—¡Ava por favor cálmate! —solicitó Vanessa intentando mostrarse serena—, tú y yo vamos a hablar, te diré la verdad, pero necesito que te tranquilices.
—¡Ya no te quiero! —gritó Ava a Ryan, se retiró corriendo a su alcoba.
Hope fue tras de su amiga, pero Ava le aventó la puerta.
—¡Ava, ábreme! —suplicó la niña.
—¡No quiero ver a nadie! —gritó—, vete con tu tío, y no vuelvan. —Sollozó, se deslizó al suelo, recargó su espalda en la puerta, se abrazó a sus piernas y se puso a llorar.
Los ojos de Hope se llenaron de lágrimas, los labios le temblaron.
—Yo no quiero perder tu amistad —sollozó y dejó caer su frágil cuerpo en el piso, se recargó en la puerta, y también empezó a llorar.
Entre tanto en la sala, Vanessa resoplando llena de ira abrió la puerta del apartamento.
—¡Lárguese señor Knight! ¡No vuelva a meterse en nuestras vidas! ¡No lo quiero cerca de mi hija! —vociferó respirando agitada, y clavando su profunda mirada en el hombre.
—Vanessa, yo… no fue esa mi intención —intentó disculparse Ryan aclarándose la voz. Sabía que había cometido un gran error.
—Como haya sido, no quiero volver a verlo, largo —gritó. —¡Solo me ha traído problemas!
Hope se estremeció al escuchar los gritos, y empezó a sollozar con más fuerza, la mirada de Vanessa se enfocó en el pasillo, apretó los párpados, se reprochó mentalmente.
Ryan con rapidez se aproximó a su sobrina.
—No llores, ni te asustes, ven conmigo. —La alzó en sus brazos.
—Ava y Vanessa nos odian —sollozó la pequeña y pegó su cabeza en el pecho de su tío.
—Hope, cariño —susurró con dulzura Vanessa, se acercó a ella, le acarició en cabello—, yo te quiero mucho, y Ava igual, en este instante está molesta se le va a pasar, lo prometo.
Hope despegó su cabeza del pecho de su tío.
—¿Lo dices en serio? ¿No estás enojada conmigo?
—Claro que no, el problema es entre tu tío y yo; tranquila, ve a casa. —Sonrió, y luego observó a Ryan con profunda seriedad—, espero a usted no volver a verlo jamás.
—Eso no será posible, nos veremos más pronto de lo que imaginas —aseguró y salió del apartamento.
Vanessa se recargó en la puerta, soltó un bufido, ahora tenía la tarea más dificil de todas: hablar de la verdad con su hija. Sintió que las piernas le temblaban, y el corazón lo tenía en la boca; percibía un profundo nerviosismo.
Empezó una cuenta regresiva para amarse de valor: Diez, nueve, ocho… hasta que llegó al uno, tomó una gran bocanada de aire y se dirigió a la habitación de Ava. Escuchó los sollozos de la niña, el corazón se le achicó en el pecho.
—Ava —susurró—, abre, tenemos que hablar.
Un profundo silencio se escuchó en el ambiente.
—¡Ava! —exclamó Vanessa alzando un poco el tono de voz.
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—Es una verdadera lástima que no hayamos podido saludar a Ryan —dijo April, haciendo un puchero—, espero no sea porque vinimos a verlo.
La abuela se aclaró la garganta.
—Claro que no, mi nieto anda muy ocupado con sus negocios personales, la empresa familiar, y ahora Hope, le hace tanta falta una esposa a ese muchacho.
April ladeó los labios, esbozó una amplia sonrisa.
—Bueno, eso será posible si es que no tiene una novia en Europa —comentó.
Rose resopló.
—Pues si la tiene, debo conocerla, no permitiré que cualquier oportunista quiera engatusar a mi nieto, debo constatar que esa mujer sea buena, de solidos principios y que no sea una cazafortunas —mencionó en todo enérgico—, me encantaría alguien como tú April, desde que eras una niña te vi como mi futura nieta.
Los verdes ojos de April brillaron al escuchar a Rose.
—A mí me encantaría, tú sabes que yo siempre he estado enamorada de Ryan —bajó el tono de su voz para que sus padres quiénes se encontraban en la terraza no la escucharan—, mi sueño es ser la esposa de él.
Rose sonrió con amplitud.
—Querida, serás bienvenida, desde ahora debes visitar más seguido esta casa, y estar más en contacto con Ryan —propuso.
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