—¿Y entonces? –cuestiona Nelly.
—Pasamos la noche juntos.
Nelly grita y salta por a un lado de mi cama.
—Calmate loca.
—¡No puedo creerlo! ¿Cuándo y cómo lo conociste?
—En el bar al que solemos ir.
—¿Es guapo?
—Mucho que lo es.
—¿Y sensual?
-Muy sensual, tiene un cuerpo de Dioses.
—¿Cuantos años tiene?
Dudo en responder y muerdo mi labio.
—¿Dafne?
—Tiene cuarenta años.
La cara de confusión de Nelly me hace reír.
—¿Es broma?
—No, Nelly. No es broma, Jared tiene cuarenta años.
—¡No me jodas Marín! Podría ser tu papá.
—No seas estúpida Nelly, no lo es.
—¿Estás segura de estar haciendo lo correcto?
—Yo lo siento correcto, Jared me hace sentir bien. Cuando él esta cerca mi corazón late frenéticamente, siento como si mi estómago revoloteara, no sé actuar como la Dafne normal, él...simplemente me deja sin habla.
—En realidad te gusta. –susurra.
—Lo sé, me gusta mucho.
—Oh por la santa lechuga, ¿qué le dirás a tu madre?
—Aún no tengo idea de que le diré a mi madre.
—Oye no, espera. No tienes que decirle nada a tu madre porque no es más que sexo. ¿cierto?
—No, no es sólo sexo Nelly, hay más que eso. Cuando estoy con Jared siento que el mundo cambia, las cosas son más simples, sonrío con más facilidad, me hace sentir protegida, amada, feliz.
—¡Jodes en serio! Tú lo sientes así porque en realidad lo ves como figura paterna.
—¡¿Estás loca?! Por supuesto que no lo veo como mi padre tonta. Jamás me acostaría con él de ser así. Eso sería extrañamente bizarro.
»Adoro la forma en la que Jared me hace sentir, y el hecho de que el tenga cuarenta años no significa que lo vea como a mi padre, lo veo como al hombre que me gusta y me hace sentir bien en todos los aspectos.
—Hablas de él como si se conocieran de años. Es raro.
—¿Cuál es ru problema Nelly? ¿Su edad?
—Yo no tengo problemas con su edad, sólo me parece algo...
—¿Loco? ¿Enfermo? ¿Imposible? ¿Qué?
—No quiero que salgas herida Dafne, él es un hombre. –hace énfasis–. Él sabe perfectamente lo que quiere y no son precisamente fiestas y noches de alcohol, a su edad no quiere más que vivir en una casa cómoda con chimenea y dos o tres hijos y una esposa amorosa, no una novia rebelde, loca y que ama su libertad.
» Quiero que pongas los pros y los contras de esto, quiero que estes bien segura de que si esto va más allá de sólo sexo habrá cosas en las que no esten de acuerdo, incluso ni siquiera creo que compartan los mismos gustos, ni en comida, ni en música, ni en manera de diversión. En la escala del uno al diez, Jared tiene un ocho o nueve en madurez y tú, bueno un cinco cuando bien te va. –ríe.
»No te juzgo Darín, tú sabes por qué, pero creo que deben hablar si en verdad desean que esto vaya claro. Y si es sólo sexo usa protección, no quiero un bebé tuyo todo feito y raro por el mundo.
—Estúpida, un bebé mío sería bonito, con los ojos lindos de Jared y mi nariz.
—¿Qué tiene de malo su nariz?
–cuestiona.
—Nada, pero la mía es hermosa.
—Eres odiosa. –resopla.
—Pero soy encantadora siendo odiosa.
—Sabes que cuentas con mi apoyo, sea lo que sea que ustedes dos hagan, cuenta conmigo.
—Gracias Nelly, no sabes lo bien que se siente tener apoyo.
—Pero... tengo que conocerlo si o si. Tengo que dejarle claras algunas cosas.
—Hablas como mi mamá. Tengo que dejarle claras algunas cosas. –la imito y hago muecas.
Nelly sonríe y golpea mi brazo.
—Te agradará, lo sé.
—Eso espero.
Le doy una sonrisa infantil y me abraza, no quiero mencionarlo pero en algunas cosas ella tiene razón, por mucho que odie la idea, malditamente tiene razón.
இ═══════இ
—¿Exactamente qué hacemos aquí?
