Una segunda oportunidad romance Capítulo 41

"¿Qué quieren?", les gritó Aleric.

O no lo oyeron, o no tenían ganas de contestarle porque se nos acercaron lentamente sin dudar.

Era claro cuáles eran sus intenciones.

"¿Aleric?", lo llamé con nerviosismo. "¿Qué les sucede?".

Podía ver desde donde estaba que algo raro estaba sucediendo. Algo malo. Sus ropas estaban desaliñadas y pareciera que no se hubieran bañado en años. Pero no sólo eso, sino que también daban una sensación extraña. Como si fueran enfermos...

...y peligrosos.

"Parecen ser salvajes", dijo Aleric, acercándose a mi lado para ponerse en posición de defensa. "Tienes que irte de aquí".

"Estás bromeando, ¿no?", le dije. "Puedo defenderme en una pelea, Aleric. ¿Qué crees que he estado haciendo todos estos meses?".

Pero dado a como se veían, lo que dijo tenía sentido. Normalmente, cualquiera que dejaba una manada podía ser aceptado en otra después del debido proceso y selección. Así que esto quería decir que el resto que no fue aceptado, los que habían fracasado ese proceso, solían ser criminales desterrados. Se convertían en salvajes.

Pero los salvajes eran bastante difíciles de encontrar, ya que los territorios se habían expandido muchísimo con el tiempo. En realidad, no había ningún lugar en el que pudieran permanecer mucho tiempo sin ser expulsados por la manada a cargo. Algo que me hizo preguntarme cómo se las habían arreglado para llegar tan lejos en el territorio de la Espada Dorada, especialmente sin ser vistos... y por qué habían salido de su escondite para atacarnos.

"¿Por qué no se han transformado?", pregunté. Los observé cuidadosamente mientras paseaban a nuestro alrededor.

Eran cuatro en total, cada uno de ellos era un hombre adulto, y sin embargo ninguno de ellos estaba en su forma de lobo. También pude ver que uno de ellos era mucho más musculoso que los demás y reconocí que era con el que había que tener más cuidado.

Nos estaban evaluando, observando cuidadosamente lo que hacíamos, y nosotros hacíamos lo mismo. Cada lado esperaba que el otro se moviera primero.

"Si tuviera que adivinar...", dijo Aleric, mirando a su alrededor. "Diría que es para ayudar a ocultar su olor tras haber llegado tan lejos. Pasar más allá del límite en forma de lobo sería percibido más rápido por las patrullas. El pelaje deja un olor más fuerte".

No sabía que eso era algo que sucedía, pero en retrospectiva, nunca antes había tratado con salvajes ni me había tomado el tiempo de notar la diferencia en la potencia cuando tenía mi sentido del olfato más fuerte.

Sin embargo, me parecía que había algo extraño con toda la situación. Había algo en mi cabeza que me decía que había algo obvio de lo que no me estaba dando cuenta. Pero tuve que apartarlo, sabiendo que tenía que concentrarme en lo que tenía delante si no quería que me mataran.

"Tienes que irte en el momento que haya la oportunidad", dijo Aleric.

"¡Aleric!", grité con rabia. "¡Suficiente!".

Y entonces uno de ellos finalmente se movió hacia mí. Me moví para enfrentarme a él, lista para cuando se acercara, pero Aleric fue más rápido.

Se abalanzó sobre el salvaje y lo tiró al suelo en cuestión de segundos con un potente golpe en la cabeza.

No había vacilación en los golpes de Aleric. Todo lo que hacía era con seguridad y fluidez. Había usado tanta fuerza para derribar al salvaje que la cabeza de este golpeó el suelo con tal fuerza que no había esperanza de que hubiera sobrevivido. Había muerto al instante.

Ver a su compañero morir tan rápido hizo enfurecer a los demás salvajes. Corrieron rápidamente hacia nosotros antes de que tuviéramos momento para pensar.

Dos de ellos fueron por Aleric, siendo uno de ellos el más grande del grupo. El tercero corrió hacia mí, pero estaba preparada.

Extendió su brazo para alcanzarme en la cara, pero me eché para atrás y lo esquivé sin esfuerzo. Sus movimientos eran lentos comparados con los de mi padre y Cai, pero su cuerpo estaba más trabajado y era más musculoso. Sabía que sería difícil darle un golpe eficaz y que tendría que centrarme en sus puntos débiles.

A mi lado, Aleric luchaba contra los otros dos. Su principal objetivo era el más grande, pero también tenía que mantener su defensa contra el segundo salvaje. No parecía estar en aprietos, o al menos no lo demostraba, pero también podía ver que no estaba haciendo mucho progreso contra ninguno de ellos en términos de ataque ofensivo.

Delante de mí, el hombre seguía con su agresivo ataque, pero no iba a dejar que se acercara a mí. Salté repentinamente hacia atrás, lo cual lo tomó por sorpresa mientras perdía el balance, pues el impulso de su puño lo había enviado hacia delante. Aproveché la oportunidad y logré levantar la pierna con la suficiente fuerza para darle una patada en la dirección en que había venido, y mi pie conectó con su cara con la fuerza suficiente para que se escuchara un crujido. Supuse que era su nariz.

Cayó al suelo y me abalancé de inmediato sobre él, pues no quería perder la oportunidad de acabarlo. Pero mientras lo golpeaba, me di cuenta que no tenía éxito. Ni se quedaba quieto ni se desmayaba.

...Pero entonces lo vi.

