Narra Edward.
Apagué la luz de la habitación para que Elizabeth no me viera al entrar, la escuché refunfuñar, pero no le puse mucha atención a lo que ella decía por qué estaba tan molesto que solo quería reclamarle, en medio de la oscuridad la sostuve de la cintura Atrayéndola a mí, mientras le decía que ella es una zorra, se lo dije con mucha rabia sentía cólera al ver cómo Elizabeth le daba más oportunidades a esos dos payasos que a mí que soy su esposo y que estoy dispuesto hacer lo que sea por ella y sé que si ella me da una oportunidad la haría feliz, más que ese abogaducho cursi que solo quiere tenerla de amante o ese italiano que solo la quiere usar y cuando se sienta cansado de usarla la desechará como está acostumbrado a rechazar a sus amantes, yo sé que no soy mejor que él, pero al menos yo sí la amo de verdad aunque no se lo supe demostrar cuando tuve la oportunidad.
¡¡Solo la quieren usar, pero ella no lo comprende!! Pensé aspirando su aroma impaciente por besar su cuello y pude sentir como ella se tensó al escuchar mi voz, a pesar de que estoy furioso tenerla así de cerca me cuesta por qué Elizabeth provoca en mí un deseo incontrolable, sin poder contenerme empecé a explorar su cuerpo por encima de la tela del vestido que lleva puesto, deslicé una de mis manos acariciando la piel de sus piernas desnuda y la fui subiendo suavemente hasta llegar a sus glúteos palpando en busca de la braga que debería tener, pero que yo no sentía que llevara puesta y pude escuchar a Elizabeth nerviosa tragar seco.
—¿Qué harás ahora que acabas de comprobar que soy una gran zorra! —bufó retándome.
—Elizabeth no me provoques no juegues conmigo, yo no soy como esos dos inútiles que tienes de perros falderos — sentía deseo de tomarla duro de marcar cada parte de su cuerpo para que esos desgraciados vieran que yo soy su dueño, que solo yo seré el esposo de Elizabeth, así que, seducido por el deseo, hice su cabello a un lado para poder besar su cuello dándole pequeñas mordidas quería dejar rastro sobre su piel, ella no puso objeción se comportaba como si también deseara lo mismo que yo.
—Mmmm — escuchaba como ella jadeaba sin contenerse y eso en vez de provocarme placer solo me causaba más molestia por qué sabía que ella nunca se entregaría a mí con tanta facilidad cómo lo estaba haciendo, me resultaba incómodo pensar que ella estaba pensando en ese maldito italiano
—Te trataré como la zorra que eres — le susurré en el oído mordiendo la piel de su nuca con fuerza.
Narrador.
Edward sentía una mezcla de lujuria y enojo, quería descargar toda su ira con el cuerpo de Elizabeth, la deseaba tanto que chupaba la piel de su cuello la succionaba con malicia mientras manoseaba sin pudor cada parte de su cuerpo, pensaba que está vez no se detendría hasta hacerla suya quería hundirse en ella y demostrarle que él era el único que podía tomar su cuerpo a su antojo, pero también le molestaba mucho el hecho de que Gregory también había disfrutado de la suavidad de su piel, de la estrechez de su coño el cual estaba húmedo.
Elizabeth sabía que estaba actuando mal que debía detenerse, pero Gregory encendió en ella un deseo incontrolable quería sentir algo dentro de ella quería que la follaran duro y si Gregory no quiso completar lo que empezó almeno Edward si lo terminaría, a ella le gustaba mucho Gregory, pero tampoco Edward le era indiferente a pesar de que quería destruirlo ella sabía que Edward era un hombre muy apuesto deseado por muchas mujeres, ella sentía que estaba perdiendo los escrúpulos y que estos dos hombres sacaban a una Elizabeth interna muy lujuriosa y seductora la cual ella nunca pensó tener.
Edward no podía dejar de pensar en cómo Elizabeth se había dejado besar por Gregory y ahora también se dejaba besar por él y eso le molestaba mucho más hasta el punto de perder el interés de cogérsela como hace un minuto lo tenía pensado.
—¿Qué hacías en el coche de ese estúpido? ¿Estabas follando con él? —le preguntó Edward a Elizabeth siendo brusco apretándose más a su cuerpo, Elizabeth sintió molestia al ver cómo Edward le reclamaba queriendo tener derechos sobre ella y no estaba dispuesta hacer manipulada por nadie nunca más.
Se decía así misma que ella era su propia dueña y que si algún día se enamoraba de nuevo esta vez ella sería la dueña de alguien más.
—A ti eso no te importa y si me lo folle que más te da— le respondió Elizabeth con prepotencia, zafándose de su agarre
—Maldición Elizabeth, claro que me importa porque eres mi esposa — le gritó Edward más furioso al escuchar a Elizabeth hablarle con tanta repugnancia.
Grecia al ver que se quedaron sin opciones le pidió a su hijo que la llevara a la casa de Edward, estando ahí le dijo a Edward que había sido Elizabeth quien los había enviado a que fueran a vivir con él.
Edward pensaba que esta había sido una nueva estrategia de la venganza de Elizabeth en su contra por lo tanto no se opuso a qué ellos se quedaran en su casa y le dio alojamiento como Elizabeth lo deseaba, pensando que si dejaba a Elizabeth descargar parte de su enojo su odio por él pasaría y tendría más oportunidad a qué ella le pudiera perdonar].
Tras llegar a su casa encontró una fiesta, pero no todo tipo de fiesta esta parecía una fiesta de preparatoria donde las personas se emborrachan y tienen sexo en cada rincón de la casa, la casa de Edward parecía un club de orgías
Edward muy molesto apagó la música la cual retumbaba en todo el lugar, todas las personas que estaban en la fiesta lo miraron al sentir como Edward quebró unos de los cuadros más costosos que estaban de adorno en su sala, pero esto a él no le importaba, solo quería que todos se fueran de su casa.
—Les daré 1 minuto para que se marchen de mi casa y si al pasar el minuto aún queda uno de ustedes aquí los mataré y le daré de comer sus cuerpos a mis tiburones — gritó Edward sonriendo con malicia porque su amenaza no era vacía él tenía mucho que no se divertía matando a alguien o mirando cómo las personas lloraban cuando los tiraba en el medio del océano para que los tiburones se alimentaran.
Él es un mafioso o mejor dicho un proxeneta retirado y se había retirado un tiempo de esa vida por qué estaba siendo investigado y su padre al ver qué la reputación de su hijo lo arrastraría a la quiebra lo amenazó para que se alejara un tiempo del negocio de tráfico de mujeres, pero lo que más amaba Edward aparte de ser un empresario exitoso era ver morir a sus víctimas pidiendo clemencia.
Edward encontró a Justin follando con una prostituta en su jacuzzi, en silencio tomó una silla y se acomodó sentándose a su lado deleitándose con el porno en vivo que Justin y la prostituta le daban a disfrutar y en el momento que Edward notó que Justin iba a tener su liberación se acercó a él y agarró su cabeza hundiendo a Justin en el agua y la prostituta asustada gritaba para que alguien entrara a ayudarlos, por qué en el rostro de Edward veía al mismo demonio y sabía que de ahí ella no saldría con vida, mientras Edward se sentía complacido de ver a Justin tragarse parte del agua del Jacuzzi.
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