Un disparo en mi corazón romance Capítulo 69

A la mañana siguiente, la deslumbrante luz del sol se filtraba a través de la ventana en el dormitorio.

Yolanda se despertó de sus buenos sueños en los brazos de Jairo.

Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba abrazando un cuerpo fuerte y cálido, y cuando levantó la vista, descubrió que era Jairo, que estaba medio acostado con la parte superior apoyándose en el respaldo de la cama.

Mirando hacia abajo, vio que sus piernas estaban encima de él. Al instante, se puso tan asombrada que rápidamente retiró tanto las piernas como las manos.

Anoche Yolanda sentía escalofríos en todo el cuerpo, pero luego un calor la envolvió. Resultó que Jairo la había abrazado durante toda la noche.

Jairo fue despertado por el movimiento de Yolanda.

No obstante, cuando quería levantarse de la cama, se dio cuenta de que todo su cuerpo estaba entumecido sin poder moverse, especialmente el cuello, que le dolía bastante.

—¡Maldita sea! —el hombre maldijo en voz baja.

Yolanda se quitó la bolsa de hielo en la frente y vislumbró la nevera pequeña y unos medicamentos cuidadosamente ordenados sobre la mesa de noche.

Inmediatamente, entendió que era él quien había cuidado de ella la noche anterior.

Ella inclinó la cabeza y agradeció con una expresión avergonzada:

—Muchas gracias por haberme cuidado por toda la noche. Siento mucho haberte causado tantas molestias

Después de un buen rato de estirarse para recuperarse del entumecimiento, Jairo extendió la mano, le tocó la frente, y descubrió que la fiebre se había tranquilizado un poco.

—Es bueno que lo sepas —él puso los ojos en blanco, levantó la colcha y se bajó de la cama.

Luego, le entregó un termómetro a la mujer:

—Tómate la temperatura. Alan me ha dicho que si la temperatura corporal todavía supera a cuarenta grados por la mañana, tendrás que ir al hospital para recibir tratamiento posterior.

Yolanda puso el termómetro eléctrico en la boca obedientemente.

Cinco minutos después, lo sacó y lo miró.

—38.2 grados. Ahora me siento mucho mejor y no necesito acudir al hospital.

—Todos los medicamentos que Alan te ha recetado están allí. Toma dos pastillas de cada tipo, y cuatro veces al día, ¿entiendes? —señaló los medicamentos sobre la mesa— Además, no hace falta que vaya a trabajar a la empresa esta semana. Llamaré a Felicia García para pedir permiso por ti más tarde.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un disparo en mi corazón