Su mano se movió hacia algo a su lado, y por un breve segundo, juré que vi un brillo de la luz de la luna en una superficie metálica. Inmediatamente, me di cuenta de lo que estaba planeando.

Aún puesta sobre él, moví rápidamente mi mano hacia donde él estaba moviendo la suya. Sin embargo, él ya tenía agarrado firmemente el objeto y se negaba a soltarlo. Pero no dejé que esto me quitara mi determinación.

Lo solté por un segundo. Lo suficiente como para darle un puñetazo tan fuerte como pude en la nariz, lo que permitió que su mano se aflojara, y justo después saqué la daga que había ocultado ahí.

Ni siquiera dudé o me detuve.

No, inmediatamente se la clavé directo en el pecho...

… Y finalmente, dejó de moverse.

Suspiré aliviada, sabiendo que había detenido al menos a uno de ellos y que ya podía ayudar a Aleric.

Pero entonces todo pasó muy rápido. Demasiado rápido para que pudiera haber hecho algo al respecto.

Me levanté mientras inspeccionaba el cuerpo debajo de mí en busca de movimiento, cuando de repente oí una voz de pánico detrás de mí.

"¡Aria!", gritó Aleric.

Me giré de una vez hacia donde había oído su voz, pero descubrí que él estaba más cerca de lo que había pensado. De hecho, su espalda estaba directamente frente a mí en ese momento, tapando mi vista por completo de lo que estaba sucediendo...

...Y todo lo que llegué a escuchar fue un gruñido, el sonido de la carne siendo rebanada... seguido por Aleric moviendo sus brazos fuertemente, lo cual creó un repugnante sonido de quiebre.

Me di cuenta enseguida de lo que había pasado.

Me moví rápidamente, desesperada por ver por mí misma, y me abrí paso para presenciar la escena que tenía ante mí.

Aleric estaba allí congelado, con un cuchillo en su estómago y con el cuerpo de un salvaje muerto, cuya cabeza estaba girada en un ángulo monstruoso, ante él.

...Y grité.

Grité por lo que estaba viendo. Porque me di cuenta de lo que me había estado molestando todo este tiempo.

No era por los salvajes o por su razón para estar allí. Era porque esta era mi visión. Ahí fue donde sucedió. La línea de árboles, el camino poco iluminado. Todo ello.

Ahí fue donde murió Aleric.

Y entonces algo apareció en mi cabeza…

Algo familiar pero desconocido.

...algo oscuro.

Era una voz que provenía de una pequeña parte de mi mente. La voz de alguien que había estado trabajando para enterrar en lo más profundo de mi ser desde que regresé.

Y me habló para convencerme de hacer algo que nunca habría considerado.

'...Podrías sacar el cuchillo', dijo la voz en voz baja.

Miré el cuerpo de Aleric, sorprendida de que una parte de mí hubiera pensado en hacer eso. ¿Cómo podía matarlo voluntariamente después de todo lo que acababa de suceder?

'Si lo hicieras, salvarías la vida de miles de personas', continuó. 'Nadie sabría que fuiste tú. Dirían que fueron los salvajes'.

...Y me di cuenta de que era verdad.

Si sacaba el cuchillo en ese mismo instante y lo dejaba morir, nadie lo sabría, y eso garantizaría evitar un futuro en el que él reinaría tiránicamente sobre todo el país. Mucha gente viviría. Muchas familias nunca tendrían que conocer la angustia de perder a un ser querido en una guerra innecesaria por el poder.

Mi mano se agitó a mi lado ante la idea de hacerlo. Sería tan fácil. Podría redimirme por aquellos a los que le había hecho daño en mi pasado por su culpa.

Pero cuando miré su rostro, extrañamente tranquilo tras haber caído inconsciente, me pregunté qué le esperaba. ¿No era posible cambiar su futuro como yo estaba cambiando el mío?

'Lo viste en la sala del consejo', dijo la voz. 'Viste que en el fondo sigue siendo el mismo hombre'.

Pero cuanto más pensaba en ello, más conflictuada me sentía.

...Y me di cuenta de que lo que había pensado estaba mal.

Me deshice los pensamientos que tenía.

Sabía que no era lo mismo. En aquella habitación, él había actuado por la causa justa de intentar defenderme, no por ansias de poder. Me demostró que era capaz de hacer el bien aunque lo hiciera de forma equivocada.

Y así, supe lo que tenía que hacer.

Me levanté, corrí hacia el edificio principal y grité. Grité tan fuerte como pude una y otra vez, y supliqué que alguien saliera a ayudarme. E incluso cuando me ardía la garganta, no dejé de hacerlo.

Afortunadamente, la ayuda llegó con bastante rapidez. Los guerreros corrieron a su lado y comenzaron a inspeccionar la herida, pero sus rostros no parecían esperanzados. Intenté ignorarlos, pero era difícil no escuchar cuando hablaban de sus escasas posibilidades de sobrevivir.

Y mientras seguía viéndolo, aterrorizada de que no fuera a sobrevivir, me regañé a mí misma por haber considerado siquiera algo tan abominable. Porque en mi cabeza, sabía que era capaz de cambiar. Había estado dispuesto a morir por mí, a protegerme de que me clavaran un cuchillo en la espalda. ¿Cómo podía siquiera empezar a dudar de que no pudiera convertirse en un hombre mejor?

...Pero no pude evitar pensar también en otra razón. Aunque no era tan importante, había otra cosa que se me había quedado grabada en la mente durante todo el tiempo que los guerreros trabajaron sobre él.

Y era que me había llamado Aria por primera vez.

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