¿Alguna vez has sentido que el tiempo se detiene? Las voces, la gente, el viento...todo se vuelve lento. Tu respiración es pesada y se hace difícil cada que exhalas, tus manos se aferran a la esperanza de que es un mal sueño pero pronto la realidad te golpea y te das cuenta que es tan real como el dolor que estas sintiendo. Así me sentí yo al ver a Dafne inconsciente.
Quería que fuese un mal sueño o una pesadilla, verla tirada ahí sin hablar, sin ver esos bonitos ojos, pero no fue así, Dafne estaba inconciente y casi sin vida y todo por mi culpa.
En este momento esta siendo atendida por al menos tres doctores y muchas personas más. Nadie me dice nada sobre como esta.
Nelly y Max están aquí conmigo en espera de noticias. Me siento tan malditamente culpable.
—¿¡Qué diablos le hiciste a mi niña!?
–cuestiona la madre de Dafne en cuanto llega hasta donde estamos.
—Señora Marín déjeme explicar...
Arde, duele, en verdad que no me la esperaba pero supongo que era obvio que la madre de Dafne me abofeteara
—¡Por Dios mujer! No es su culpa.
—¡Claro que lo es, estaba con él!
—Señora yo lamento...
¡Otra vez! Una segunda bofetada me hace cerrar la boca de golpe, mis mejillas arden, ella golpeó fuerte.
—No es momento de agredir señora Marín. –señala Nelly.
—¡Tú no te metas! Al igual que él, tú también eres culpable de que mi hija este allá adentro en sabe qué estado. Bonita amiga resultaste. Y usted es mejor que se olvide de mi hija. Aléjese y dejela vivir tranquila.
—Señora Marín escuche, usted podrá golpearme todo lo que quiera, puede odiarme si lo desea. Pero está equivocada si cree que me iré así como así de aquí.
»Dafne es mi vida y no me iré ni la dejaré sólo porque usted quiere, ella me ama y yo la amo con la misma intensidad. Así que es mejor que acepte que yo me quedaré aquí hasta que ella salga de ahí.
—Usted sólo vino a arruinar la vida de mi hija.
—Amanda por favor, no es momento. Dafne es lo que debe preocuparnos ahora.
—Hablas como si te hubieses preocupado mucho por ella en todo este tiempo. Eres un hipócrita Maximiliano, venirte a dar el papel de padre preocupado cuando no sabes nada de estos últimos cinco años.
—No fue porque quisiera, tenía una misión que cumplir.
—¡Pues no debiste regresar! Todo sería mejor.
La madre de Dafne camina hasta la recepción y pregunta por ella, obviamente no le dicen nada, como a nosotros.
En este momento analizo las cosas, ¿Será que es verdad que sólo arruiné su vida? Si algo incorregible le pasa a Dafne no me lo perdonaré jamás. No podría vivir con eso.
—No hagas caso de lo que dijo, eres lo mejor que le pudo pasar a mi amiga, créeme.
—¿Cómo estás tan segura?
—Ella aceptó casarse contigo Jared, piensa en bebés y ser ama de casa a tu lado, nunca habló de esas cosas. Ella pensaba en alcohol, fiestas y ya. Tú has venido ha cambiar su forma de ver la vida.
—Pero fue mi culpa que haya pasado esto. Yo me descuidé.
—No sabías que pasaría. No te culpes Jared.
—¿Crees que ella... me perdone?
—No tiene nada que perdonar.
—Tengo miedo de que ella...
—No pienses en eso, Daf es fuerte.
—Lo es, mi pequeña es una valiente.
—Todo estará bien Jared. -dice esta vez Max.
—Confío en ello.
Max palmea mi espalda y me da una sonrisa a medias. Sé que le preocupa Dafne tanto como a mi, pero no quiere admitirlo.
Mi Dafne, mi pequeña Dafne, perdóname.
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Estoy a punto de responderle pero el doctor que hemos estado esperando llega hasta nosotros.
—Buenas noches.
Jared se levanta de un salto y me acerco a ellos.
—¿Cómo esta ella?
—Pudimos estabilizarla, tuvo hemorragias internas, fracturas y varios golpes en todo el cuerpo, fue un verdadero milagro que este viva y sin consecuencias irreparables hasta ahora.
—¿Puedo verla?
—No es recomendable, esta sedada.
—Por favor se lo suplico, déjeme verla.
El doctor guarda silencio, Jared esta realmente desesperado, y es tan notable que el doctor accede.
—Cinco minutos.
Jared asiente y sin esperar indicación camina por el pasillo. Una parte de mi se queda más tranquila, no estaré totalmente aliviada hasta ver a Daf como siempre.
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Jared
Entro a la habitación y veo a Dafne recostada en una cama de hospital con cables por todos lados, vendas y yesos. Se me parte el alma verla así. Me siento en la incómoda silla a su lado, tomo su mano y la beso, se siente fría.
—Hola tontin, me diste un buen susto, pero eso me pasa por imbécil. Sólo te miré unos segundos y después... lo siento tanto bebé, yo soy el culpable de que estés aquí, te juro que nunca haría algo de manera consciente para lastimarte, y menos pondría en riesgo tu vida. –limpio mis ojos.
»Sabes que te amo con la misma intensidad con la que late mi corazón cada que te ve sonreír, te amo con cada fibra de mi ser y si no estas conmigo siento que me falta el aire.
»Durante muchas horas temí por tu vida porque nadie me decía nada acerca de tí, y quise golpear a todo el mundo con tal de obtener respuesta a algunas de mis preguntas. Duele en lo mas profundo de mi alma el verte así y no poder hacer nada más que esperar allá afuera. –digo y se me hace difícil seguir hablando–. No sabes lo mucho que estoy sufriendo en este momento. Te amo Dafne, te amo más que a mi propia vida y quiero que lo sepas porque si te soy sincero me daba temor no poder decírtelo o demostrarlo, tenía miedo de que me dejarás solo. Tenía miedo de perder a la mujer que me hizo resurgir del hoyo en el que me encontraba.
»Tienes que despertar y volver a ser mi Dafne, tenemos una boda que planear, ese bebé que tanto anhelamos, tenemos mucho por delante y no quiero ni puedo hacerlo si no es de tu mano. Debes salir de esta preciosa, porque sin ti yo no soy nada.
No me importa tener las mejillas húmedas por el llanto que guardé por horas allá afuera, tengo miedo y lo admitiré por primera vez. Yo, Jared Krause, tengo miedo de lo que la vida o la muerte me puedan arrebatar ahora. A Dafne, que es lo que más amo en este momento.
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