Al principio, Estela y Cecilia estaba muy preocupadas de que Jairo hubiera traído a Yolanda con él, porque temían que él revelara públicamente su matrimonio.
Sin embargo, luego Estela y Cecilia oyó hablar de que Yolanda había afirmado ser la niñera de Ximena y que Jairo no lo había negado, y solo hasta entonces las dos se quedaron un poco más aliviadas.
La madre e hija discutieron el asunto en privado, sospechando que tal vez había algún tipo de acuerdo entre Jairo y Yolanda, y que este acuerdo debía tener algo que ver con Ximena.
Como Jairo no quería publicar su matrimonio con Yolanda, pues todavía había manera para resolver el problema con Yolanda, así que fingieron no saber nada por el momento frente a los Costa.
En este momento, Estela mencionó el tema de matrimonio a propósito para probar la actitud de la familia Costa:
—Malena, ¿todavía recuerdas que nuestras dos familias tienen un compromiso matrimonial...?
Contraer matrimonio con una poderosa familia militar era de vital importancia para la familia Figueroa.
—¿Compromiso matrimonial? —Briana repitió con algo de confusión.
—Es que cuando naciste, nuestras dos familias acordaron que el hijo mayor y la hija mayor se casarían cuando se hicieran adultos —Malena le explicó a su hija—. Pero hija, puedes hacer tu propia elección. Yo no te obligaría.
Malena miró a su hija con los ojos llenos de ternura. Después de tantos años de búsqueda y tantas dificultades, por fin recuperó a su hija, quien había sufrido tanto afuera. Malena prometió secretamente en su interior que la compensaría con todo lo que tenía en el futuro.
«¿El hijo mayor y la hija mayor se casarán? ¿Eso no significa que tengo un compromiso de matrimonio con Jairo?»
Briana se puso muy alegre en el interior porque quería ser la esposa de Jairo más que nadie.
En ese momento, Cecilia tiró de Jairo y dijo:
—Briana incluso salvó la vida de Jairo por casualidad.
Cecilia quería mucho promover la unión matrimonial entre Briana y su hermano y echar a Yolanda de la familia Figueroa.
—¿Sí? —Estela se puso de pie y preguntó con preocupación— Jairo, ¿cuándo te quedaste herido? ¿Y Briana te salvó?
Briana asintió tímidamente con la cabeza sin decir nada.
Jairo dijo a la ligera:
—Aquel día, me quedé en peligro, y Briana me ofreció ayuda a tiempo. De lo contrario, yo habría muerto.
Jairo sabía que él mismo le debía un favor a Briana, y debía ser responsable de ella lo antes posible.
«Eustacio, ¿dónde diablos estás?»
Yolanda dio un suspiro impotente, sintiéndose muy agotada.
—¿Eres la mujer de Jairo? —la voz que sonó de repente la sobresaltó a Yolanda.
Ella giró la cabeza y vio a un hombre saliendo de la oscuridad.
El hombre llevaba un simple traje negro y una corbata negra, y tenía un aspecto pícaro y salvaje. Este encendió un cigarrillo, con todo su cuerpo inmerso en el persistente humo.
—¿Qué? ¿Estás distraída por mí? —Alonso Ros dibujó una sonrisa pícara en los labios.
—No eres una buena persona. Aléjate de mí —Yolanda dijo sin rodeos y se dio la vuelta para irse.
Alonso se quedó congelado en el acto sin esperar que esta mujer fuera tan franca.
«Sí que tengo algunas relaciones con las mafias, pero no parezco tan malvado en la cara, ¿no? La mujer de Jairo es muy interesante. ¿Qué pasa? También estoy un poco interesado por ella.»
Acto seguido apagó el cigarrillo directamente con el dedo desnudo, sin tener ningún miedo a la quemadura.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un disparo en mi corazón