Trato de apartar la mirada de ese punto en especial en la pared pero no puedo, no dejo de pensar en todo lo que viví aquí con Jared en tan poquito tiempo.
La casa esta tal y como la dejamos ese día, salvo por las varias prendas que faltan de Jared, siento un nudo en la garganta. No quiero llorar, no quiero parecer débil, no delante de papá.
—¿Daf?
Me giro y veo a Nelly que lleva mis cosas en sus manos.
—¿Esto es todo? –cuestiona.
—Sí, no traía mucho cuando mamá me echo de la casa.
—Pero allá hay mucha ropa.
—Ropa que no quiero tener.
—Es tuya.
—La compró Jared para mi, pero no es mía, hay una gran diferencia.
—¿Sientes mal por Jared? –cuestiona.
La miro fijamente, ¿siento mal por Jared? La respuesta es obvia a pesar de que se fue; No, no siento mal por el ni se lo deseo, lo amo a pesar de qué se fue en un momento como este, se fue y no sé si volverá para...
—¿Por qué tardan tanto? –cuestiona mi madre enojada invadiendo el que hasta hace poco llamé mi hogar.
—Dafne esta terminando de empacar sus cosas.
—Pues apurense, muero de hambre.
Vuelve a salir y suspiro sintiendo como mis vellos se erizan, no puedo más, siento que me ahogare.
—Vámonos, estoy cansada. –miento.
Papá y Nelly asienten, ella me conoce tan bien que sabe que lo único que quiero es salir de aquí.
Tomo una foto que esta colgada, la última reunión con Noely y su esposo, fue un día inolvidable. La guardo y cierro la puerta, dejo la llave debajo del tapete y me alejo con muchísima nostalgia.
Me duele... Sí duele, y mucho. Duele como no me imaginé que algo dolería tanto, incluso me atrevería a decir que duele más que mis heridas físicas.
Tal vez ya dije muchas veces la palabra duele, pero necesito que quede claro que así es y que estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para no flaquear en este maldito momento, para no quebrarme y llorar todo lo que he querido y no me dejo, para ser débil, para sentirme más humana, para darme cuenta de que no es una pesadilla... sino la realidad.
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—¿Estás cómoda? –cuestiona papá.
—Lo estoy papi. –respondo tratando de sonar convencida.
—Sabes que puedes pedirme cualquier cosa, quiero que estes bien.
—Consigue una cerveza para mi.
–bromeo.
—Lo haría si no estuvieses medicada, incluso yo tomaría una.
—Lo sé, odio las medicinas, nunca se llevan con el alcohol. Una vez me atreví a desafiar esa ley y fue horrible. Alexander casi muere de angustia. Fue un buen chico, me cuidó toda la noche después de que me hicieron un lavado estomacal.
–sonrío recordando.
—¿Lo amaste?
—No papá, lo quise mucho no voy a negarlo, todo eso del... uh...
—¿Sexo?
—Sí, sexo. Era bueno, pero supongo que no era suficiente. Yo buscaba algo más.
—No era tu destino estar con Alexander, tal vez el otro lado de tu hilo rojo esta con Jared.
—¿Tú has encontrado tu hilo rojo?
–cuestiona burlona.
—Siempre creí que si, pero ahora no lo sé, y no, no estoy insinuando que dejé de amar a tu madre, sólo expongo la manera en la que creí que serían las cosas al volver a casa.
—Creiste que ella sería la misma. Te quedaste con esa idea al marcharte.
—Sí, así la imaginaba, creí que sería como cuando me fui. Pero me equivoqué, en cinco años cambió mucho.
—¿Pero la sigues amando igual?
—Supongo que sí, aunque me ha decepcionado en algunas cosas. Sigo sintiendo algo por ella.
—Es inevitable.
—¿Crees que lo sea?
—No lo sé. –me escojo de hombros–, supongo que su historia tiene mucho que ver.
—¿Tú te molestarías si, si yo encontrara alguien más?
—¿Estás viendo a alguien? –cuestiono subiendo las cejas divertida.
—No como crees. –ríe divertido–, sólo fue una pregunta, ¿quién se fijaria en mi?
—¿Bromeas? Conozco a alguien que babea cada que escucha tu nombre o hablan de ti, eres deportista, guapo, amable, no tienes vicios y sabes cocinar, eres el hombre perfecto. –señalo.
—¿Puedo saber quién es ella?
–cuestiona curioso.
—¡Claro que no! No es mi deber informarte.
—¿Es algo secreto?
—Algo así. –bostezo y me estiro–, Muero de sueño, quisiera dormir un poco.
—Por supuesto que si mi niña, estaré abajo por si necesitas algo.
—Esta bien papi, gracias por todo.
Mi padre besa mi frente con cuidado de no lastimarme, me arropa como niña pequeña y sale de mi habitación.
