Hope observaba con impaciencia a las personas que llegaban a la fila del cine.
«¿Por qué no apareces Ava?» se preguntaba mientras golpeaba con la punta del pie el piso.
—Parece que ya quieres entrar —dijo Ryan.
—No, aún no —contestó.
—¡Hope! —gritó Ava, y arrastró a su madre a la fila.
Vanessa frenó de golpe, se quedó estática al mirar a Ryan Knight vestido informal. Sus labios se separaron, se veía muy atractivo enfundado en esos vaqueros ajustados azules, y esa camiseta blanca que se ceñía a su fuerte pectoral, además llevaba encima una chaqueta de cuero, café, que le daba un aspecto de renegado.
—Buenas noches, qué coincidencia —mencionó Ryan, observó a Hope, y luego a Ava, notó esas miradas de complicidad entre ambas. Y luego sus ojos se clavaron en Vanessa, la recorrió con discreción, casi no estaba maquillada, pero se veía hermosa, su piel era tersa y lozana. Vestía unos pantalones de gabardina beige, una blusa celeste, y unas alpargatas negras. Su cabello lo llevaba suelto.
—Señor Knight, buenas noches —respondió Vanessa, y de inmediato notó como las niñas se observaban entre ellas—. Hola Hope —saludó.
—Hola —respondió la pequeña sonriente.
—Tío Ryan, vamos a ver el gato con botas, por favor —solicitó Ava, y lo tomó de la mano.
El hombre miró a Vanessa, ella encogió los hombros asintió. Compraron los boletos. Vane insistió en pagar todo lo de ella y su hija, pero Ryan no lo permitió. Los cuatro se acomodaron en sus asientos como si fueran una familia, y empezaron a disfrutar de la película. Las pequeñas reían entusiasmadas, y eso alegraba los corazones tanto de los adultos.
Ryan sabía que esos paseos alegraban a su sobrina, pues se le estrujó el corazón cuando le contó sobre la serie de la niña huérfana. Vanessa escuchaba las risas de Ava y eso tranquilizaba su corazón, a pesar de los serios problemas que ahora se le venía encima.
Cuando la película finalizó cada uno tomó a su niña de la mano.
—Gracias por todo señor Knight —dijo Vanessa estiró su mano para detener un taxi.
Él frunció el ceño.
—Yo las llevo a casa —indicó. —¿Tienen hambre?
—Sí —contestaron las niñas a dúo.
—Señor Knight —se aclaró la voz Vanessa—, agradecemos sus atenciones, es tarde y las niñas deben madrugar.
—Y también necesitan alimentarse —añadió el sonriente. —¿Les apetece una pizza?
—¡Me encanta! —respondió Hope—, pero sin aceitunas, las detesto.
Ryan observó a Hope con atención, y sonrió.
—Yo también, no me agradan —contestó.
—¡A mí sí! —contestó Ava.
Vanessa liberó un suspiro, no tuvo más remedio que aceptar. Por sugerencia de Ava, fueron a cenar al apartamento de ellas.
En el elevador el móvil de Ryan no paraba de sonar.
Vanessa inhaló profundo.
—Señor Knight, yo no soy nadie para entrometerme en su vida, sin embargo, quiero mucho a Hope, y eso no es correcto, usted es el ejemplo que la niña va a seguir, y le está enseñando a escapar —mencionó y arqueó una ceja. —¿Por molestar a su abuela?
Ryan se aclaró la garganta.
—Tiene razón Vanessa, no lo vi de ese modo, simplemente no queríamos estar en casa, mi abuela organizó una cena aburrida.
—Ah ya comprendo, usted evadió esa responsabilidad, y con eso le enseñó a Hope a hacer lo mismo: si algo no le gusta, entonces escapa. —Negó con la cabeza.
Ryan frunció los labios, no estaba acostumbrado a ser cuestionado.
—Comprendo su posición, pero le recuerdo que Hope es mi sobrina.
—Por eso mismo, no le puede dar mal ejemplo señor Knight —dijo ella con firmeza y se puso de pie.
—¿Acaso usted me va a enseñar a ser buen padre? —indagó él resoplando, también se levantó—, la mujer que no es capaz de decirle a su hija que su padre jamás la quiso, y que no deseaba que naciera.
Ava y Hope se miraron entre ellas, habían salido en ese instante a averiguar si la pizza había llegado. Los ojos de Ava se llenaron de lágrimas.
—¡No es verdad! —gritó Ava, frunció el ceño, furiosa. —¡Mientes! —Se acercó a Ryan y lo empujó llorando—, no hables mal de mi papá, él me quiere, lo que dices no es cierto. —Sollozó. —¿Cierto mamá? —Miró a Vanessa.
La pobre mujer sintió que en ese instante el mundo se le venía encima, negó con la cabeza, observó a Ryan con profundo enojo, y se quedó en profundo silencio.
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