y el auto que tenía mientras ella solo tenía una cuna para su hija.

Por supuesto que a la trabajadora social no le pasó desapercibido aquel impacto, como tampoco el dolor de tener que dejar a su hija en brazos de la enfermera de Mason, porque apenas él la cargó la niña comenzó a llorar desesperadamente.

Esa noche Andrea sintió que se moría sin su hija. Solo podía pensar en cómo estaría, probablemente sin poder dormir porque estaba con extraños. Al día siguiente no pudo pasar ni un café mientras esperaba ansiosa en la puerta del edificio hasta que Mason apareció en su Mercedes y la enfermera, ojerosa y cansada le entregó a la bebé.

Andrea abrazó y besó a su hija como si no la hubiera visto en meses, pero fue incapaz de aguantarse las lágrimas.

—Sabes lo que tienes que hacer —replicó Mason—. No creas que voy a permitir que te quedes con la niña. Tengo al mejor abogado de la ciudad, y tu salario ni debe alcanzar para llenar esa casa si no lo has hecho en medio año. Así que tu única opción soy yo. ¿Quieres a la niña? Entonces regresa conmigo. Ya viste todas las comodidades que puedo darte...

—¿Y para qué? —espetó ella—. Yo no te quiero, ya no estoy enamorada de ti. ¿Exactamente qué ganas obligándome a vivir contigo?

—¡Tú eres mi esposa! ¡Prometiste amarme y se te olvidó en cuanto el primer millonario se te pasó por delante! —escupió él con rabia.

—Yo ya no soy tu esposa —replicó ella—. Y tú me abandonaste mucho antes de que ese millonario me pasara por delante. Pero si todo esto es por despecho, por rabia o porque prefiero a otro...

—¿O otro que te abandonó? —dijo Mason con satisfacción y Andrea no necesitó más para imaginar que sabía algo sobre eso.

Respiró profundo y lo miró a los ojos.

—¿Qué tan baja tienes que tener la autoestima para obligar a estar contigo a una mujer que no te ama? —sentenció antes de darle la espalda y caminar dentro del edificio, mientras tras ella Mason se quedaba apretando los puños, más decidido que nunca a no permitir que Andrea se quedara con la niña.

¡Si quería a la mocosa entonces tendría que volver con él por mucho que lo odiara!

Andrea llegó a la guardería y se quedó con Adriana más de una hora, la bebé estaba alterada, pero finalmente el cansancio de la mala noche la hizo dormir.

Y cada día que le continuó a ese fue de la misma forma, hasta que Andrea decidió mudar su escritorio para un pequeño cubículo vacío frente a la guardería.

Como aprendiz de Ben tenía horario abierto, pero aun así una semana después fue hasta su oficina para notificarle que iba a salir.

—¿Está todo bien? —le preguntó él observándola con preocupación.

—Sí, solo tengo que ocuparme de algo —replicó ella tratando de no parecer apesadumbrada.

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