Trato de cerrar los ojos y dormir un poco, pero no funciona, las punzadas que a veces me dan en la cabeza me lo impiden o lo hacen más difícil, pienso, pienso, pienso y pienso en un millón de cosas a la vez, ¿a dónde se fue Jared? ¿Qué estará pensando en este momento? Entonces, la idea de que esté con alguien más me angustia, me aterra. Grecia llega a mis pensamientos y la charla que tuvimos, no me hace sentir mejor, pero supongo que era obvio que reaccionará así, somos casi de la edad y... yo no reaccionaría así pero supongo que no todos tomamos las cosas de igual manera. Sé que es una buena persona, tiene la nobleza de Jared, sus ojos, su sonrisa. No es mala, solo esta mal influenciada por su madre, o peor aún, por la pelirroja.
Sus palabras hace ruido de nuevo, debo admitir que tiene carácter.
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Abro los ojos y veo el reloj, no supe en qué momento me quedé dormida.
Me levanto y camino hasta el baño, siento un calor insoportable.
Sin pensarlo me desvisto y tomo una ducha, miro mi cuerpo, hay varios moretones en el, una herida en la frente que esta cicatrizando, raspones y arañazos en mis piernas, un dedo y dos costillas rotas en recuperación.
No fue tan grave después de todo, pude morir... "estoy muriendo" pienso.
Tres golpes en la puerta y la voz de papá me devuelven a la realidad.
—¿Dafne, todo bien?
—Sí, ya salgo.
Tomo mi bata y la pongo en mi cuerpo, salgo y lo encuentro mirando la foto que traje.
—Me gusta como te ves en esta foto, tu sonrisa es tan genuina. Eres bella mi niña.
—Si, me ama.
Subimos al coche y recuerdo aquel día con Jared, me pierdo en mis pensamientos hasta que siento la mano de Diego tomar la mía.
—¿Estás bien?
—Sí, sólo estaba pensando.
—Podemos volver a la casa si lo deseas, quiero que estes bien.
—Estoy bien, de verdad.
—Si en algún momento quieres regresar dilo.
Asiento, pone en marcha el coche y estamos en camino, no puedo evitar sentir miedo.
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—Y entonces ella mordió mi dedo, fue doloroso.
—No puedes culparla, estaba saliendo de anestesia, además se disculpó diciendo que sabias bien.
—Oh si, eso lo mejoró. ¿Notas mi sarcasmo?
—Diego, era una niña.
—De catorce años. –agrega.
—Una adolescente pues, son gajes del oficio.
Miro mi taza de café, y adivina qué, también me hace recordar a Jared, así empezó todo, con un café.
—Dafne. –me llama.
—Lo siento, en este momento no soy muy buena compañía.
—No digas eso, lo has sido para mi.
—Si claro, tienes cara de ostra.
—Una ostra perfectamente guapo.
—Eso esta mal dicho. –me río.
—Pero logré que te rieras. Es un punto para mí.
—Buen punto. Necesito ir al... bueno ya sabes.
—Si claro adelante. –se levanta.
Camino hasta el baño y al entrar puedo notar que estoy sola, me mojo la cara y me miro al espejo, no puedo evitar sentirme mal, y no, no físicamente, extraño a Jared, lo necesito, ahora más que nunca deseo tenerlo a mi lado.
Una fuerte punzada me hace caer de rodillas, presiono mi cabeza tratando de aminorar el dolor pero no funciona, aumenta tanto que siento que mis oídos van a explotar y luego de pronto se va. Me levanto temblorosa y pálida, solo alcanzo a agachar mi cabeza en el lavabo y arcadas grandes me hacen vomitar, me duele el esfuerzo que hago con cada una, odio estos episodios.
Enjuago mi boca y trato de limpiar, me seco la manos y salgo del baño, me paro en la barra y pido dos cafés con canela, los pago y camino hacía la salida, seguramente Jared estará esperando su café. Tomo un taxi y le doy la dirección de nuestra casa, espero paciente a que llegue. Miro por la ventana, empiezan las ventas navideñas, se acerca diciembre, seguro que Jared hará un buen trabajo de decoración.
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Observo a mi alrededor, estoy llorando sin consuelo, no está, no esta Jared, falta ropa y sus documentos importantes, estoy sentada en la orilla de la cama analizando las cosas. ¿En qué momento pasó ? ¿Cómo paso? Escucho el teléfono fijo sonar, me levanto y contesto, es mi padre, esta angustiado.
—¿Puedes venir a buscarme por favor?
—Claro que sí cariño, no te muevas de donde estas, estoy yendo para allá.
Cuelgo el teléfono y me dejo caer, ¿qué paso y como es que llegué aquí? ¿Por qué no recordé que Jared se fue? Siento algo en el pecho, pero no sé que es, siento que olvidé algo, pero no sé que fue.
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