–cuestiono.
—Necesito hablar contigo. –asegura Alexander.
—¿Y no podíamos hacerlo en casa?
—Sé como sueles reaccionar cuando te pones intensa, no quería que salieras a la calle furiosa por lo que debo decirte.
—Y por eso me traes a un lugar desconocido para mi, suena lógico.
–señalo con ironía–. ¿Tan malo es?
—No sé como lo vayas a tomar.
—Habla de una vez, de todos modos no me iré de aquí.
—Dafne yo... sabes lo mucho que significas para mi, sabes lo que siento por ti y estos últimos días sin ti han sido un infierno.
—Alexander ya hablamos de esto, yo no quiero...
—Nada serio, lo sé, pero quiero darnos una oportunidad de probar con algo más serio.
—Es realmente ilógico que tú me digas que debemos probar con algo más serio cuando la idea de "no compromisos formales" fue tuya.
—También lo sé, fue un error.
Miro por la ventanilla hacia el panorama en donde estamos. Odio tener estas conversaciones con Alexander una y otra vez. ¿Acaso no entiende?
—Yo no quiero intentarlo Alexander, no sé en que idioma te lo digo. ¡Eres mi amigo!
—Esta un poco alejado pero llegaré, no te muevas de ahí a menos de que este oscuro.
—Hay suficiente luz, te espero. Llevo un vestido amarillo.
—Tranquila, voy en camino.
Cuelgo la llamada y siento miedo por primera vez en la vida, nunca antes me habían dejado sola en un lugar que no conozco, es ilógico que viviendo en Colombia no sepa donde estoy, es absurdo y vergonzoso. Sin embargo esa plaza comercial me llama la atención, debo venir algún día, obviamente acompañada.
El cielo se empieza a llenar de nubes grises, espero que no llueva. Son casi las ocho y no veo a Jared por ningún lado, me estoy desesperado. De pronto siento una gota de agua caer justo en mi nariz, instintivamente miro hacía arriba y entonces la lluvia cae sobre mi, la gente comienza a correr desesperada, como si eso fuera a evitar ser mojado por lluvia, mi vestido se ha empapado ya y que decir de mis zapatos, pero eso no es lo peor, sino el haber traído un vestido que no necesite de un sostén, claramente hay cosas que se notan ahora.
Veo el coche de Jared estacionarse frente a mi, baja rápidamente y me abre la puerta. Me subo a la parte de atrás y cierra, entra y me mira por el retrovisor.
—Hay algo de ropa allá atrás, úsala.
Miro la bolsa de lavandería y esta mi ropa de la otra noche y ropa suya, tomo una camisa de manga larga y mi short. Quito el vestido y agradezco que los vidrios estén polarizados. Me pongo la camisa y me quito la ropa interior, Jared me da una mirada rápida.
—Eso se ve bien desde aquí.
—¡Jared!
—Lo siento, no pude evitarlo. –ríe.
Termino de cambiarme y me paso al asiento de adelante.
—Dejé la ropa limpia en el asiento y la mojada en la bolsa.
—Buena chica, mereces un premio.
—Gracias por venir.
El semáforo se pone en rojo y se detiene, me mira y sonríe.
—No iba a dejarte sola, mucho menos en una zona que no conoces.
Se desabrocha el cinturón y se acerca hasta mis labios, al contacto su calidez me reconforta, acaricia mi cara y pega su frente con la mía.
—Me asusté cuando dijiste que no sabías donde estabas.
—Yo también.
—¿Cómo llegaste hasta aquí?
—Es una larga historia.
—Bueno, tendremos toda la noche para hablar sobre ello. –dice volviendo a conducir.
—¿Dormiremos juntos?
—Iremos a mi casa, no te puedo asegurar que vayamos a dormir, no mucho. –sonríe de lado.
—Muero de hambre. –confieso.
—Yo también. –responde viendo el camino.
—Pero hambre de comida, ¿verdad? –cuestiono empezando a conocer su doble sentido.
—No necesariamente. Hambre de ti y pienso calmarla un poco esta noche.
—¿Un poco?
—Por hoy, porque aún tenemos mucho tiempo, pero no pensemos en eso. Carpe Diem Dafne.
—Carpe Diem. –repito.
Estúpido Alexander, esta volviéndose loco.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una Chica Diferente (COMPLETA)