Un disparo en mi corazón romance Capítulo 14

Rubén se quedó paralizado durante unos segundos y luego preguntó:

—¡¿Qué has dicho, Jairo?!

—He dicho que ella es mi esposa —repitió Jairo.

Jairo se sumergió en el humo espiral y desempolvó su cigarrillo encendido.

Tras unas caladas, él apagó el cigarrillo, como si Yolanda fuera atragantada por el humo.

—¡Joder! ¡¿Realmente estás casado?! —Martín se quedó pasmado— ¡¿Pero no nos has dicho nada?!

—Nuestro matrimonio es temporal. No hace falta que se sorprendan tanto —de repente Yolanda intervino sonriendo.

Al oírlo, Jairo lanzaron una mirada severa y fría a Yolanda.

De inmediato, el ambiente se quedó un poco vergonzoso.

Rubén, quien era muy sutil, se dio cuenta de lo que estaba pasando, inmediatamente se levantó y dijo:

—Yolanda, ya que te has casado con Jairo, eres nuestra cuñada. Vamos a tomar unas copas para conocernos mejor, ¿vale?

—Disculpa, pero no sé beber —Yolanda rechazó rápidamente moviendo la cabeza.

—Cuñada, estas son las reglas y no puedes negar, ¿eh? Ven a jugar una partida de dardos con nosotros. Si no haces la diana, tienes que tomar una copa como castigo. Si erras el blanco completamente, tienes que tomar tres copas a la vez. Si aciertas al blanco exactamente, Martín y yo tomamos una copa respectivamente. Si acertas a la zona «doble», tomamos tres copas. En total, hay tres rondas —cuando Rubén terminó, le guiño un ojo a Martín.

Este último entendió de inmediato lo que quería expresar su amigo, tomó una botella de licor fuerte a la mesa, sacó tres copas y las llenó una tras otra.

Al instante, el aroma del licor se extendió inmediatamente por toda la sala.

Yolanda les dijo:

—No hace falta que me llamen por «cuñada». Simplemente llámenme por Yolanda.

—Por supuesto que hace falta. Jairo es el mejor amigo de nosotros, así que es razonable que te llamemos por «cuñada». Cuñada, ¿podemos empezar ya? Primero te muestro cómo lanzar un dardo, ¿vale? —Martín dijo y lanzó el dardo que tenía en su mano.

El resultado fue bastante bueno. Solo le faltó un poco acertar al centro de la diana.

Rubén entregó tres dardos a Yolanda y dijo:

—Cuñada, es tu turno. ¿O necesitas practicar un poco antes de empezar?

Jairo frunció el ceño, sintiendo que sus dos amigos se habían sobrepasado demasiado. Las reglas de juego claramente no estaban en absoluto a favor de Yolanda.

El licor Louis XIII tenía una concentración muy alta. Si Yolanda tomara tres copas de este alcohol, definitivamente se quedaría emborracha.

Efectivamente, esto era el plan en la mente de Martín y Rubén. Los dos planeaban usar el juego como una excusa para emborrachar a Yolanda, para que algo «íntimo» pasara entre ella y Jairo después.

Jairo se puso de pie con la intención de detenerlos a sus dos mejores amigos.

Martín se sintió muy mareado, pareciendo que el mundo le daba vueltas, y culpó a su amigo:

—La culpa es tuya. Las reglas del juego que has establecido son demasiado excesivas...

Jairo levantó la vista y miró a Yolanda con los ojos profundos.

«Esta mujer, además de destacar en sus estudios, parece tener algo más sorprendente que ofrecer. Su capacidad de lanzar dardos no se puede adquirir a corto plazo.»

—¿Podemos volver ya? Tengo un poco de sueño —Yolanda miró a Jairo con cara de sueño.

Tanto Rubén como Martín volvieron a quedarse boquiabiertos.

«¡¿La cuñada es una persona tan extrovertida?!»

Yolanda, quien realmente estaba muy cansada y con mucho sueño, no se dio cuenta de que sus palabras a Jairo eran cariñosas a los ojos de los demás.

—Pues volvamos.

Jairo recogió la chaqueta del traje que se había quitado y se fue con Yolanda.

Rubén y Martín los miraron a los dos hasta que desaparecieron de la vista y se lanzaron una mirada mutuamente como si estuviera diciendo:

«Probablemente, Jairo ya está conquistado por esa mujer.»

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un disparo en mi corazón